Lo intente.

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—¿Tío Bruno?— preguntó Mirabel tocando la puerta de la habitación, pero nada se oía en respuesta ni siquiera los chillidos de los roedores. —um.— se animó a abrir la puerta. —¿Tío Bruno?— insistió, pero al terminar de abrirla se dió cuenta que no había nadie ahí adentro, era demasiado temprano como para haber salido al pueblo o estuviera en la cocina.

Su corazón se agitó bruscamente recordando entonces el altercado de la noche anterior, y se aterró de que el cumpliera la advertencia de irse por haber estado de necia.

—Tio Brunoooo— grito en medio de la casa. Subió las escaleras rumbo a la torre del hombre con la esperanza de que estuviera ahí. Estaba por girar el picaporte cuando esté giro por el otro lado, con Bruno saliendo ajustando su cabello en una coleta.

—oh woah— reparo Bruno frente a ella —Buenos días Mira—

Mirabel dió un gran suspiro llevándose la mano al pecho aliviada.

—¿Todo bien? — preguntó Bruno terminado de amarrar su cabello.

—Si, es solo que. Te fui a buscar —dijo haciendo un ademán con su cabeza en dirección a la habitación secreta— y no te encontré… por un segundo temí que, temi que. —

Bruno sectoreo con la mirada los pasillos y el corredor principal, al ver que no había nadie tomó a Mirabel y la jalo dentro de su cuarto. "Oh!" Fue lo que salió de la joven por el sorpresivo tirón.

—No me iría así. No sin.— dudo dos segundos más continúo.—No sin uno último de estos. — jalo a Mirabel de la cintura plantandole otro casto beso provocando casi casi que las mariposas en el vestido de la joven volarán de la felicidad que ese acto la hacía emanar. Bien pudo marcharse esa noche justo como lo temió Mirabel, más después de como se dió la noche de su cumpleaños, y la noche después pero por más que se lo planteó su cuerpo nunca cooperó con su decisión y solo optó por retirarse a su cuarto, lejos del cuarto que tanto lo unía al pasado, a todos esos pensamientos, a Mirabel.

Al llegar a su habitación se maldijo al notar que tratando de dejar todo en la habitación, había olvidado quitarse el broche que le había regalado, lo removió apretandolo contra su pecho, para después guardarlo en su mesa de noche.

—Soñe con la otra noche, ahora lo recuerdo con toda claridad. Debes hacerme caso. Creo que, Creo que, creoo que. — repetia una y otra vez sin animarse a terminar la frase —creo que deberíamos pasar menos tiempo juntos Mirabel. —soltó finalmente bajando de la nube en la que Mirabel se había subido-

—Pasar menos, ¿Que? — Mirabel busco la mirada de Bruno pero este la evitaba, para no retroceder a lo que acababa de decir. —de qué estás hablando, ¿Por qué?, ¿Por eso estabas aquí en tu torre?—

—oh bueno, de hecho vengo varias noches a la semana a dormir aquí.

—creí que odiabas las escaleras

—Bueno si son molestas y más cuando mi cuarto estaba en el 15vo piso pero, ahora que reconstruimos casita reacomodo y ahora está en el tercero— dijo señalando dicho piso —De hecho ya no hay tantos pisos.

—¿Qué? Hay más habitaciones que solo la cueva de visiones?

—um, pues si, solo que están escondidas entre las rocas, es parte de la magia. Extrañaba mi cama a veces— confesó riendo torpemente.

—¿Por qué no lo mencionaste cuando te enseñé la habitación?.

—oh bueno, pues no quería romper la ilusión de tu regalo, estabas muy emocionada.— dijo olvidando por un segundo lo que le acaba de decir y procediendo a acariciar su mejilla —la habitación me encanta, no creas que no.— Más reaccionó al volver a empezar a perderse en su mirada, retirando su mano abruptamente y aclarando su garganta —Si si y además Casita agregó un cuarto más para mis ratitas y un estudio en el 5to piso, para los proyectos de arte. Pero bueno, me gusta más eso allá.—

Una profecía muy peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora