Ahora lo saben

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Perdón por bajarlos de las nubes como estoy por hacerlo...

Así los meses transcurrían, en el pueblo, en la casa, y en las habitaciones.

Dolores y Mariano pasaban gran parte del día en su alcoba, y Mirabel adoraba eso, tenía un poco más de confianza de llegar por sorpresa en lugares más públicos con Bruno. Como ahora que se encontraba en la sala jugando y enseñando nuevos trucos a las ratas aparentemente.

—Hey— Llego saludando sentándose en el borde del sillón.

—Hey—Le respondió el otro sin voltear realmente a verla, parecía muy concentrado tratando de que la rata le obedeciera.
Mirabel se extrañó un poco del tono con el que le respondió, pero, sabía que podía llegar a enfocarse demasiado cuando se trataba de preparar una de sus novelas así que solo se quedo observandolo un rato, después volvió a tratar de llamar su atención.

—¿No quieres darle un descanso a las ratas?— Preguntó recostandose de lleno en el sillón tratando de que volteara a verla.

—No— dijo sacando la lengua en un gesto de perseverancia y enfoque —ya casi lo logro—

—Anda!— insistió, "caminando" con sus dedos por todo el brazo de Bruno, con una sonrisita coqueta. —Podemos ir a la torre y ahí sigues con esto, u otra cosa, más interesante— continuó con el mismo tonito insinuante.

Fue entonces cuando el hombre tragó duro y giró a verla lentamente completamente sacado de sí.

—¿M-mirabel? — la mirada en él era de completa confusión y algo de miedo se podría decir.

La forma en que la miraba, provocó que la joven se preocupara y se sentó rápidamente en el sillón. —¿Q-qué ocurre, te encuentras bien? —lo tomo de la mejilla, y este retrocedió al tacto.

—¿Qué carajos te traes con el tío Bruno, Mirabel? —Pregunto completamente exaltado. "Con el tío Bruno?" Se cuestiono mentalmente Mirabel, cayendo en cuenta del grandísimo error que acaba de cometer. Porque el tío Bruno se llamaría así mismo tío Bruno... ese no era Bruno.

El color abandonó por completo el cuerpo y alma de la joven, dejándola sin habla.

—¿Q-Qué me pasa de que? um si-siempre actuamos, creí que el tio estaba con las novelas si-siempre le ayudó a ensayar— trato de justificar su comportamiento, era una buena respuesta, creíble de hecho de no ser por el tono que uso y el hecho de que Camilo era su primo más cercano, con el que creció y la conocía a la perfección cuando mentía.

—¿Qué carajos Mirabel?— repitió nuevamente transformandose a su forma normal, con una sonrisa entre burlona y genuino asombro. —¿Qué está pasando entre el tío y tú?...— calló dos segundos y después volvió a hablar dando por hecho —¡Te lo estás...! — no pudo terminar porque Mirabel le tapó bruscamente la boca, pero eso solo hizo confirmar aún más lo que estaba pensando quitando la desesperada mano de Mirabel gritando su pregunta o más bien afirmación —¡Te lo estás tirando!— el joven dedujo la situación puesto que a su edad los coqueteos y tales actos con jovencitas del pueblo ya no le eran indiferentes, tal como a su prima como acababa de descubrir.

—Camilo!— Volvió a decir desesperada buscando que no armara un escándalo. —C-claro que no! Baja la voz.—

—Mirabel, que carajos te pasa es nuestro tío!— y como si fuera una invocación el nombrado apareció por los corredores del segundo piso, inadvertido de la situación. —Tio Bruno ¿De verdad? —Pregunto aun sin poder evitar su característico tono burlón, a pesar de lo sorprendido que estaba de que, por más que todos los veían tan cercanos a esos dos, nadie se habría imaginado que se atreverían a cruzar esa barrera hacia lo romántico o... sexual. Eran familia por Dios!.

Una profecía muy peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora