Fotografias

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Hernando corrió dentro de su casa a buscar a sus padres, se le habían hecho eternos los días que tuvo que esperar para finalmente conocer a sus hermanos.

Puesto que Bruno pidió que se fuera a con sus abuelas, en lo que su mamá daba a luz y se reponía un poco.

—Mamá!!! Papá!!!— el portal tras de él permitió echar un vistazo a la familia de otra de las habitaciones en la casa de Mirabel.

Pero fue Julieta quien guiada por la curiosidad al notar una serie de marcos fotográficos por toda una pared cruzó el portal que aún estaba abierto, siendo seguida por Agustín quien llamó su nombre un par de veces tratando de detenerla.

El portal se cerró, pero ninguno de los dos lo notó realmente una vez que su atención se enfocó en la serie de fotografías.

Había todo tipo de retratos, formados en la conocida forma que identificaba al dueño de la casa. Un reloj de arena.

Las fotos iban desde días casuales de actividades en familia, fotos de un Hernando bebé, dejando ver como iba creciendo a fotos de pareja que deslumbraban mucha felicidad.

Pero la que llamó la atención de ambos fue la foto en el centro del reloj.

La foto de Bodas... dónde ambos se veían tan felices y enamorados como ellos mismos en su propio retrato nupcial.

Se miraron con amargura, realmente su hija se veía sumamente plena, alegre, radiante en esa imagen.

De verdad Bruno la hacía feliz.

Cuando Julieta quiso retroceder porque escuchó pasos no pudo pues el portal ya no estaba ahí y en cambio chocó con una mesa rompiendo una lámpara sobre está.

—¡Hernando Bruno Madrigal!— grito un poco alterado fruto del caos de las últimas tres noches en que ninguno de los dos había tenido un descanso propio con los nuevos bebés tan descoordinados, llorando por alguna razón u otra.

—Juro que si volviste a romper la lámpara o algún florero está vez vas a ...— se detuvo al notar quienes estaban en su sala de estar. —J-julieta.. —

—um yo em, nosotros... lamento lo de la lámpara—

—No, no... em—

—E-estaba por retirarme no tenía realmente intenciones de espiar, pero el portal se cerró así que... —

Agustín se limitó a abrazar a su esposa apoyando su palabra y lo fuerte que estaba siendo después de ver todo lo que acababan de ver.

—No es espiar... son bienvenidos. —

El silencio sepulcral se armó en la sala, el sueño que tenía fruto del agotamiento se esfumo y un un nudo en su estómago se creo ante la tensión.

Dió varios pasos, tratando inútilmente de cubrir su pared de recuerdos.

Causando que Agustín rodará los ojos. Pero que idiota, más obvio no podía ser.

—Puedes hacer que Hernando abra el portal ¿por favor?— pidió lo más amable que pudo Agustín.

—Claro... Nandooo— grito desde su posición, aún cuando era claro que ya habían echado un vistazo a sus fotos creía que era mejor si no se seguían "torturando" con ellas. Al no obtener respuesta al tercer grito, suspiro con pesadez, colgando sus brazos a sus costados. Levantó un dedo en señal de "esperen" y se dirigió a la alcoba.

Volvió un par de minutos más tarde.

—em Nando está sosteniendo a los bebés, me suplicó que lo esperara un momento y no quise alterar a Mirabel... ¿Q-quieren sentarse?— La pareja no tardó en dedicarle una expresión de disgusto.

Una profecía muy peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora