Epilogo

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Hermione despertó sobresaltada al percatarse que la luz del sol entraba perfectamente por la ventana, le tomó unos segundos recordar que era sábado así que estaba bien dormir hasta un poco más tarde. Miró a su alrededor tratando de decidir si levantarse o seguir durmiendo.

Draco dormía plácidamente a su lado y aunque tenía casi tres años despertando en la misma cama aún no se dejaba de sorprender por lo tierno de la escena. Le haría en desayuno ahora que tenía tiempo de hacer algo por él.

A Hermione le bastó un mes de clases en la universidad para decidir mudarse con Harry, Pansy y Draco. Le resultaba agotador viajar a diario de la casa de sus padres en Londres muggle hasta la escuela de leyes mágicas; a sus padres no les hizo gracia que se mudara con su novio de apenas unos meses al que aún no estaban seguros de querer en la vida de su hija.

Se levantó con mucho cuidado para no despertarlo, se colocó una bata y salió de puntillas recordando los primeros días en esa casa, donde ella tenía su propia habitación, que después de un par de meses dejó de utilizar. Pansy y Harry solían bromear diciendo que los escuchaban por la noche escabulléndose en la habitación del otro.

Mientras bajaba las escaleras pensaba si era el momento de hablar con Draco o debía esperar un par de semanas después de su graduación. Una melodía que provenía de la cocina la sacó de sus pensamientos.

—Buenos días —la saludó alegremente Pansy.

La pelinegra había sido la más insistente en que Hermione se mudara con ellos argumentando que compartir la casa con esos dos amigos-enemigos era un infierno para ella, solían unirse en su contra a menudo para después terminar discutiendo por cualquier tontería, como porque tenían una alfombra escarlata y no esmeralda.

—Estamos muy felices hoy —le sonrió Hermione mientras miraba a su amiga preparar el desayuno, parecía que pretendía alimentar a un ejército. — ¿A qué se debe?

—Anoche Harry y yo conversamos sobre el futuro... oficialmente estamos intentado ser padres —chilló con emoción dando de brincos. — ¿Te imaginas?.. Un bebe de cabello oscuro y ojos verdes —decía mientras acunaba a un bebe imaginario.

Hermione fue hasta ella para abrazarla, la ponía feliz saber que dos de sus mejores amigos tenían una vida maravillosa.

—Es perfecto saber que la familia crece un poco más —Hermione no se emocionaba tanto desde que cargó en sus brazos por primera vez a Jack el pequeño bebe de Giny y Blaise que estaba por cumplir 6 meses de nacido. —Quisiera poder reflejar lo feliz que me siento por ustedes —se lamentó mientras se sentaba en una de las sillas de la pequeña mesa para cuatro que tenían en la cocina.

— ¿Aun no hablas con él? —Preguntó preocupada Pansy.

—No sé cómo hacerlo —reconoció ella.

—Tienes que dejar de darle vueltas al asunto, entre más tardes peor será, sobre todo para ti.

—Es que él me dejó muy claro que...

La pelinegra le hizo una señal para que guardara silencio, el sonido de alguien bajando las escaleras se escuchó claramente, pero nadie llegaba.

Harry detuvo a Draco antes del último escalón.

— ¿Ya se lo has dicho? —Preguntó el pelinegro.

—No Potter, aun no encuentro el momento preciso —respondió molesto.

—Falta muy poco para que se gradué y entre más esperes...

—Lo se Potter —lo interrumpió. —Es complicado... mucho tiempo juntos, con los amigos siempre de por medio, iniciamos con planes locos, haciéndonos daño y ahora... no sé cómo decírselo.

Trato con serpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora