Capítulo 2

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Kerry

Las personas cometen errores, porque somos humanos pero mis padres no entendían eso. Les rogaba una y otra vez que no quería trabajar en el hospital de enfermos terminales, les daba miles de razones ¿Qué padres lo harían? Avientan a su hija en un lugar donde muere la gente, no les importó si quedaba loca de por vida.

- Mamá pero no es justo. No volveré a hacerlo de nuevo en mi vida, lo prometo. - le dije desde la cocina, mi mamá se encontraba con su celular mandando mensajes.

- Sin peros Kerry, soy una persona muy ocupada para hablar contigo de ser egoísta - examinó de nuevo su celular y comenzó a teclear.

- ¿Egoísta? - reí amargamente - Dime mamá ¿Dónde estoy siendo egoísta? Perdón por no querer ver a la gente morir - gruñí, no era egoísta tratar de no volverse loca de ver personas morir y unas jóvenes, tan jóvenes que maldices al universo por ser tan cruel.

Mi madre, Noemí, no volvió a mirarme o contradecirme sólo se paró y y salió de la casa con las llaves de mi carro en sus manos. Era obvio que tomaría el autobús de nuevo, mi nuevo trabajo no era nada divertido. Me coloqué mi sudadera verde, mi falda blanca con unas botas largas café y me amarré mi cabello en una coleta.

Al llegar a la parada de autobuses, la gente me veía como si fuera una especie de bicho raro. Bueno no los culpo, por años me negué a irme en autobus y por si fuera poco llamaba a la gente que lo hacía "Perdedores", si hubiera sabido que yo iba a ser una de esas personas nunca jamás en mi vida me hubiera burlado... Aunque el "hubiera" no existe. Cuando llegó mi autobus, estaba tratando de respirar hondo, quería que mis padres me sacaran de ese lugar, debía obedecerlos el tiempo que haga falta, mis pies se movieron para subirme y cuando llegó mi turno de pagar, no sabía como lo hacían ¿aceptaban billetes? ¿debía dar todo el cambio? Ahora comprendo porque dicen que los ricos somos estúpidos.

- ¿Señorita? - llamó mi atención - ¿va a subir?

- Si lo siento - extendí y le dí un billete, me sorprendió que me diera mi cambio - Gracias.

Me senté en el único lugar que estaba disponible y me coloqué mis audífonos para no escuchar las típicas charlas de los autobuses, aunque estaba casi segura que eran cuento de mis amigos pero, ¿Qué sabía yo?

En algunos minutos ya era hora de que me bajara, me apresuré y presioné el botón que me contaron mis padres, lo oprimí una vez que lo encontré y bajé del autobús, caminé lo poco que me quedaba y entre al gran hospital "Salud". La enfermera Clara ya me esperaba con mis deberes del día y si no me equivocaba casi todo era hablar con Matt y asegurarme que se encuentre bien.

Suspiré, no quería verlo de nuevo pero tenía que hacerlo, arregle mi cola de cabello y subí a su cuarto toqué su puerta y espere a que me llamara, después de unos 5 minutos lo hizo.

- Hola nena - me dijo con una sonrisa arrogante. Se encontraba en una silla leyendo.

- Hola nene - reí por la cara que puso Matt cuando le dije eso. - Claro tú me puedes decir nena pero yo no te puedo decir nene.

- Me sorprendió, pero si así me quieres decir, no me quejo - me guiñó un ojo.

Levanté una ceja y comencé a decirle lo mal que estaba frente a conquistar mujeres, lo motivé a salir de su cuarto, claro pidiendo el permiso de Clara. Al tener todo listo salimos al patio para comenzar de nuevo una conversación tonta, pero a la vez la más fascinante que he tenido en mi vida.

- No puedo creer que me obligaran a traer esto - señaló el tanque de gas - Es humillante.

- Vamos, a las chicas les parece sexy - le guiñé el ojo, soltó una carcajada - Además, creo que eres el único adolescente que le queda bien la silla de ruedas.

- Vamos, todos sabemos que es mentira - movió su cabeza de un lado al otro - Aparte, eres la única chica sexy que conosco que hable conmigo de forma natural.

- Supongo que es fácil hacerlo contigo - levanté mis hombros, pero a decir verdad quería hacerlo por el bien de él. Sentía que se lo debía.

Conversamos un poco más, antes de que la cena fuera servida, pero a Matt no le gustaba salir de su habitación seguido, así que le llevé de comer haciendo que unos pocos minutos después de terminar se quedara dormido. Estaba a punto de irme pero Karen llegó con su bolsa y ropa normal, haciéndome la señal de si nos íbamos juntas, lo acepte pero tenía miedo de que fuera a vengar de mí por lo anterior.

- Pareces cansada - me dijo al salir del hospital, su sonrisa se encontraba ya en su cara.

- ¿Por qué lo haces? - fuí directo al grano, no quería que me humillara, aunque me lo merecía, no soportaría pasar por ese dolor.

- Si piensas que estoy enojada contigo, bueno no te equivocas pero, al conocer a estas personas te das cuenta de que la vida no la puedes desperdiciar odiando a los demás y me parece que necesitas una amiga en estos momentos.

- La necesito, es cierto ¿por qué no atiendes a Matt? - pregunté, no me dí cuenta cuando salió de mi boca hasta que Karen se me quedó viendo sorprendida, junto sus manos y se puso tensa.

- Porque el no me quiso, dijo que no permitiría que sufriera por causa suya - sus ojos se apartaron de los míos - Sabes, debo irme nos vemos mañana. - Se despidió con la mano y se fue corriendo.

Bien esa no era la respuesta que esperaba. Tendría que trabajar duro para que Karen se encargara de Matt cuando me valla del hospital.

Mi ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora