IX

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Todos callaron y la miraron cuando Thena la saludó. Nubia estaba en silencio ¿qué debía hacer? Ignorarla parecía una buena idea después de todo fue la platinada quien la dejó. Además ella no estaba allí para verla sino para cumplir con la voluntad de Ajak. No, pensó, no puedo ser tan infantil.

─ Hola, Thena ─ la saludó queda y miró a Gilgamesh. ─ ¿Puede tener un pedazo de pie? Me muero de hambre.

─ Claro, vayamos a comer ─ sonrió el cocinero. Nubia desvió la vista a otro lugar y se dió la vuelta.

No le importaba parecer una cobarde evitando la confrontación así que se quedó allí a un lado de Ikaris que observaba quieto el paisaje desértico.

─ Pompón ─ dijo él con una suave sonrisa en los labios. Nubia lo miró, sonriendo al oír el viejo apodo.

─ Rayito ─ murmuró.

─ Nada resultó como queríamos ¿no? ─ dijo con la vista puesta en Sersi. Ella hizo una mueca.

─ Tuviste la oportunidad, yo no.

─ Si... ─ su semblante cambió. ─ Siempre tiene que haber un villano, el que tiene una mirada diferente. El que se arriesga a tomar la decisión que los otros no, por el bien de todos.

Nubia frunció el ceño pensando en sus palabras. Podía ser que uno no entendiera las decisiones de otro porque a lo mejor tampoco sabía sus razones para tomarlas o simplemente no las compartía. Y que él creyera que esa decisión era la mejor no significaba que lo fuera realmente, sino que él había decidido creer eso o las circunstancias lo habían hecho creer en ella. Pero para otra persona no podía ser así y se terminaban tomando caminos sin considerar la opinión o sentimientos de los demás. ¿En qué punto pasaba a ser desconsiderado y egoísta una decisión que se había tomado con la intención de hacer lo mejor para todos?

─ Eso no significa que la decisión sea la correcta ─ Ikaris la miró pero tan pronto sus ojos se encontraron giró la cabeza al otro lado. ─ No hay buenos o malos, nosotros lo sabemos.

─ Eso supone que cada uno es responsable de sus acciones.

─ Lo es, siempre hay más de una forma. A veces sólo hay que darle la oportunidad a los demás y renunciar a nuestro orgullo.

Ambos se mantuvieron en silencio un minuto, la protectora observó al grupo caminando hacia la casa y sus ojos fueron a parar a una cabellera platinada. Luego se acercó a Ikaris que se encontraba viendo los dibujos de Thena.

Sus ojos vieron el papel que Ikaris ahora tenía en las manos. En él estaba una mujer de espaldas, sentada en una roca, en un bonito paisaje verde. Su cabello era ondulado y castaño. Y el lugar era-

─ Nubia ─ la llamó su compañero eterno, ella lo miró. No había notado la humedad en su rostro hasta que él pasó una mano por su mejilla, secándola. ─ ¿Aún la amas?

N U B I A // thenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora