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año 4500 a.c

Nubia estaba sentada en una roca, la vista al arroyo era preciosa. Con agua cristalina, color azul, el reflejo de la vegetación y los animales. Todo era hermoso y tan sereno.

─ ¿Nubia? ─ Thena caminó hasta el claro en el bosque. Era el lugar favorito de la castaña, allí se pasaba horas en sus momentos libres, se lo había mostrado hace poco y solían ir a pasar el rato.

Nubia miró de reojo como la platinada se acercaba a donde se encontraba y se sentaba a su lado.

─ ¿Qué sucede? ─ preguntó en voz baja, no quería romper con la calma del lugar.

─ No importa ─ la voz de Nubia sonaba desanimada, Thena se preocupó, no le gustaba verla así.

Se giró hacia ella y llevó un dedo debajo de su mentón levantándole la cabeza.

─ Bia ─ la aludida alzó la vista, encontrándose con los ojos celestes verdosos de la guerrera, le encantaba cuando la llamaba así. ─ ¿Qué es lo que te tiene así? Sabes que puedes decirme lo que sea.

Nubia suspiró y bajó la vista a sus manos.

─ Me siento inútil en batalla ─ dijo con el ceño fruncido.

─ Bia ─ tomó sus manos al notar como la castaña se las miraba. ─ No sabes las veces que nos has salvado la vida y la cantidad de personas que siguen en este planeta gracias a ti.

─ Desearía poder hacer más ─ dijo viendo las manos de Thena sobre las suyas, se sentían cálidas.

─ Ya haces lo suficiente, eres tan necesaria como cada uno de nosotros.

Nubia cerró los ojos un momento, tan sólo sintiendo el calor de su piel.

Hace unos días habían salido a cazar desviantes, eran más de los que pensaban y terminaron en problemas. Aunque lograron acabar con ellos las cosas se habían complicado durante un momento.
Un desviante casi golpea a un grupo de personas y Nubia los protegió tan rápido como pudo, quería mantenerlos a salvo pero varios corrían en distintas direcciones y le dificultaban la tarea. Al mismo tiempo se encontraba viendo por Thena, dos desviantes se encontraban dándole pelea y uno logró golpearla empujándola varios metros atrás. Quería ayudarla pero no podía quitarle la vista de encima a los humanos, el otro desviante corrió hacia la platinada y parecía que las cosas no iban a acabar bien pero Ikaris apareció justo a tiempo. Nubia se sintió un poco celosa, ella quería cuidar de Thena pero no poseía el poder que él como para hacerlo.

Si fuera rápida como Makkari habría estado allí en cuestión de segundos o si pudiera volar como Ikaris hubiera tenido una mejor vista como para actuar.

Le daba impotencia.

Thena corrió unos cabellos que caían en su rostro y Nubia abrió los ojos, ambas se miraron fijamente. La mirada de la platinada era firme e intensa, sentía que podía ver a través de ella.

N U B I A // thenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora