Pasaron los días y las conversaciones entre Minghao y Mingyu se limitaban a saludos en el trabajo y a cortas salidas a la hora del almuerzo, pero el chino aún seguía pensando qué plan podía hacer para pagarle por la cena. Una mañana, recordó que finalmente se estrenaba una película que había esperado mucho tiempo y si bien su primer pensamiento fue invitar a su superior, creyó que sería mejor preguntar a sus amigos primero.
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Minghao se sentía molesto con sus amigos por volver todo lo que decía a una conversación sobre su vida personal y sobre Mingyu, pero en el fondo siempre había pensado en ir con él, así que sin más remedio le escribió un mensaje.
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- Me gustó mucho la película, ¿pero no fue un poco romántica una invitación al cine para alguien que sólo tiene lugar en su corazón para el arte? -dijo Mingyu con tono burlón cuando salieron del lugar.. -¿Nunca fuiste a ver una película con tus amigos?- -Sí, pero no cuando recién los conocía.- -A veces hay que ser diferente. -respondió Xu alzando los hombros. -Lo que ocurre es que al cine se va de tres maneras: para estar solo, para divertirte con tus amigos y luego cenar y para tener una cita. La primera opción está descartada porque somos dos, la segunda también porque no me invitaste a comer, así que...- -Creí que te había dejado en claro mis sentimientos, Mingyu.- -Noo, está muy claro lo que dijiste. Me confunde tu actitud.- -Si esto no te parece bien podemos seguir cada uno por su lado.- -No hace falta que te pongas a la defensiva, Minghao. ¿Por qué no vamos a otro lugar y conversamos más tranquilos?- -Es que no tengo nada más para decirte.- -¿A qué le tienes miedo? -el coreano intentó acercarse. -Quédate ahí. Nada me asusta. ¿Acaso no entendiste que no me interesas?- -¿Por qué de repente eres tan agresivo? -Kim suspiró. -Minghao, si quieres seguir convencido de que nadie va a poder derribar tus barreras me parece perfecto. Pero cuando te guste alguien, vas a darte cuenta de que el arte no es todo en la vida. Puede llenarte y ser tu pasión, pero no va a darte amor ni una vida estable por sí solo, necesitas de alguien más. Y si no quieres que sea yo también está bien, pero en ese caso deja de darme señales ambiguas.- -Nunca te di señales ambiguas. Que tú estés desesperado y eso haga que alucines no es mi problema.- -¿Sabes qué? Tienes razón, mejor sigamos cada uno con lo suyo. Espero que nunca te enamores, Xu, es bastante doloroso. -remató el más alto y se fue dejando al otro parado en medio de la solitaria acera. El chino sintió cómo sus ojos se cristalizaban, un poco por furia, otro poco por vergüenza y más de lo que él quisiera admitir, también por tristeza. Siguió caminando por aquella calle que parecía abandonada cuando notó que había empezado a llover. Típico de Seúl. En ese momento hasta se arrepentía de haber dejado China para ir a vivir allí. Todo le parecía inútil. Decidió llamar a Jun para conseguir un poco de consuelo. Por suerte su buen amigo lo invitó a su departamento para hablar y hasta le dijo que podía pasar la noche, así que Minghao tomó un taxi y fue para allí.
