MOON KNIGHT: CRÓNICAS LUNARES

CAPÍTULO 4.

Steve se hallaba ahora en su Penthouse de lujo, listo para otras reuniones corporativas aburridas y tediosas. Lo único que no se estaba volviendo tedioso era su vida nocturna, Moon Knight volvía su vida más interesante. Sin duda alguna, la monotonía le estaba aburriendo la vida, y eso no era nada bueno.

—¿Quieres salir Marc? Lo siento, ahorita no puedes, no hasta que te reconcilies con Rachel.

Marc quería salir, sin duda alguna, pero Steve no lo iba a permitir, no esta ocasión, fue rápidamente al baño, tomo 2 píldoras personales y espero impaciente dentro del baño, cerró la puerta en caso de que alguien entrara en su penthouse y permaneció allí, sosteniendo con fuerza su lavabo, tratando de impedir que física y mentalmente Marc Spector saliera a la luz.

—¡Lo siento Marc, no, no puedes salir, no lo permitiré! ¡No me obligues a golpearme a mi mismo para que te calmes!.

Sostuvo el lavabo con tanta fuerza que formó una pequeña grieta, y su mano comenzó a sangrar a causa de las astillas clavadas en su piel.

—¡No saldrás a la luz Marc, cada vez que sales nos metes en un problema tan grande a todos! ¡Solo te dejaremos salir cuando realmente quieras reconciliarte con Rachel!.

Finalmente, Marc había cedido y decidió esconderse en la oscura celda mental en donde los demás lo tenían encerrado, Steve se encontraba sudoroso y jadeante debido al enorme fuerzo físico y mental que tuvo que hacer para contener a Marc.

—No, no vas a salir Marc, se que eres el primero de todos, el original, el verdadero poseedor de este cuerpo, pero tu solo nos quieres encerrar en tu mundo perfecto para aparentar una vida tranquila.

"Marc Spector no debe salir, el no sabe la grandeza que le fue concedida"

—Lo se Kunshu, lo se— respondió Steve— Marc no va a salir, no se lo permitiremos.

                                                                                          (...)

El grupo había descendido por el largo túnel para llegar a las cámaras internas de la misteriosa 4ta pirámide, caminaron por unos metros. Marc simplemente estaba concentrado en la misión, como siempre lo había hecho. No podía creer lo que estaba a punto de hacer, era algo inaudito, algo que tal vez se lo perdonaría luego de un año o dos.

No, había cosas que nunca se perdonaría, cosas de su pasado que siempre lo atormentarían, tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta maldad, solo para acumular unos 200 millones de dolares en misiones de asalto, robos, asesinatos e inicios de insurrecciones civiles en países en guerra.

Aun recordaba como aquel padre palestino cargaba a su niño con las piernas mutiladas a causa de una granada. Aun recordaba como había dejado a su suerte a aquel presidente Yurkniamese cuando soldados de un golpe de Estado entraron a su palacio. Simplemente había cosas que nunca podía perdonarse de si mismo, esas solo eran un puñado de todos las atrocidades que cometió en su vida como mercenario.

—¿Estas bien Marc?— preguntó nuevamente Talía

—Si, si estoy bien simplemente estoy algo pensativo, creó que no puedo olvidar ciertas cosas.

—¿Quieres decirme que pasa?

—No, lo lamento, no quiero sonar grosero, pero a penas te conocí 4 meses atrás, y usualmente comenzó a confiar en las personas luego de años de amistad.

—No te preocupes, te entiendo, con tu historial de vida ¿quien no se le dificultaría creer en las personas?

—¿Que?