Ataliah
—Otra vez cruzando miradas con Zach Halstead, deberías hablarle —habla Josselin, la única que considero amiga.
La cafetería está repleta de personas nuevas, padres acompañando a sus hijos y a mí solo me importa seguir mirando los perfectos ojos grises del chico que está a unos metros de mí.
Llegó aquí hace tres años debido al nuevo trabajo de sus padres. Me contaron que gracias a eso muchas cosas en su familia mejoraron, incluyendo su estatus social.En realidad, el estatus social de una persona no me interesa en lo absoluto. Solo veo los valores y la forma de pensar, el resto pasa a segundo plano.
Casualmente está en la misma academia de ballet que yo, pero tiene el cuerpo un poco más fornido que una bailarín de ballet promedio.
—Ataliah.
—¿Qué?
—Se nota que también le interesas —habla con la boca llena— Habla con él.
—Si tanto le intereso, que me hable él.
Me encojo de hombros y Josselin rueda los ojos.
Suena el timbre y se forman filas de gente en las puertas ara poder entrar a los salones de forma ordenada.
Gracias a los santos, las horas pasan rápido y en menos de nada ya estoy almorzando con el mujerón que me dio la vida y sabido mantener el liderazgo del clan sola hasta ahora.
—Mamá.
Me mira, expectante.
—¿Alguna vez te ha gustado… algo?
—Por supuesto, siempre me ha gustado la plata.
Dibujo una media sonrisa y jugueteo con los restos de comida en mi plato.
—¿Te gusta alguien? —la pregunta me toma por sorpresa.
Alzo la mirada y me encuentro con la de mi madre a la espera de una respuesta clara. No le gustan los rodeos.
«Diablos ¿Por qué no heredé la heterocromia?»
—No me gusta, solo me atrae —trato de sonar segura.
Su mirada se transforma. No hay enojo, solo… ¿Ilusión? ¿Preocupación? No lo sé.
Asiente y mi corazón bombea fuertemente. Atlanta Hamilton no es una mujer de regaños, puede que tenga un aire de mujer mandona, pero es la mejor madre, sin duda alguna.
—¿Cuál es su nombre?
—Zach Halstead. Estudia en el instituto y también asiste a clases de ballet.
Se queda pensativa y yo esperando una respuesta.—¿Sucede algo? —indago.
—Nada, solo…
—Señora Hamilton —interrumpe Ian—el korol está en el intercomunicador—ruedo los ojos— Dice que es urgente.
—Hablamos cuando regreses de la academia.
Me da un beso en la frente y se marcha dejándome sola en el comedor.
Dejo los platos en el fregadero y subo a mi habitación. Me ducho y entro al vestidor con el cabello envuelto en una toalla.Me visto con el traje que usualmente usamos en la academia, meto las zapatillas en la mochila que me cuelgo en un solo hombro. Cojo mi teléfono y salgo de la habitación escaleras abajo con los escoltas esperándome en la camioneta.
Soy la última en llegar a la academia. La instructora enseña a perfeccionar nuestras piruetas hasta que enciende Para Elisa de Beethoven...
—Ataliah, Zach. Vengan.
Me levanto del suelo y la instructora me indica que haga una pirouette. Obedezco y mi nariz roza con la de Zach que se aleja para dar hacer los mismo seguido de un développé.
La instructora a está explicándoles a los demás lo que deben hacer y lo que no. Zach y yo seguimos bailando, hago un sissone simple y él me sujeta en el aire, nuestras miradas se encuentran y me siento en un mundo muy aparte de todo.
Mi corazón se acelera, el brillo en sus ojos grises se hace cada vez más fuerte y siento mi corazón derretirse cuando muestra sus dientes perfectos con una cálida sonrisa.
No sé cómo se sentirá él pero yo estoy bailando entre nubes confirmando lo que siento por él.
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EFÍMEROS (EN PAUSA)
General FictionTras la muerte de su padre, Atlanta debe tomar el liderazgo del clan Hamilton y mantenerlo en la cima demostrándole a su hija que no solo los hombres pueden obtener un máximo poder. Sin embargo, Joshua Sullivan no se quedará de brazos cruzados y tra...