Capitulo VIII

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MATT

Después de haber estado un rato en la cocina con los guisantes fui a mi habitación. No había podido evitar pensar en volver a besar sus labios, eran tan, tan guau. Espera espera, tenía que olvidar eso me estaba volviendo un marica. Pero la verdad era que no sabía que hacer. Sabía que ella me odiaba y... lo entendía con todo el infierno que le he había hecho pasar a la pobre todos esos años. Pero era la única manera que sabía para llamar su atención, yo solo era el amigo de su hermano... y luego llego Adri, el que la salvaba del monstruo.

No quería admitirlo, pero quería que Elizabeth fuera mía. Quería verla a mi lado, verla sonreír a cada momento, ver como arrugaba su nariz cuando algo no le gustaba, abrazarla cuando tuviera miedo, cuidarla y mimarla, protegerla de todas las cosas, quería verla feliz, feliz a mi lado.

Mi teléfono empezó a sonar sacándome de mis pensamientos. Saqué mi movil del bolsillo del pantalón y descolgué.

-¿Diga?-respondí sin mirar el nombre de la persona que me llamaba.

-¡Hey golfo! ¿que tal marica?- a ver a ver a ver ¿quien era? Me separé el teléfono del oído y vi en la pantalla las letras del numero desconocido...-¿hermano sigues ahí?-preguntó la persona que estaba al otro lado de la linea.

-Perdon, ¿quien eres?-pregunte confuso.

-Como que quien soy-rugió el chico de la otra línea-joder como no me puedes reconocer hermano, Adam soy Adam tío.

Mierda, Adam.

Colgué.

Os preguntareis quien era Adam ¿verdad?bueno os lo explicare. Era una larga historia que no me gustaba y que muy pocos sabían. Haría unos dos años yo tuve una novia, se llamaba Felicity, Felicity era la tipica chica... ligera, a la que todos conocían y no por la mejor fama. Pero yo en ese momento no veía más allá de sus largas piernas, culo redondo y un buen par de tetas, que queríais...las hormonas. Yo era la envidia de todo tío.

Un dia ella me llevo a conocer a unos amigos suyos, yo inocente fui, pero cuando llegué allí me llevé una gran sorpresa. Ella y sus amigos traficaban con armas y drogas, flipante ¿eh? Pues bueno, a mi si me lo parecía. Los chicos eran majos, se llamaban Oscar, Troy, Chack y Adam. Yo me hice muy amigo de Adam, éramos como hermanos por así decirlo, y poco a poco me fueron metiendo en el negocio sin yo darme cuenta. Yo empecé a alejarme de mis amigos y de mi familia , pasaba más tiempo con ellos y con Felicity, hasta que un día, me dijeron que necesitaban mi ayuda. No pude negarme, y les dije que si. Mi trabajo consistía en cargar mercancías de un vagón a otro, no parecía difícil, o eso pensaba.

Cuando estuve allí empezamos el trabajo hasta que... llegó la policía. Yo no sabía que hacer, Oscar, Troy y Adam sacaron sus pistolas y yo me acojone, hubo disparos y mucha sangre. Solo sobrevivo Adam, Felicity, dos policías de seis y yo. En mi casi, conseguí, no se ni como, escaparme antes de que me vieran. Felicity desapareció y no la volví a ver más y a Adam lo metieron en la cárcel y estuvo allí hasta...ahora. Esa historia solo la sabía Greg, después de que pasara todo aquello yo me centré en mi familia y mis amigos, y sobretodo en Liz. Justamente en esa época fue cuando pasó todo aquello con Sergio y bueno a pesar de sus cambios, mi amor por ella empezó a tomar fuerza. Yo la seguía viendo igual de preciosa y bonita , pero ella se cerró tanto en si misma que para mi fue como si se me rompiera un trocito más de alma...


Un rato despues me llego a las fosas nasales un delicioso olor y supuse que Liz estaba haciendo la cena. Baje las escaleras y me la encontré en la cocina con su pijama que para ser sinceros, se le veía bastante sexy, moviendo el culo mientra hacía la cena, se le veía tan adorable y tan picarona a la vez que hacía que algo dentro de mi chispease. Me quedé observándola un rato hasta que ella noto mi presencia y se giró, quitándome las vistas de su precioso culo.

-¿Que quieres?-preguntó ella en un tono frio.

-Que humos, he bajado para comer algo y ya te he encontrado aquí meneando ese culito mientras cocinabas, que hay que admitir que lo mueves bien, muy bien-le dije con todo la sinceridad del mundo mientras miraba sus precioso ojos marrones.

-¿Quieres volverte a ganar un puñetazo y una patada más? -me preguntó ella apuntándome con un tenedor y con la otro mano en la cadera, no pude evitar compararla con mi abuela cuando me reñia y estallé en carcajadas.

Ella siguió haciendo la cena. Cuando acabo de hacerla nos pusimos los dos a cenar en silencio hasta que ella se levantó de la mesa con su plato casi lleno y empezó a recoger.

-¿No vas a comer más?-le pegunté con el ceño fruncido

-No,no tengo más hambre-respondió-si quieres cómetelo tú.

-A no señorita, hasta que no te lo acabes todo no te levantas de la mesa-le dije yo serio, joder ya parecía mi madre. Ella estalló en carcajadas y cuando fruncí más el ceño, rió más. No me gustaba que se riera de mi pero había que admitir que tenía una risa preciosa y además, contagiosa.

-Tu no eres mi madre-dijo intentando recuperar el aliento.

-Lo se, pero ahora estoy yo a tu cargo y mi deber es hacer que te comas toda la comida, además, para estar flaca no tienes porque deja de comer-ella agacho la mirada y se sentó en la isleta con la mirada gacha y fija en sus manos entrelazadas sobre la encimera, había dado en el clavo.

-Ey mírame- le dije-estás perfecta ¿vale?Jamás debes dejar de comer para gustar a la gente, es tu cuerpo y a quien no le guste que no mire, no tienes porque sufrir por los demás ¿entiendes?- le digo, no me gustaba que dejara de comer por eso. Volvió a agachar la cabeza

-Ademas, ya te lo he dicho, estas perfecta, joder que si lo estas, el otro dia que te ví después de todo el verano casi me pega algo al verte, es que enserio Liz, mírate, estas para chuparse los dedos- le dije para animarla, pero en el fondo lo decía de verdad.

Ella se levantó de la mesa, pensaba que para irse pero no. En vez de irse, se acercó a mi y me abrazó .

Oh santo Dios, que bien se sentía.

Tarde en reaccionar pero al final acabé abrazándola. Ella escondió la cara entre el hueco de mi cuello y en ese momento me sentí la persona más feliz del mundo.

Noté como ella olía mi colonia, bueno más que oler parecía que se la esnifaba, pero bueno... Empecé a reír por mis propios pensamientos.

-Lo siento, pero es que me encanta tu colonia-me dijo ella. Me la quería comer, era tan tierna.

-No pasa nada, me alegro de que te guste.- aproveche la situación y la subi a mi regazo. Empecé a acariciarle el pelo, y note como todo mi cuerpo se relajaba.

Tenia que decírselo, era ahora o nunca, pero me daba miedo. Quería decirle que me gustaba, que la quería a mi lado para siempre. Pero, ¿y si me rechazaba? ¿Y si no le gustan ? ¿Y si me pegaba? O peor aún, ¿y si me dejaba estéril? Que dificil era esto, pero si no lo hacía luego me arrepentiría.

-Eh Liz hay algo que tengo que decirte- le dije casi susurrando.

- Megustas- las palabras salieron tan rápido de mi boca que salieron atropelladas y ni yo me entendí.

No contestó.

Seguía sin contestar, así que giré la cabeza para verla.

Estaba muerta.

NOO.

Ah no, solo estaba dormida. Que susto, por un momento casi se me salió el corazón del pecho.

Se había quedado dormida en mis brazos.

Decidí subirla en brazos a su habitación, y ya allí la acomodé en su cama. Parecía tan tranquila, tan bonita... Realmente parecía un ángel. La arrope bien y admiré sus facciones desde mi posición. Acerque mi dedo índice a su delicada cara y le acaricié la mejilla con mucho cuidado. No aguantaba mas las ganas, tenía que besarla.

Me acerqué lentamente hasta casi rozar sus labios. Por unos segundos estuve a punto de irme sin mirar atrás, pero no podía, no quería. Y delicadamente, para no despertarla, uni nuestros labios en un casto beso.

enamorada del mejor amigo de mi hermano (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora