Me desperté con un dolor de cabeza terrible. Medio dormida todavía, miré el reloj del móvil.
MIERDA.
Eran las 11 menos cuarto de la mañana y tenia clase. Bueno, ya no hacía falta que me arreglara. Total, ya no llegaba. Me levanté de la cama y bajé a bajo para comer algo, estaba muerta de hambre. Cuando entré en la cocina, divisé un papel en la isla y me acerqué para leerlo.
"Buenos días mocosa, has tenido suerte, hoy no hay clase. Por eso te he dejado dormir, pero no te acostumbres. Me voy al Gym con Adri, prepara comida que vendremos lo dos a comer"
-Greg
Menos mal, necesitaba descansar y, sobre todo, no encontrarme con aquellos dos imbéciles. Me dirigí hacia el armario para coger lo esencial para preparar el dulce jugo de la vida, el café. Me preparé unas tostadas con mantequilla y me puse a desayunar. Mientras desayunaba me puse a pesar que prepararía para comer. Cuando acabé de comer mi desayuno, me levanté de la isla y me puse a limpiar lo que había ensuciado. Mientras lavaba el plato y la taza oí como se abría y se cerraba la puerta. Supuse que eran Adri y Greg.
-¿Ya habéis llegado?-pregunté mientras me giraba, pero cunado lo hice me dí cuenta de que no eran Adri y Greg.
-¿Me esperabas?- hablo Matt- aunque vengo solo, a no ser que también quieras ver al pequeño O'donell, que no es tan pequeño- se rio. Yo gruñí y cogí lo primero que tenía en la mano, la cucharilla del café, para tirársela a la cabeza. Lamentablemente, la esquivó.
-¡Largo de aquí !- le grité furiosa.
-Ehh tranquilízate fiera
-Te dije que no volvieras- le dije entre dientes.
Caminé para ir a mi cuarto, pero cuando pasé por su lado, me cogió del brazo y me estampó contra la pared, acorralándome, dejando su cara a centímetros de la mía.
-Y yo que no me amenazaras y que cumplieras mis ordenes- Su cara estaba muy cerca de la mía, tanto, que nuestras narices se tocaban.
-Pero que narices dices Matt, tu no eres mi dueño- la dije roja de la rabia mientras intentaba salir de su agarre. Pero en respuesta, el apretó más su cuerpo contra el mío y hundió la cabeza en mi cuello mientras me susurraba:
-Eres mía aunque no lo quieras aceptar.-La rabia que corría por mis venas hizo que una oleada de fuerza empujara a Matt lejos de mi, momento en el cual aproveche para salir corriendo de allí, directa hacia mi habitación.
-¡Liz!- oí como gritaba mi nombre mientras subía las escaleras, hice caso omiso a sus gritos y seguí mi camino, acelerando el paso-¡Elizabeth!- gritó esta vez más fuerte, y más cerca.
Yo aceleré más mi paso, casi hasta el punto de correr, pero cuando pasé por delante de su habitación el me cogió por detrás y me arrastró hasta su habitación. Cuando estuvimos dentro, cerró la puerta de una patada y me empotró contra ella, hasta clavarme el pomo de la puerta en la espalda. Pero en aquel momento, eso no me importaba.
No me importaba porque en lo único en lo que podía pensar era en lo cerca que estaban sus labios de los míos, en su mano derecha aprisionando mis muñecas a lo alto de mi cabeza, en su otra mano, cogiendo mi cintura y empujándome más contra la puerta, en su aliento chocando en mi mejilla, en los bellos erizados de mi piel. Mi mirada viajo a sus ojos verdes y ví como el tan solo prestaba atención a mis labios entre abiertos. Cuando fui a abrir la boca para gritarle lo imbecil que era el acorto la distancia que habia entre nuestros labios y me besó.
Me beso ferozmente, con ansia, con necesidad. Mis labios al principio se quedaron quietos, al igual que el resto de mi cuerpo. Estaba en shock. Sus dientes mordieron mi labio inferior, haciendo que mis labios se abrieran, lo justo para que el pudiera introducir su lengua en mi boca. Mis labios, en desacorde con mi cerebro, respondieron sus hambrientos besos, desobedecieron las órdenes enviadas por mis neuronas y se acompasaron con sus labios. Mis manos viajaron a su pelo, mis dedos se enredaron en las hebras de su suave pelo y juguetearon con ellas. El apretó más su cuerpo contra el mio y pasó las manos al bajo de mi espalda. Nuestras lenguas danzaban en perfecta sincronía hasta que decidió pasar las manos a mi trasero. Yo lo separe de mi bruscamente y ahogué un quejido. Todavía me dolía bastante por el moreton que me había dejado Dylan el día anterior.
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enamorada del mejor amigo de mi hermano (Completa)
Novela JuvenilElizabeth Yackman, una chica de 18 años. Es guapa, orgullosa, cabezota y sobretodo muy sensible. Este año, será muy diferente a otros. Tendrá que lidiar con una serie de problemas que le harán replantearse que quiere y sobretodo, a quien quiere. M...