Capitulo IX

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Dios santo del amor hermoso, esos labios, seguí besándola unos segundos más, y luego me fui alejando lentamente de ella, se le veía tan hermosa. La arrope y le di un pequeño beso en la frente.

-Buenas noches princesa-susurre y me fui de su habitación.

Cuando entre en mi habitación lo primero que vi fue mi móvil con la lucecita roja parpadeando. No quería ni mirar los mensajes, me dirigí al armario a coger unos pantalones de chándal y unos boxers para luego irme a la ducha. Necesitaba relajarme un poco, tenía los músculos tan tensos que parecía que se iban a romper en cualquier momento. Entré en el cuarto de baño, puse la música y empecé a desvestirme para meterme a la ducha.

Hacía ya una hora que estaba despierto en la cama con los auriculares puestos y no me podía dormir, tenía demasiadas cosas en la cabeza. No podía para de pensar en los labios perfectos de Liz, en que los necesitaba otra vez, necesitaba sentirlos pegados a los míos, necesitaba sentirla a ella. Me levanté de mi cama y me dirigí hacía su habitación.

Abrí la puerta con cuidado de no hacer ruido para no despertarla. Seguía dormida, profundamente dormida. Estaba en el lado izquierdo de la cama en forma fetal, era tan mona. Me acerqué por la parte derecha de la cama y retiré las sabanas para meterme dentro. Con mucho cuidado me pegué a ella y la abracé de la cintura haciendo que se pegara más a mi. Se estaba tan bien. Elizabeth se empezó a mover y a mi me entró el pánico. Se giró, pero cuando lo hizo, elle seguía dormida profundamente. Se acurrucó más a mi y colocó su cara en el hueco de mi cuello. Yo apoyé la cabeza encima de la suya inhalado el adicto olor de su pelo. No tardé mucho en caer en los brazos de morfeo.

ELIZABETH

Me desperté gracias a que tenía dificultades para que el aire pasara por mis pulmones, literalmente, algo me estaba oprimiendo el pecho y no podía respirar. Abrí los ojos con dificultad debido a la luz que entraba en mi habitación, cuando lo logré, me di cuenta de que era lo que me oprimía el pecho. Un brazo...

UN PUTO BRAZO

Enseguida el pánico se arraigó en mi sistema. Levanté la mirada para ver el rostro del individuo... Mis ojos chocharon con la imponente figura del propietario del brazo, y cuando mis ojos reconocieron las facciones familiares del chico, toda la sangre de mi cuerpo se heló. La realidad y la confusión explotaron en mi interior y juro que casi sentí como mi corazón se saltaba un latido. No podía creer lo que estaba pasando, no debía ser real. No podía estar durmiendo con Matt abrazado a mi. En cuanto mi cuerpo fue capaz de conectar con mi neuronas, el caos se desato en mi sistema y empecé a removerme como una loca.

Su cuerpo era muy pesado como para poder moverlo sola en peso muerto, ya que seguía dormido. Me alucinaba lo profundo que tenía el sueño como para no despertarse con mis meneos. Hecha una furia por el coraje que me había invadido al despertarme en esta situación y al no poder deshacerme de su cuerpo pesado, le pegue tal manotazo en la cabeza que de un respingo se incorporó en la cama. Su mano viajó a la zona de la coronilla, anteriormente golpeada por mi, para sobársela. Su cara era una mueca de confusión, hasta que sus ojos encontraron los míos, los cuales se fueron abriendo hasta el punto de parecer platos. Su cabeza ató cabos y en cuanto vio mi cara de reproche se alejó un poco de mi, pero sin irse de la cama.

No fue, hasta ese momento, que me di cuenta. Iba sin camiseta. Sus perfectos hombros lucían tensos, supongo que debido a la situación; sus abdominales, bien marcados, invitaban a mis manos a querer tocarlos, a acariciar los surcos que delineaban los cuadraditos, unos cuadraditos que parecían estar hechos a medida, moldeados por un Dios... Su pecho, también marcado, subía y bajaba lenta y pausadamente, a un ritmo que se me antojaba relajante, apaciguador... Una fina capa de sudor cubría su cuerpo y frente, y su pelo, negro como el carbón, lucía despeinado y alborotado. Le daba un toque juguetón y adorable a la misma vez.

enamorada del mejor amigo de mi hermano (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora