ORPHIC (Kpop Multifandom)

CAPÍTULO 8

MINGYU POV

Estaba acostumbrado a madrugar. En la cárcel las celdas se abrían a las siete de la mañana y nos daban una hora para ducharnos, asearnos y arreglar las camas. A las ocho debíamos estar en ese mugriento comedor, desayunando entre todos los presos algo que no estaba muy seguro de que fuese comestible. Y a las nueve ya teníamos las primeras dos horas en el patio, donde se aprovechaba para hacer ejercicio, fumar, jugar a las cartas, trapichear a escondidas de los guardias y las cámaras y donde sucedían la mayoría de los problemas.

Levantarme a las ocho de la mañana para trabajar dentro de aquellos muros que nos protegían de los homínidos me resultaba hasta cómodo.

SiYeon nos había puesto a vivir en la misma casa a Daniel, Jeno, Seonghwa y a mí, los ex y presidiarios, junto a YunHo, que sería el encargado de asegurarse que esa casa no se iba a la mierda y no se hacía lo que no se tenía que hacer.

Y el trabajo que nos habían impuesto podía sonar incluso irónico. La guardia interior de los muros, comprobar que todo iba bien dentro. No había muchos problemas, la gente convivía en armonía ahí, pero debíamos ayudar en todo lo que pudiésemos.

Nos habían dado una chaqueta bomber de uniforme, no era muy distinta a una normal, solo ponía nuestro nombre a un lado de la chaqueta y al otro GYSI, Guardia y Seguridad Interior.

En la cárcel me había acostumbrado a ducharme por las mañanas, nunca fui muy fan de aquello antes de entrar, la pereza y el poder dormir cinco minutos más me podía, pero desde que salí de la cárcel seguía haciéndolo.

Al despertarme me duché y me puse los pantalones de asalto, las botas, una camiseta negra y la chaqueta, todo del mismo color.

-Buenos días, delincuentes – dije bajando las escaleras de aquella pequeña casa - ¿cómo estáis? ¿habéis dormido bien?

-Han dado un aviso de que pasa algo a las afueras del poblado, hay mucha gente reunida y armando jaleo – dijo Seonghwa tirando el walkie talkie al sofá.

-Madre mía, el asesino se lo está tomando enserio esto del trabajo – bromeó Daniel sonriente y metiendo la cuchara en su tazón de cereales.

-¿Has visto? – Seonghwa sonrió – me estoy reinsertando – cogió un cargador de pistola del cajón donde los guardábamos.

Seonghwa debería estar preso, como Jeno, por asesinato. Nos lo explicó la primera noche, sin ningún tapujo, incluso orgulloso de lo que hizo. Cuando su novia llegó a casa una noche llorando y herida, él fue corriendo a ver qué le pasaba. Le costó decirle que un chico se había metido en el coche con él a punta de pistola y había abusado de ella durante horas. Se fueron a comisaría juntos, donde ella reconoció al hombre como un agente de seguridad, estando completamente segura de tenerlo delante a la hora de la denuncia.

No la aceptaron, no hicieron absolutamente nada, ni siquiera con el parte que le hicieron en el hospital, con las pruebas de que había sido abusada. Así que Seonghwa se tomó la justicia por su propia mano.

Pasaron un par de semanas y siguió a aquel agente hasta su casa, cuando se metió en el garaje, Seonghwa lo esperaba ahí, con un martillo en su mano, lo mató a golpes, lo descuartizó en aquel mismo garaje y lo metió en una bolsa dentro del maletero del coche de policía. Cogió ese coche y se presentó en la comisaría. Sacó la bolsa, la abrió, dejó los genitales cortados del hombre y cubiertos de sangre en el mostrador de la recepción, hizo una reverencia y lo detuvieron.

A Jeno le cayó bien al instante, se le iluminaron hasta los ojos cuando lo miraba contando aquello.

-Jeno y yo vamos a ir a dar el informe de los últimos días – avisó YunHo – ¿os encargáis vosotros tres de vigilar lo que pasa a las afueras del poblado? – nos preguntó a Seonghwa, Daniel y a mí.