Con la desaparición de Alison Dilaurentis, su hermana Audrey y sus amigas comienzan a recibir mensajes anónimos, y se dan cuenta de que en un pueblo tan pequeño como Rosewood todos te conocen. Y eventualmente tus mayores secretos serán revelados. Po...
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chapter two, ding dong la perra se fue
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Audrey volvía caminando de la escuela, pensando en que debería dar la bienvenida a la nueva familia que se mudó a su vieja casa, al menos para conocerlos y que no sientan remordimiento por vivir en el hogar de una chica desaparecida y una familia rota.
Pero las sirenas de una ambulancia y las luces rojas y azules de la policía llamaron su atención. Vio que una multitud estaba reunida frente a su antiguo hogar y allí se dio cuenta.
Alison había vuelto.
Apresuró su paso, casi corriendo hasta llegar a donde la gente se encontraba. Empujó a los vecinos, sin importarle nada. Los oficiales pasaban a su lado tan apresurados como ella, y Audrey no se paró a preguntar qué era lo que sucedía. ¿Una nota de -A y ahora esto? Confiaba en su instinto, Ali estaba viva y en Rosewood.
Un oficial de policía no la dejó pasar más allá de la cerca, y ella lo miró con una sonrisa —Permiso, soy hermana de... Alison.
Susurró el nombre de su hermana al ver a dos policías llevar un cuerpo bajo una bolsa negra. Como llevaban a los cadáveres. Audrey se olvidó del policía, de los vecinos, del mensaje, se olvidó de todo lo que la rodeaba, y ahora sólo lloraba.
Dejó caer todas las lágrimas que retuvo durante un año, todo el dolor, los secretos, las mentiras. Recordó que lo último que Alison y ella compartieron fue una estúpida pelea. Ahora su hermana estaba muerta.
Sintió unos brazos rodearla y sostenerla justo antes de que cayera de rodillas al suelo. Elevó su vista y vio a Emily y su rostro lleno de sufrimiento. Audrey se tapó la boca con una mano para callar los lamentos que salían sin previo aviso, y se acurrucó en los brazos de su amiga.
También recordó todas las veces que deseó que Alison estuviera muerta.
