Con la desaparición de Alison Dilaurentis, su hermana Audrey y sus amigas comienzan a recibir mensajes anónimos, y se dan cuenta de que en un pueblo tan pequeño como Rosewood todos te conocen. Y eventualmente tus mayores secretos serán revelados. Po...
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capítulo trece, alguien a quien culpar
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—Bien, odio admitirlo.— confesó Audrey, con su vista en su teléfono —Tenías razón, lloverá a medianoche y continuará durante el día.
Su hermano, sentado frente a ella en la mesa del café AppleRose sonrió sin dientes, bebiendo de su taza y revisando el programa del homenaje —Desearía que esto sucediera afuera, en el sol.
Audrey dejó su teléfono y con el ceño fruncido miró a Jason —¿Estás satisfecho?
—Sí, ¿qué hay de ti?
La chica se encogió de hombros y jugó con el tenedor y las sobras de su tarta —Me alegra que esto termine.
—¿Hablamos del homenaje o... saber qué le pasó a Alison?— preguntó el mayor, confundido.
Spencer y Emily horas antes le habían contado lo que vieron en la escuela cuando se encontraron con Jason para hablar del memorial, la policía revisando el locker de Toby, supuestamente era sospechoso en el caso de Ali, ellos hablaron por teléfono esa noche.
—Ambos.
—El homenaje saldrá bien.— aseguró su hermano, dejando el café en la mesa —Gracias a ti y tus amigas. Y yo... he apresurado a la policía.
—¿Tú sabías que Toby llamó a Alison?
El la miró —No. No... Wilden no debió decirme, pero... fue fácil provocarlo.— sí, la manipulación venía en los genes DiLaurentis —Tú eras la única que realmente retaba a Alison. Spencer también lo hacía, pero... nunca llegaban tan lejos. Siempre esperé ver alguna pelea fuerte, más de las que tenían diario... pero jamás pasaba.
Audrey recordó las peleas que ella y su hermana montaban dentro de la casa DiLaurentis, cómo su madre intentaba separarlas junto con su padre, y Jason mientras reía a lo lejos.
