Invitación

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Charles, (o cómo él quería que le llamasen, "Charlie") y Brooke estaban en un bar muggle, bebiendo cerveza y charlando. Ambos llevaban una sonrisa exultante en la cara.
Norberta se había curado casi completamente y la amenaza de muerte quedaba ya muy atrás. Habían necesitado un mes de vigilancia constante, mucha magia; mucha destreza por parte de ambos y muy, muy pocas horas de sueño. Charlie estaba aún más pálido de lo habitual, y hasta sus pecas parecían haber perdido color.
Brooke era un caos; pelo enredado, grandes manchas oscuras bajo sus ojos castaños, la ropa arrugada. Hacía ya mucho tiempo que no se había encontrado un caso tan complicado. Estaba orgullosa de sí misma. Sin ella, posiblemente la hermosa y voraz Norberta estaría muerta.
Miró al que creyó que ahora era un amigo, el único amigo que se había permitido tener, o que no había podido evitar tener desde aquella horrible noche.
Y es que con su pasado...
Sacudió la cabeza. Aquel no era el momento. Era momento de beber, divertirse, y luego, dormir al menos un día entero. Y luego... ¿qué? Ya había recibido varias cartas con algunos casos, que tenía y quería curar. Ninguno parecía tan grave como el de Norberta, cada uno debería llevarle dos semanas a lo máximo.
Pero en realidad, no quería irse permanentemente. Quería quedarse en Rumanía y seguir trabajando para ellos. Con Charlie.

En aquel momento le estaba contando cómo su madre se quejaba sobre su fijación por los dragones.

—Que si peligroso, que si solitario, que si no te vas a casar con una dragona y tener dragoncitos, que si nietos, que si ya tengo edad para dejar las aventuras, que si trabajar en el Ministerio de Magia con mi padre... − hizo un gesto de exasperación, todo esto acompañado por una gran sonrisa de dientes blancos − me vuelve loco, de verdad.

Brooke se rió con aquello, aunque en su corazón algo le hacía daño. Echaba de menos a su familia. Echaba de menos a sus amigos.

Pero ninguno de ellos estaba allí con ella. Sólo le quedaban los dragones, y puede que ahora, Charlie Weasley. Con su risa fácil, sus bromas, y, por la varita de Merlín, qué guapo era cuando reía...

–Vale, quizá esta cerveza muggle es más fuerte de lo que creía — refunfuñó.

No podía ponerlo en peligro también a él. Quizá le habían dejado en paz durante dos años, pero, eran dos años en los que no había parado de moverse, de no decir su nombre real. Mentir con en cuál de los Estados había nacido.

Era agotador tener que mantener aquella montaña de farsas, y odiaba mentir. Pero lo hacía por todas aquellas personas, para mantenerlas a salvo, para no hacer que las matasen por su culpa.

–¿Cómo? Bueno, en fin, tengo el horroroso placer de informarte que vas a tener la no-tan-suerte de conocer a mi madre.

–Pe-pero... — aquello iba en contra de sus planes de hacer los menos lazos posibles, ya se había excedido siendo amigable con Charlie, no quería hacerlo aún peor.

–No hay pero que valga, aún menos con mi madre. Así que mañana, prepárate para pasar el peor día de tu vida —se acercó más a ella, y "Brooke" pudo oler su perfume almizclado. Como ella, también olía a fuego. Insonorizó la reducida parte del bar en el que estaban —. Harry Potter también estará allí, y, debo advertirte que una vez te veas envuelta con mi familia y con él, podrías correr peligro. No sé cómo de enterada estarás sobre la situación que tenemos en el Reino Unido con los Mortífagos, pero...El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado quiere a Harry. Lo quiere muerto.

La última vez que lo había visto tan serio, era cuando Norberta había estado a punto de morir.

–Quizás vosotros también correréis peligro si os acercáis a mí, Charlie —. Susurró con voz preocupada — Quizás tu madre no quiera llevar aún más peligro a su hogar. Si aun así queréis que vaya, lo haré. 

Él la miró a los ojos, súbitamente preocupado. Brooke podía ver la duda bailar en sus ojos: Callar, preguntar, callar, preguntar, callar...

– Por supuesto, Brooke.

Aquel nombre le había dolido en lo más hondo. Se levantó de la mesa y salió del bar, internándose en la noche.

Eres como un dragón, Charlie WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora