Dos de septiembre, 1997

3.2K 239 31
                                    


El día estaba despejado. Hacía calor pero no hasta el punto de ser sofocante, una suave brisa enfriaba el ambiente. Hacía un tiempo estupendo, pero Brooke no notaba nada de eso, al igual que tampoco había reparado en que cada vez más gnomos de jardín se juntaban entre unos matorrales, esperando el momento adecuado para hacer sus maldades.

Una carta del Ministerio que había llegado aquella misma mañana. Estaba completamente arrugada por un espontáneo ataque de furia, pero arrugar aquella carta no la salvaría del problema. Fingir que aquel papel no existía tampoco.

Charlie se dejó caer a su lado con un suspiro

—No vayas. Nos inventaremos algo. Desaparece hasta que todo esto termine de una maldita vez. O podríamos convocar a la Orden...

Brooke se giró para mirarlo. Sabía que lo decía de verdad, pero...

—Vuestra familia se metería en aún más problemas y no seré yo la causante de ello. Además, la Orden tiene otras cosas de las que preocuparse—hizo una pequeña pausa para mirar a los matorrales, donde creyó escuchar algo—. Voy a ir. Y si me entregan, entonces sabré que mi vida se terminará intentando proteger a gente que me importa.

—¿Y has pensado en cómo me voy a sentir yo? —ambos se callaron durante unos instantes. Brooke notó cómo se le encendían las mejillas. —Al final hemos sido nosotros los que han causado problemas. Irónico cuanto menos...

—o digas eso. Me habéis dado muchas cosas, pero problemas no es una de ellas.

Era extraño. Después de años de huidas, iba a entregarse voluntariamente, aun sabiendo a lo que iba a enfrentarse. ¿Aunque realmente lo sabía? 

—Pensaremos en algo. Que te entreguen a los kasemea y consigan aliados no es algo que vaya a beneficiar a nadie. Lo que menos necesitamos es conseguir aún más enemigos.

Brooke se acercó a Charlie y lo besó sin más. Con tranquilidad, aceptación. Si aquel iba a ser su final, no se iría sin un último buen recuerdo. Los labios de Charlie estaban calientes. Fue un beso donde esas dos personas han aceptado que quizás ha llegado su final cuando ni siquiera había un principio.

—Definitivamente, necesitamos un plan —susurró Charlie, antes de volver a besarla.

—Definitivamente, necesitamos un plan —susurró Charlie, antes de volver a besarla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los dementores habían girado en su dirección nada más verla. Flotando sobre ella, deseando poder despojarla de su alma. Estaban alterados, ya que nunca habían percibido un alma tan rasgada por el dolor y la pérdida. 

Brooke se sentó en la silla con una tranquilidad que estaba lejos de sentir. Se puso cómoda, con la varita colocada en su antebrazo con una funda que había pertenecido a su madre. La mujer que iba justo detrás de ella no estaba tan tranquila. La pobre no había parado de susurrar preguntándose donde estaba su marido. Había tratado de tranquilizarla, pero sin resultado alguno. Y, dado que la mujer era hija de muggles, nada podría ayudarle.

Eres como un dragón, Charlie WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora