Capítulo 1

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Los brazos de Vi estaban siendo vendados por completo desde los hombros hasta las manos en el hospital mientras que la sheriff pasaba por una revisión en la estancia contigua. Cuando terminaron con sus curas fue directa a su habitación pero dudó y se detuvo frente a la cortina que ocultaba a Caitlyn.

-¿Cómo te encuentras? -le preguntó, mirando al suelo.

-¿Vi? No te quedes ahí, pasa -contestó ella mientras movía la cortina para poder ver a su compañera-. ¿¡Pero qué demonios te ha pasado en los brazos!?

-Bueno... los guantes no protegen tan bien de las balas como creía -dijo a la vez que pasaba y cogía una silla para sentarse-. Cuando llegue a casa intentaré mejorarlos. Pero eso no importa, ¿cómo te encuentras tú? Una no se cae todos los días desde un primer piso.

-Para empezar, no me caí, me empujaron. Y en segundo lugar, no me habría ocurrido nada de esto si alguien no hubiera entrado a saco -le reprochó Caitlyn a Vi.

-Vale, tengo parte de culpa, pero reconoce que deberías estar más atenta a lo que hay a tu alrededor cuando miras con el rifle. No siempre estoy para protegerte, esto es un claro ejemplo. Sabes que tengo razón.

En ese momento la sheriff tuvo que cesar con su regañina y admitir que Vi estaba en lo cierto. Tenía la mala costumbre de centrarse por completo en su mira e ignorar sus espaldas.

-¿Qué es lo que te ha dicho el médico? -su compañera cambió de tema.

-Tan solo tengo un par de costillas rotas y la muñeca derecha abierta, me apoyé con ella al caer.

-¿Solo dos costillas rotas? ¿Te parece poco? -dijo Vi mientras se levantaba sobresaltada de la silla y se acercaba más a Caitlyn.

-Solamente tengo que descansar y se curarán, no te preocupes.

-¿¡Que no me preocupe!? ¡Si no es por mí te quedas tiesa en el suelo! -exclamó mientras se apoyaba en su cama.

-Bueno... vale, gracias por salvarme -colocó su mano sobre las de Vi-. No estaría aquí ahora de no ser por ti -le dedicó una sonrisa de agradecimiento que provocó que la chica del pelo rosa se ruborizara. Entonces llamaron a la puerta.

-¿Se puede?

Vi se separó rápidamente de Caitlyn y se giró hacia la puerta. Jayce entró en la habitación con un ramo de flores y se acercó a la cama.

-¡Hey! ¿Cómo os encontráis? -preguntó.

-Bien, con los calmantes no me duele nada -contestó la sheriff.

-El doctor me ha dicho que os podéis marchar en un par de horas, al parecer necesita las camas.

-¿Cómo que necesita las camas? A ese le damos igual, ya podríamos tener una hemorragia interna que seguro que tampoco tiene reparo en echarnos -gritaba Vi dando vueltas por la habitación mientras enfatizaba moviendo los brazos.

-Vi, no es para tanto, además, prefiero estar en casa antes que en el hospital -Caitlyn se incorporó en la cama. Cada movimiento que hacía iba acompañado de una mueca de dolor. Al ver esto, Vi fue a ayudarla.

-Apenas puedes sentarte en la cama y pretendes ir a casa... -insistió.

-Vi, para, creo que Cait es lo bastante adulta como para saber que quiere irse a casa -Jayce intervino mirándola fijamente y haciendo frente a su cara de pocos amigos.

-Está bien, pero seré tu sombra hasta que te cures - no llegó a darse por vencida.

-Si así dejas de preocuparte, me parece bien -Caitlyn aceptó resignada.

Poco después uno de los doctores entró en la habitación para dar a ambas el alta médica. En el proceso fue cubierto por las nada amables palabras de una muy malhumorada Vi. Un celador sacó a la sheriff en silla de ruedas y la llevó hasta el coche, donde Jayce estaba esperando. Una vez allí intentó colocarse de una forma que le resultara cómoda, lo cual era bastante complicado dadas las circunstancias.

-¿Dónde está Vi?- le preguntó Jayce.

-Creía que estaba contigo. Cuando te fuiste de la habitación salió detrás de ti -intentó girarse para ver la cara de su compañero pero el dolor no la dejó.

Mientras se preguntaban por qué su compañera no estaba con ellos, en el hospital, la chica de pelo rosa y cuerpo atlético estaba intentando encontrar al hombre al que golpeó hasta dejar inconsciente. Vi estaba recorriendo los pasillos sin un rumbo claro hasta que al girar una de las esquinas se encontró al comisario acompañado de un grupo de policías. Intentó dar media vuelta lo más rápido posible para evitar que la vieran pero los reflejos del comisario fueron implacables.

-¡Vi, espera! -le gritó.

Intentó hacerse la loca pero no pudo escapar y le agarró el brazo.

-Ay, ay, ay... -se quejó ante tan desconsiderado recibimiento- Ten más cuidado... que no están vendados imitando al arte moderno.

-Perdón... Quería preguntarte algo, ¿conoces a ese tío? Desde que se ha despertado lo único que ha dicho es que eres la única persona con la que estaría dispuesto a hablar. Aunque nos ha costado bastante entenderle, siguiendo con tu analogía, le has dejado la cara como un Picasso.

-Tiene lo que se merece -se cruzó de brazos-. Y antes de que empieces a montarte tus propias teorías en la cabeza, no tengo ningún tipo de relación delictiva con él. Así que ya puedes dejar de mirarme como si me estuvieras acusando de algo.

-Tranquila, no te estoy acusando de nada. Además, después de ver lo que le has hecho no creo que me apetezca demasiado meterme contigo -estaba a punto de marcharse cuando de repente cayó en la cuenta de algo-. Por cierto, ¿a qué has venido? Creía que ya te habías marchado con la sheriff.

-Bueno... -empezó a rascarse la nuca- Esto... yo... estaba buscando la salida.

-Vi, no pienso permitir que vuelvas a tocarle. Por muchas cosas que os haya dicho o hecho, él es nuestro único medio de saber quién está detrás de todo.

Jeff, el comisario, era un hombre bajo. Su metro y medio de estatura no imponía en absoluto frente al metro setenta de Vi. Desde que ella se volvió la ayudante de Caitlyn decidió ponerse zapatos con alzas.

-No lo estaba buscando, ha sido una simple coincidencia -«mentira»-. Además, tras la paliza que le di, me sorprende que aún quiera hablar conmigo.

-Será mejor que te marches, Vi. Descansa un poco y en unos días nos vemos de nuevo en la comisaría.

La chica iba a protestar cuando el sonido de su móvil la distrajo. Le había llegado un mensaje de texto de Caitlyn preguntando por su, siempre tan misterioso, paradero. Guardó su teléfono y se despidió de Krumm. Finalmente llegó al coche y los tres compañeros se marcharon del recinto hospitalario.

No te dejare.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora