Capítulo 3

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Unos ruidos fueron los responsables de que se despertara tan temprano. Se incorporó en la cama, apartó a Capitán y con la ayuda de los muebles consiguió llegar a la cocina, el sitio del que provenían. Todo el lugar mostraba un panorama caótico plagado de desorden a causa de la tecnología Hextech esparcida por la estancia. Vi estaba apoyada sobre la isla de la cocina mientras ponía todo su empeño en optimizar sus guantes. Caitlyn se acercó a ella intentando evitar destornilladores y herramientas de soldadura.

-¿Puedo preguntar qué estás haciendo? -le dijo.

-Estoy arreglando y mejorando mis guantes para que las balas no los vuelvan a traspasar -contestó con una sonrisa mientras apartaba los mechones de pelo que caían sobre su cara -. Ah, también he preparado el desayuno. Como no tenías nada de comida he tenido que ir al supermercado -se apartó todo el pelo echándoselo hacia atrás, giró 180º, cogió el plato que le había preparado a Caitlyn y lo colocó frente a ella-. ¡Que aproveche! -la sonrisa permanecía en su rostro.

Caitlyn no pudo evitar ruborizarse ante el gesto de su compañera, agarró un taburete y se sentó a desayunar.

-Vi, no tenías por qué hacer esto... Aunque he de admitir que está bueno -dijo mientras seguía comiendo.

-Gracias -respondió a la vez que le robaba uno de sus trozos de salchicha.

-¡¡Hey!! Eso es mío.

-Ya no -y se lo comió-. Eres muy lenta reaccionando -se burló de ella.

La sonrisa de Vi la había dejado embobada y completamente sonrojada. Sin embargo, no podía permitir que su desayuno le fuera arrebatado por una loca de pelo rosa.

-Bueno, sin tan lenta me crees, ¿por qué no me enseñas a ser más rápida? -le insinuó, sorprendiéndose a sí misma ante el tono pícaro de su propuesta. «Oh, Dios, ¿en serio he dicho eso?»

El comentario también dejó asombrada a su compañera, que no tenía la más mínima idea de cómo debía reaccionar.

-Bueno -Caitlyn intentó mejorar la situación-, dijiste que me enseñarías técnicas de defensa personal para situaciones como la de la otra noche. Creo que eso incluye trabajar en mis reflejos, ¿no?

Vi seguía atónita, pero al fin respondió -Sí, claro, pero te lo dije hace un mes, es decir, mucho antes de lo de la otra noche... Y si recuerdo bien, cierta persona me aseguró que no le hacía ninguna falta.

-Pero ahora he cambiado de idea -replicó-. Dentro de un par de días podrás inculcarme todos tus conocimientos.

-¿Un par de días? Como mínimo un mes.

-Solo son dos costillas. Quiero aprender lo antes posible y evitar por todos los medios no volverme a caer de un primer piso.

-Pero si apenas puedes moverte sin apoyarte en los muebles, pareces una ancianita tullida. ¿Y si te hago daño y empeoramos tus heridas?

-No te preocupes, confía en mí -Caitlyn colocó su mano sobre la de Vi-. Además, sé que no me harías daño.

Este último gesto pasó desapercibido para su compañera puesto que los preciosos ojos verdes de la sheriff la habían transportado a alguna parte de su mente en la que la tenían presa por medio de algún poder hipnótico.

-Está bien, te enseñaré, pero solo si prometes hacerme caso, y si veo que no estás en condiciones...

-De acuerdo -la cortó Caitlyn.

Finalmente ambas cayeron en la cuenta de que sus manos se estaban tocando y las retiraron con presteza, ligeramente avergonzadas de sí mismas. Cada una volvió a su tarea, por parte de Vi, seguir trabajando en sus guantes, y por parte de su compañera, seguir trabajando en su desayuno. Ambas esbozaron una sonrisa que ninguna de la otra llegó a ver.

Mientras Caitlyn y Vi estaban relajadas en el piso, en comisaría, el comisario Jeff encontraba más complicado mantener la calma. Estaba junto con Jayce y el hombre de la máscara kabuki en la sala de interrogatorios, este último estaba situado en el lado opuesto de la mesa.

-Vamos a ver -Jeff se frotó la frente, exasperado-, me estás diciendo que no estabas en aquel almacén y que he soñado todo lo que pasó anoche. ¿Estoy en lo cierto? -su paciencia se estaba agotando cada vez más rápido.

-Eso es exactamente lo que estoy diciendo, señor -el interrogado le dedicó una sonrisa burlona-. Por cierto, ¿cómo se encuentra su jefa?

-Mira, hombre momia, ni pienses por un instante que voy a permitir que le faltes al respeto a Cait -contestó Jayce.

-Qué elocuente eres con los motes, hombretón -se inclinó hacia delante-, pero prefiero que me llames Viktor.

Viktor tenía la nariz vendada, todo su rostro estaba plagado de marcas moradas. En su dentadura se podía ver algún que otro diente de oro y la falta de algún que otro molar debido, con casi total seguridad, a los puñetazos de Vi.

-No eres más que otro penoso delincuente a la sombra de su jefe -le dijo Jayce.

-Tus hombres han hablado. No tienes ninguna salida -insistió Jeff mientras golpeaba la mesa.

-¿Que mis hombres han hablado? -fingió estar preocupado de una forma satírica- Me da igual, son solo marionetas. Lo que de verdad me tiene en vilo es no saber a qué sabe su sheriff -contestó mientras se mojaba los labios.

El comisario y Jayce se miraron, totalmente derrotados, y decidieron dar por finalizado, de momento, el interrogatorio. Ambos se levantaron de sus sillas y se encaminaron hacia la puerta, pensaron que era mejor abandonar antes que acabar detenidos por agredir a un acusado.

-Si quieren saber el porqué de todo esto, traigan a Vi. Entre delincuentes nos entendemos mejor.

Estas fueron las últimas palabras que pronunció Viktor antes de que cerraran la puerta tras de sí. Nada más hacer esto se sintieron aliviados, ese hombre los estaba consiguiendo desquiciar.

-¿Y si resulta que Vi está con ellos? -preguntó el comisario a su compañero.

-Eso ni lo mencione, comisario. Es cierto que aún puede mantener algunas de sus viejas costumbres, de su antigua vida, como su carácter violento, pero jamás nos traicionaría.

-Entonces voy a llamarla -dijo mientras se giraba, sacaba su móvil y marcaba el número de la chica de pelo rosa.

No te dejare.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora