Capítulo 25

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27 de diciembre de 1.992.

Querido amigo:

¿Qué tal? ¡Feliz Navidad para ti! Hace un dos fue la Navidad y ayer fue la fiesta de Susan y, como ya sabías, Bridget, Lilly y yo fuimos, pero esta vez no en el auto de mamá o en el Oldsmobile de papá que ya arreglaron, sino que fuimos en mi Volkswagen. Debo decirte que cuando todos nos vieron llegar a la casa de Susan que, por cierto, no cabía nadie más dentro, todos aplaudieron y un chico gritó:

—Vienen «el trío leyenda», muchachos —dijo refiriéndose a nosotros tres mientras alzaba su lata de cerveza.

Tengo que decirte que me sentía asustado pero a la vez cautivado porque era la primera vez que eso pasaba, bueno, la segunda vez que alguien brinda por mí porque la primera vez lo hizo Patrick en aquella fiesta donde comí un brownie raro. En todo caso, esta vez fue diferente. Aunque no sé en realidad por qué el chico dijo eso de que éramos «leyenda» si ni quiera nos conocía.

La primera vez Patrick lo hizo en voz baja, no estaba ebrio y lo hizo en frente de poca gente. La segunda vez el chico, es decir, John, ¿recuerdas? El de las cejas pobladas que también estaba allá, lo hizo en frente de mucha gente y ellos también gritaron «¡sí!» al ver que llegábamos.

—¿Lo ven? Somos leyendas, «Chilly», nos aman.

Bridget nos llama «Chilly» por la combinación de nuestros dos nombres, es decir, «Ch» de Charlie e «illy» de Lilly y es raro porque suena como el «chilli», ya sabes, la salsa picante.

—Ya saben, su amor es picante, chicos.

Eso es lo que siempre dice cada que le preguntamos el porqué de «Chilly», ah y por si no lo has notado aún, debo decirte que ya tengo una relación con Lilly.

Quizá todos en la fiesta incluyendo a Susan, Brandon y su grupo creyeron que no íbamos a ir pero todavía no me cabe en la cabeza cómo es que Bridget consiguió las invitaciones y cómo es que Susan invitó a Lilly al baile si la odia a muerte. Nos estábamos metiendo en la boca del lobo.

Pero creo que he exagerado con todo eso de Susan porque ahora parece amigable y, créeme, no pretendo ser hipócrita. A Brandon era al único que parecía no agradarle la idea de que estuviéramos allá. Lilly primero se quería ir pero Bridget la convenció de quedarse. Cosas de mujeres, supongo.

Mientras íbamos subiendo las escaleras de la entrada de la casa de Susan, John —el de las cejas pobladas— dijo:

—¿Es tuya esa «nave», Charlie? —preguntó refiriéndose al auto, pues era nuevo.

—Ajá.

—¡La rompes, Charlie! —gritó alzando la lata de cerveza otra vez, creo que estaba drogado.

¿La partía? Qué buena sensación eso de que te noten.

Luego de haber estado sentados en un mueble Lilly y yo —ella estaba tomando— como por dos horas, en un grupo pequeño como de siete personas en el que estaba Susan, alguien dijo:

—Juguemos al «amigo invisible».

Creo que ya te hablé lo del amigo invisible, sacas un nombre de un sombrero o algo que tenga fondo y das tu regalo, pero había un problema. Ni Bridget, ni Lilly ni yo, habíamos llevado regalo, por lo que le dije a Bridget al oído:

—No podemos jugar, no tenemos regalo.

—Es otra clase de amigo invisible, Charlie —Bridget rió.

—Yo sé cuál es esa clase de amigo invisible, Charlie —me dice Lilly tocándome el hombro—. Pasa que todos se vendan los ojos, uno queda sin vendarse y es el que reparte los papeles. Sacas el nombre de la persona y, sin verla, vas a un armario y hacen lo que quieran.

—¿Ah sí? Espera... ¿lo sabes? —le pregunté.

—Me lo acaban de decir —rió.

—¿Y si eres mujer y te toca una mujer? O ¿si eres hombre y te toca un hombre? —pregunté desubicado.

—El que no tiene los ojos tapados se encarga de eso, si te sale un hombre y eres hombre, él o ella lo cambiará, eso creo —me dijo. Y si no, ¿qué? Acá no juzgamos, estamos en pleno siglo XX, Charlie, cada quien puede besar a quien quiera si y sólo si hay consenso.

Eso implicaba que Lilly debía besar a otro chico u otra chica y, en parte, no estaba de acuerdo y, por otro lado, estaba asombrado porque no parecía asustada con el juego, creo que ya había empezado a tomar cerveza. No conocía esa parte de Lilly, dicen «nunca terminas de conocer a las personas». Aunque me agrada ese lado atrevido de ella.

Te preguntarás qué hice. Saqué a Lilly aparte y le pregunté:

—¿Estás de acuerdo con el juego?

—Si tú lo estás, yo también.

¿Lo estaba? Creo que no mucho ¿Y si me tocaba con alguien más y luego a Lilly le daban celos o algo así? ¡Qué lío!

—Juguemos —le dije.­

—Está bien —ella respondió mientras se tambaleaba. Llevábamos horas ahí y había estado bebiendo.

Nos vendaron los ojos, nos sentaron en un círculo —nos guiaron porque no podíamos ver— y una chica llamada Lainne repartía los papeles y les leía el nombre en el oído de quién le había tocado. Sucede que sólo le decían el nombre de la persona que le tocaba a la chica y sólo le daban el papel a ella.

Estaba nervioso por saber con quién me había tocado. «Ojala haya sido Lilly» pensé.

—Levántate, Charlie, tu chica te espera —dijo Lainne mientras me agarraba por los hombros.

Sí, era el primero. La chica no podía hablar porque era sorpresa para ti y sólo te dabas cuenta una vez habías entrado al armario. Lainne nos guiaba al armario, primero a la chica y luego el chico, así que yo iba de segundo.

El armario estaba oscuro, incluso sin la venda en los ojos y casi no podía ver quién era la chica que me había tocado. Lo supe hasta que ella habló con la voz entrecortada porque estaba un poco ebria.

—Hola, ¿quién eres? —dijo tocándome la cara con las manos frías de manera tierna.

Lo supe apenas habló, para mi tranquilidad y la tuya también, era Lilly. Casi se dormía de pie allí dentro así que no hicimos nada. Sólo le di un beso en la frente, la abracé y tardamos allí dentro para que los demás no se dieran cuenta de que no habíamos hecho nada. Luego de eso salimos y los chicos gritaban de la euforia. Sí, todos los demás se habían enterado del juego y habían llegado hasta la sala.

A comparación de nosotros dos, es decir, Lilly y yo, algunas chicas como Bridget se llevaron a su chico. A ella le tocó Brandon, pero no te preocupes, Lucy no estaba allí esa noche así que no hubo ningún problema. Bridget le dijo que le acompañara a la cocina por un vaso de agua pero terminó subiendo las escaleras con él y allá arriba, en el cuarto de Susan, terminaron.

La fiesta fue genial, yo llevé a Lilly a su casa después de que se le pasara el efecto de la borrachera y a Bridget a la suya después que se le pasara el efecto de «excitación».

Con mucho cariño,

Charlie

Las Ventajas de Ser Invisible 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora