🐀 capítulo ocho:

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Feria...

—Hijo. —su madre llama detrás de él. Y deteniendo lo que hacía, la voltea a ver. —¿Estás bien? —ella le ofrece un vaso con agua, el cual Mauricio acepta mientras se acerca y limpia su frente del sudor por el esfuerzo y el sol.

—Si. ¿Por qué? —él pregunta a media voz por el cansancio. Esa semana había decidido trabajar en los arrozales familiares para cambiar un poco de sus típicos trabajos en el restaurante y el puesto de la abuela en el mercado. Quería algo más físico, algo que lo cansara lo suficiente para llegar a casa y dormir sin pensar.

Suspirando, su madre le da una mirada penosa. —Cariño. —inicia tomando el vaso que su hijo le regresaba. —Has estado actúan extraño, incluso Mariano lo ha notado. —Y es una forma discreta de decirle que no a sido exactamente sutil en cuanto a su cambio de actitud.

—No sé de que- —pero su madre le da esa mirada que le desalienta de mentir. No tenía caso, así que suspira. —Estoy bien, en serio. Lo prometo. —alza sus manos para asegurarle a su madre que estaba diciendo la verdad. Y es que, estaba bien, mientras no pensara en lo que había dicho.

—No lo estás. —la mujer asegura. —Todos saben que detestas el trabajo de campo y que prefieres mil veces estar en casa, el restaurante o el puesto. —Mauricio desvía la vista, arreglando el sombrero que llevaba en ese momento para protegerse del sol. —Pero has insistido tanto estos días para venir a ayudar.

—Porque me gusta ayudar a mi familia.

—¡Mauricio! —su madre da un fuerte pisotón para demostrar su frustración. —No quieres estar en casa, rechazas ayudar a tu padre y a mí en el restaurante, e incluso rechazas a tu abuela. ¿Cuándo te has negado a ayudarla?

Y era verdad, él nunca le había dicho que no a su abuela. Pero es que necesitaba estar lo más lejos posible del pueblo, no quería tener la mala suerte de encontrarse por accidente con Bruno, no tenía cara para verle luego de confesarle sus sentimientos. Y además, tampoco tenía el corazón para ser directamente rechazado. Ya fuera con palabras o acciones. Aunque él le había dicho al mágico Madrigal que actuara normal, no sabría qué hacer si le ignoraba o acercaba como si nada. No sabía cómo enfrentar la situación que él mismo había ocasionado.

Había estado preguntando por Bruno a su familia, a Luisa cuando la encontraba y a Dolores en algunas cenas familiares en casa de su tía, pero ninguna le decía lo que quería escuchar.

—¿Qué ocurre, Mauricio? —su madre le toma del hombro, inclinándose cerca para encontrar su mirada. —Hablame, hijo.

[...]

—¿¡Eres tonto o qué!? —María Mendoza salta luego de escuchar la breve historia de su hijo. —¡Yo no te crié así! —reprocha apuntandole con furia. Había escuchado atentamente el problema por el que Mauricio estaba pasando, aunque este no había especificado a qué persona se refería en la historia. Sin embargo, sería información que conseguiría después. —¿Qué haces aquí quemandote bajo el sol? ¡Ve a resolver este problema y luego invita a esa persona a cenar! —ella regaña y ordena, siendo tan impetuosa como siempre.

—Pero mamá-

—¡Mamá nada! —ella le corta. —Mauricio, por amor a Dios que me perdone, pero no puedes ser tan cobarde en esta vida. Cuando se trata de amor, debes ser insistente, fuerte y determinado. A como escuché, ni siquiera le permitiste hablar a esa persona. ¡Te conozco!

"En un sueño una visión" | Bruno Madrigal [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora