Capitulo 20: Una madre peculiar.

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Ela:

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Ela:

Todo esto me daba malas vibras, no estaba segura de las intenciones de Sagerbaf, y aunque las había aclarado muchas veces seguía desconfiando. Las palabras de mis padres estaban en bucle en mi cabeza, me dejarían de hablar si descubren que me junto con Sagerbaf, y para más escarnio, con humanos. Nada de esto era convincente para mí, no quería correr el riesgo de perder a mis amigos, pero si no luchaba los perdería igualmente.

Centré mi mirada a aquellos robots, aquella que giraba la cabeza hacia el lados asustada y aquel que comenzaba a enfadarse con cualquiera, esta vez con Sagerbaf. Señal de que nuevamente daban fallos.

—Comienzo a dudar de querer estar aquí. Ahí mucha gente, me estoy comenzando a estresar—suspiró Sara entrando en pánico.

—No os preocupéis, seréis como una especie de amuleto para que Wood y Shan-goo tengan poderes —les tranquilizó Sagerbaf.

—El inconveniente es que seguramente muráis —rio una de sus cabezas.

—Si sigues molestando te arrancaré de mi cuerpo dejándote sin vida —le amenazó Sagerbaf a una de ellas, acto seguido miró a la otra—. Y tú igual arpía carnosa, nos están entregando su vida para salvar el mundo, igual que hicimos todos la otra vez, no les faltéis el respeto ¡Si no fuera por mí no estaríais vivos! —estas dos se callaron por fin.

—Sigo sin enterarme de nada, pero no me llaméis por mi apellido por favor, nadie lo pronuncia bien y no quiero quedar más en ridículo —suspiró Oliver. Observé más la escena comenzándome a irritar, comenzaba a creer que nos utilizaba.

Cuando vi la incomodidad de mis amigos y escuché cómo se tronaba los dedos Jake, me di cuenta de que esto estaba mal.

— ¡Esto harta! —Exclamé dirigiéndome a Sagerbaf—, no los voy a meter en todo esto. Me retracto, soy fuerte, y me concentraré para poder hacerlo bien, sin ellos.

—Ela necesitas ayuda y no puedes sola —se interpuso Jake—, sé que es doloroso, pero tienen y tenías razón. Ya nos hemos implicado, y tu idea es muy buena, aunque nos ponga en riesgo valdrá la pena.

—Me da igual, esto es estúpido, no podréis con todo esto.

—No te desubiques Ela, tenemos que luchar todos —instó Bhaltair. Le miré furiosa haciendo que diese un paso hacia atrás.

—No soy ingenua, ¿creéis que me creeré vuestra mentira sobre que estáis interesados por mí desde siempre? ¡Nadie lo ha estado! Solo ellos —dije señalando a mi grupo—, y no puedo permitirme verlos sufrir por culpa de dos extraños y algunas mutaciones.

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