Capítulo 1

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Nuevo hogar.

Luke.

El sol se divisa en el horizonte y ya estamos en la carretera rumbo al nuevo hogar, cosa que no me agrada, ya es la cuarta vez en un año que nos mudamos gracias al trabajo de mi padre.

–Quita esa cara cielo —pide Sandra (mi madre)

–Estoy harto de esta mierda —bufo.

–Luke cuida como hablas. —advierte mi madre y ruedo los ojos.

–Es que no nos quedamos en un sitio fijo, siempre nos tenemos que mudar porque a ustedes se les antoja y para colmo Emili y yo somos los que tenemos que cargar con ello.

Mi madre toma una bocanada de aire antes de responderme con suma paciencia, algo típico de ella.

–Luke sabes que tu padre trabaja mucho, somos una familia y como tal debemos ir juntos a donde sea que valla uno.

–Esa charla me la se de memoria

Resoplo con molestia.

–Entonces deja de estar haciendo los mismos reclamos siempre.

Su tono de voz adquiere un tinte de molestia notorio y doy por terminada la conversación colocandome los audífonos.

                       **********

Un picotazo en la frente me saca de mis profundos pensamientos, Emili está frente a mi con una sonrisa genuina y juguetona, sus ojos verdes me miran con adoración y le pellizco la punta de la nariz.

–Llegamos dormilón.

Avisa y salgo de la camioneta,  el lugar es amplio, la nueva casa donde viviremos está frente a la calle, una enorme reja la protege rodeándola, un amplio jardín sembrado con lirios, rosas y violetas, un camino de piedra nos guía al porche, giro en mi eje observando la casa al costado, es de dos pisos al igual que la nuestra, con la diferencia que la nuestra es una extravagante mansión con estatuas de  ángeles en la entrada y una enorme puerta de cristal polarizado con un timbre en forma de sol.

Por dentro es aun mas extravagante, obras de arte cuelgan en la pared, algunos abstractos, otros simplemente, bosques, parques o lagunas, el living está compuesto por un sofá en L, dos sillones de cuero negro, un plasma enorme que abarca toda una pared con consolas y una chimenea al estilo de los noventa.

–Viajando a la era medieval. —gruño por lo bajo y Emili me da un empujón.

–No hagas sentir mal a mamá, bastante está soportando con la ida de Archi a Venezuela.

Asiento continuando el recorrido por la casa, encontrando mas cuadros abstractos, estatuillas, encimeras con grabados supuestamente clásicos, un estéreo en la parte de la alberca lo bastante común, al menos algo no es exagerado como el baño con bañera de hidromasaje, el jacuzzy, la tina que ocupa casi un cuarto de las personas de este pueblo.

Termino el recorrido en la que será mi habitación, lo bastante común para mi, solo una mesa de escritorio, una laptop, una cama donde descansar el cuerpo, un baño y un pequeño balcón donde tomar aire cuando me sienta asfixiado de tanto lujo e hipocresía.

La puerta se abre mientras fumo en el balcón, Emili aparece a un costado ya en camisón, apago el fino cigarro con la llegada de mi hermana menor.

–Podias seguir, no moriré por eso.  —aclara tranquila.

–El doctor dijo que tenías que cuidarte y eso hago ya que tu no lo haces.

–Mi hermano favorito.

Me abraza de costado besandome el hombro.

Mil millas lejos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora