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Doyoung se despertó, de repente su cuerpo ya no quiso seguir descansando. Aún adormilado agarro el teléfono a su lado y lo prendió, eran las tres de la mañana y la luz de la sala aún seguía prendida, traspasaba un poco por debajo de la puerta de su habitación a pesar de que está estaba cerrada.

Seguro Johnny otra vez estaba trabajando en vela, no le gustaba verlo así, tan estresado y presionado.

Hace dos semanas que Johnny había regresado al departamento que compartian, bastante desanimado, Doyoung no tenía clases por la mañana si no hasta más tarde por lo que se encontraba desayunando en la pequeña mesada de la cocina.

—¿Sucede algo? —el pelinegro dejo de lado su cereal, al ver entrar la cara fastidiada de su compañero de piso.

Johnny suspiró frustrado mientras deshacia el nudo de su corbata —: Sucede que, de nuevo me negaron la publicación del libro.

—Vaya, lo siento —Doyoung no sabía que decir, no era alguien bueno consolando a las personas —, ¿crees que haya algo mal con tu trabajo? —Se animó a preguntar.

—No lo sé, realmente me siento satisfecho con lo que he hecho, no veo que pueda cambiar. Me gusta lo que estoy haciendo. En fin... Creo que iré a revisar de nuevo mi escrito. —Rápidamente cortó la conversación, tomo una botella de agua y se fue directo al escritorio que compartian en la sala.

El pelinegro asintió, las pocas conversaciones que tenía con Johnny a veces solían ser un poco incómodas pues era alguien que apenas y conocía hace un mes, y que casi no veía a causa de sus horarios en la escuela, no solían tener mucha comunicación.

Y así fue como desde ese día empezó el martirio de Johnny y la preocupación de Doyoung.

Rápidamente se levantó y abrió la puerta de su cuarto, debía frenarlo, no podía dejar que su compañero siguiera esa rutina tan desgastante.

—¿Johnny? —Preguntó Doyoung una vez que llegó a la sala. —Son las dos de la mañana, ¿A qué hora piensas dormir?

Johnny se encontraba con sus cabellos castaños despeinados, seguramente se había pasado los dedos varias veces por su cabeza a causa del estrés que su trabajo le estaba provocando. Traía sus gafas puestas, tenía unas ojeras notables y parecía que en cualquier momento se dormiría, pero solo se lo impedía las dos latas que ya llevaba de algún tipo de bebida energética. Esté le volteo a ver un poco sorprendido.

—Ah, Doyoung, lo siento, seguro la luz te ha molestado, trabajaré a oscuras. —le respondió desganado siguiendo en lo suyo.

—No, no es eso... se me ha ido el sueño, y luego vi que la luz seguía prendida. —el pelinegro suspiró y medito un momento lo que tenía que decir, finalmente tomo asiento en el sofá —Johnny, creo que no soy la persona más indicada para decírtelo, ni tendría porqué meterme en esto, en fin. Pero sinceramente me... me preocupa que lleves casi dos semanas... así. No haz salido de casa y cuando llegó de la universidad estás postrado en ese escritorio, no te voy a reprochar que no me dejes usarlo, es lo de menos —le aclaró —. No te vas de ahí hasta que dan las cinco de la mañana. Casi no comes y no descansas, ni siquiera sé si de verdad duermes, mírate —Doyoung le señaló —, te ves demacrado, esto no es normal.

Johnny suspiró profundo, se quito las gafas y frotó sus ojos mientras recargaba su espalda en el respaldo de la silla, le volteo a ver: —Yo... dame un poco más de tiempo y no te volveré molestar con todo esto. Necesito demostrarle a ese cretino que puedo hacer una obra genial.

—Te he dicho que no me molesta, todo lo contrario, m-me preocupa. Te vas a terminar bloqueando si sigues de esa forma y puedes terminar frustrandote. Tómate un descanso... Por favor. —le suplicó, incluso hizo su mejor mirada suplicante.

El escritor no se pudo resistir a la mirada tan bonita que le estaba dedicando su compañero de piso, era tan bello incluso semi-dormido.

Si, tenía unas inmensas ganas de acostarse y dormir un mes entero sin interrupciones pero eso pasaría una vez que logré hacer que su obra sea publicada y que ese imbécil alabara su libro.

—Esta bien —accedió —, pero eso no quiere decir que dejaré de trabajar.

—Entonces no tiene caso —respondió Doyoung con el ceño fruncido —, ¿Cómo pretendes descansar sin dejar de trabajar? —Se cruzo de brazos.

—No sé... ¿Trabajando menos?

—A ver John... ¿La editorial te tiene amenazado para que les entregues ese escrito en tiempo récord?

—No...

—¿Entonces cuál es la prisa?

—Mi prisa es que el jefe se de cuenta de que está podría ser la mejor historia que puede publicar y dejé de aprobar tanta mierda para adolescentes, es que me molesta que a escritores como yo que intentamos darnos a conocer con historias originales se vean desplazados por el típico cliché que le llena los bolsillos.

—Si, es un imbecil. Pero, ¿porque no pruebas con otra editorial?

—De todas las que hay, debo de reconocer que es la que tiene mejor distribución y reconocimiento por lo que si mi historia es aceptaba, podría tener buena promoción y por lo tanto... relevancia.

—Que complicado... Se que es importante la buena promoción de un libro pero, ¿no crees que puede pasar lo contrario? Imagina que tú obra es aceptada, todo bien ahí. Pero a casi nadie le interesa por más que se la pongan en la gente hasta en la sopa, porque en primera no es el cliché que la gente que es cliente de esa empresa quiere, en segunda; el dinero invertido no te garantiza que le vaya a ir bien, no me lo tomes a mal pero no te dejes llevar simplemente porque en esa editorial tienen más presupuesto y reconocimiento, un reconocimiento que no merecen si publican pura mierda.

Aquello dejo a Johnny pensativo, pero si no era ahí entonces, ¿donde más podría dar a conocer lo que ha estado trabajando por años? Otra editorial que no fuera esa, no le daría tanta divulgación a su obra a parte porque esas editoriales solían ser opacadas por la más famosa.

—Johnny, tú me habías dicho que te sentías satisfecho con lo que escribiste, ahora no entiendo porque estas cambiando tantas cosas. No creo que estés haciendo todas estas ediciones por desición propia, si no porque inevitablemente quieres encajar en lo que quiere ese tonto —de pronto la expresión de Doyoung cambio por una apenada. —. C-creo que me exalte con eso, l-lo siento. Se que me he salido del tema principal que era que descansarás p-pero si lo haces sabrás cuál es la desición correcta. Y-Y creo que he hablado mucho...

Doyoung se dio cuenta de que ya había rebasado la poca comunicación que solía haber entre ellos, no sabía de dónde había sacado tantas palabras. Se puso nervioso pues nunca había expresado abiertamente su opinión acerca de algún tema con su roomie mucho menos un tema íntimo como el de su libro.

Inmediatamente sus mejillas se sonrojaron finamente, aquello se le hizo muy tierno al escritor.

—No te preocupes, yo creo que, es cierto... No tengo idea de lo estoy haciendo —Susurro lo último para si mismo —. Iré a dormir. Gracias Doyoung y perdona si no te he dejado dormir todos estos días.

Johnny se levantó y estiró su cuerpo, se sentía entumido y agotado. Finalmente decidió hacerle caso a su compañero de piso, quizá solo necesitaba que alguien lo parara porque aún cansado se dio cuenta que una parte de el le daba la razón a Doyoung; esa última semana sentía que lo que escribía y cambiaba no tenía sentido y si, estaba a nada de tener un bloqueo y frustrarse.

Doyoung se encargo de apagar las luces, para luego ir de vuelta a su habitación pero antes se aseguraría de que en verdad el castaño entre a descansar a su cuarto, el cual estaba frente al suyo.

—Hasta mañana. —Le dijo Johnny.

—Hasta mañana. —Contesto de vuelta el pelinegro.

Una vez que Johnny entro a su cuarto se lanzó a su cama desganado, ni siquiera se tomó la molestía de abrigarse con las cobijas. A pesar de haber tomado café y algún otro tipo de bebidas para mantenerse despierto durante esas dos semanas, rápidamente se quedó completamente dormido.



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El Johnny de está historia quejándose de las historias cliché y yo escribiendo esto ajsjakaj. 🥴

Historias de media noche - JohnDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora