Recordar el pasado; Capítulo 4.

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"Somos novios."

Takemichi seguía incrédulo ante la declaración tan apresurada y fuera de lugar de Mikey, ni siquiera llevaban un día de conocerse y ya se había adueñado de su estado civil, ¿y la linda proposición? ¿Y las flores?

En todo caso, Mikey no podía decidir por él, eso era injusto. Para su desgracia, Takemichi no pudo replicarle nada a su "novio", tenía la extraña sensación de que si se negaba al rubio cenizo, sufriría las consecuencias de su calentura. Mikey era un chico más bajo que él, sí, ya lo notó, pero seguro era más fuerte e inflexible. Takemichi tenía puños débiles y piernas de pollo, no podría defenderse adecuadamente.

Seguía divagando en silencio y comiendo sus propias papas con lentitud, cuando Mikey finalmente terminó de comer. Takemichi aportó para  la cena, argumentando que debían compartir gastos  por ser "novios" y luego se levantó para irse a casa, solo para ser detenido cuando Mikey se ofreció a llevarlo.  Se estaba tomando demasiadas libertades en esa falsa relación y Takemichi no tenía ni las mínima idea de que hacer. 

Había tenido una pareja en su época de secundaria cuando fue un rebelde sin causa, pero su noviazgo fue tan fugaz que las únicas citas que tuvieron ocurrieron  cuando iban de regreso a casa, comían helado y hablaban de temas triviales.  Nada parecido a lo que estaba viviendo ahora y la sola presencia de Mikey le ponía los pelos de punta.

Mikey condujo en silencio y con lentitud. Takemichi abría su boca solo para dar indicaciones. Llegó a casa sano y salvó, detenido frente a la terraza con sus manos en sus bolsillos y su cabeza gacha. 

— Y bueno... ya estoy en casa, ¿hablabas en serio con lo de ser novios? —Preguntó,  estirando una de sus piernas al frente para con su pie golpear lentamente el pavimento. — Estoy dispuesto a olvidar todo esto y no volver a molestarte nunca más.

— Lo dije muy en serio, Takemicchi. Quiero que te hagas responsable de mí, me cuides y me protejas. — Takemichi rodó los ojos, mirando a cada lado de su calle. Usualmente las aceras estaban vacías, pero  justo en ese momento había un pequeño grupo de personas charlando a varios metros de distancia.
— ¿Y si entras y hablamos? Es incómodo hablar de esto aquí.

— Esta bien, pero no me molesta que todos sepan que ahora eres mi novio. — Agregó Mikey, bajándose de su motocicleta con gracilidad. Takemichi no podía negar que era tan guapo y varonil, con su cabello rubio revoloteando con el viento.

— Odioso. — Takemichi carraspeó, abochornado por sus propios pensamientos y tomó con sus dedos temblorosos las llaves ocultas bajo una maceta decorativa al lado de la puerta. Al abrir la puerta fue el primero en entrar para encender las luces, seguido de Mikey.

— ¿Vives solo, Takemicchi? — Preguntó el chico, mirando curioso los alrededores. Al final del pasillo había unas escaleras que conducían al segundo piso y al lado derecho se podía ver detalladamente una sala grande y con mueblería moderna.

— En realidad no, vivo con mis padres, pero ellos no están en casa. Mi madre trabaja como una ejecutiva internacional en una empresa de ventas. —  Dio una vaga explicación, invitando a Mikey a la sala. — ¿Quieres algo de beber? Creo que hay agua y algunos refrescos, he olvidado ir de compras por el trabajo y la universidad.

— Ya veo... — Respondió a lo primero, curioseando las fotos exhibidas en una mesa alta en un costado. Takemichi de bebé era regordete y adorable. — Y estoy bien así, de todos modos, ¿De qué querías hablar?

— ¡Lo qué ocurrió en el baño no es válido! — Explotó por fin Takemichi con las mejillas ruborizadas y una mirada determinada. — Ni siquiera recuerdo a cabalidad todo lo que pasó.— Se pasó las manos por el cabello, aspirando profundo. Estaba preparado para las represalias del rubio cenizo.

No obstante, contrario de lo que creyó, Mikey se quedó callado y pensativo, su mirada perdida en un punto de la pared y sus dedos crispados alrededor de lo que parecía ser una de sus fotos de su niñez. Takemichi temió que el chico hubiese sufrido un corto circuito.

— Oye, ¿Estás bien? ¿Mikey-kun? — Chasqueó su lengua y estiró una de sus manos para moverla de un lado a otro frente al más bajo. Suspiró cuando por fin tuvo respuesta.

— Tienes razón, Takemicchi. No podemos empezar una relación sin recordar todo lo que hicimos en esa fiesta. — Dijo él, con una voz suave y apacible. Takemichi asintió, sonriendo esperanzado, probablemente Mikey se había retractado, sin embargo, prosiguió con el mismo tono plano. — Hay que tener sexo de nuevo. 

Takemichi miró al chico boquiabierto con sus pensamientos tan revueltos que le dolió la cabeza. Mikey no podía estar hablando en serio, no por segunda vez, debía ser una trágica broma ¿y las cámaras?

— Estás loco, eso es. No estás en tus cinco sentidos. — Mencionó tembloroso, riendo histérico.

— Piénsalo, Takemicchi. Si probamos y no nos gusta, terminamos y haremos como si nada hubiese pasado. —  Esa era la solución más estúpida, pero... tenía algo de lógica, quizá y Takemichi también se había vuelto loco.

— Es una locura, definitivamente no lo haré. —  Se cruzó de brazos y negó fervientemente. Tomó de los hombros a Mikey y lo obligó a darse vuelta para empujarlo fuera de su casa.

— Reconsidéralo, Takemicchi. Si todo sale mal no nos volveremos a ver más.

Se detuvo en seco, mordiendo su labio inferior un tanto dubitativo. ¡Por dios, lo estaba pensando! Y bueno, no era como si su cuerpo no reaccionara a las débiles atenciones de Mikey.

—  Está bien, solo está vez...

Mikey se dio vuelta y antes de que pudiese retractarse, tomó de las mejillas a Takemichi y lo besó. Sus labios estaban fríos y ligeramente agrietados por la noche helada, pero eran tan agradables. Takemichi aspiró hondo, respondiendo con torpeza al beso, sus manos colgando en el aire sin saber en dónde ponerlas.

Subieron las escaleras entre lentos trompicones, aún con los labios de Mikey devorando los suyos. Mikey era demasiado hábil con sus manos; lo descubrió tocándolo de más, avergonzando hasta el cielo al inexperto Takemichi. En otras circunstancias hubiese empujado al chico lejos, sin embargo, se encontró a sí mismo disfrutando del efusivo beso. 

La habitación de Takemichi era pequeña, recubierta de un tapiz azul claro con manchas blancas sin forma. Al lado de la ventana estaba la cama, en el centró una mesa baja y llena de libros. Mikey zigzagueó por sus cosas regadas en el suelo, hasta que finalmente lo soltó. Se quitaron la camisa y los pantalones, quedando solamente en ropa interior. Mikey hizo el atisbo de empujarlo a la cama, pero Takemichi le sostuvo de las muñecas interviniendo por primera vez.

— Espera, Mikey-kun, si vamos a hacer esto debemos ser coherentes. —  Mikey torció sus labios en una mueca, si entender lo que trataba de decirle, Takemichi se apresuró a explicar. —  Yo te follé en esa fiesta, yo debería follarte ahora.

Mikey hizo un ruidito de indignación, sin dejar de observarlo con esos ojos negros como la noche misma. — No, está vez iré yo arriba.

— Entonces no hay trato, está fue tu idea de todas formas. — Dijo con firmeza el rubio teñido, mostrando una sonrisa socarrona. Por lo menos iba a ganar esa. —  Te vas, Mikey-kun.

Takemichi jamás pensó que podía divertirse al ver los distintos gestos en el rostro de Mikey. Primero molesto, luego sereno y al final resignación pura. El rubio cenizo terminó por asentir, haciéndole prometer que le haría pagar tal afrenta. Takemichi no dejó que lo intimidará y lo lanzó a la cama, estaba poseído por los encantos del rubio cenizo. El chico era un demonio enviado para tentarlo y el inocente Takemichi estaba dispuesto a dejarse llevar.

Buenas noches, ¡Ya debía actualización! Pero, debo tomarme mi tiempo en esta historia.

Gracias por leerme y por sus votos.



¡Corre, Takemichi!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora