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Dedicado a Aylin_Falcon.

31 de diciembre del 2009.

XANDER

Lluvia.

La lluvia caía a cántaros como si fueran copos de nieve en plena época de invierno, al principio de a poco, y luego a montones hasta bañarte de cuerpo entero con tan solo inclinarte.

Justo hoy se cumplía 365 días del año, y como todo 31 de diciembre las personas se reunían y festejaban la llegada del próximo siguiente, reían y bebían cientos de botellas de licor hasta perder la consciencia, y pedían deseos a la espera de que el próximo año estos pudiesen cumplirse, otros tal vez, estaban como yo, solos, y entre la oscuridad, como si no existieran o fueran menos importantes a diferencia de otros, perdidos entre centenales de personas cuestionandose su existencia, hasta que la típica pregunta del ¿Por qué yo? Cruzace por su mente, y es aquí, mientras me hallo oculto entre un par de árboles, que puedo sentir lo que es la libertad, sentirte libre sin ningún tipo de atadura o responsabilidadd, sentir la agilidad de poder moverte fácilmente sin estar con el peso de cadenas de hierro. Hoy precisamente no era uno de mis mejores días, ciertamente no fui una buena persona, pero a pesar de ello, no puedo negar que hoy conocí el significado de la verdadera felicidad.

- ¡Mamá no quiero entrar!- de lejos escuché la voz de una niña pequeña.

- ¡Oh, vamos linda!, todos han venido a verte- la voz de su madre susurró con dulzura- ¿Acaso no quieres enseñarles quien manda? Apuesto que quedarán boquiabiertos con lo que has aprendido- ambas rieron ante la insinuación juguetona de la madre.

Caminé lo más rápido que pude hacia la dirección por donde provenía el sonido de aquellas voces, a su vez, las personas iban y venían por la extensa carretera que abarcaba una de las avenidas del centro, en dirección a cualquier parte de esta enorme y movida ciudad. Al paso de los segundos me di cuenta que estar oculto no iba hacer de mucha ayuda, puesto que si me ocultaba jamás conocería los rostros de dichas voces, así que, en menos de nada tuve que tomar una decisión, quizás no era la más inteligente pero era la única opción; opción que podría costarme la vida, mi puesto, mi título, prácticamente toda mi existencia en este mundo, aunque, la pregunta era, ¿Acaso me importaba, permacer en el? no, no me importaba en absoluto.

¿Me valía mierda las consecuencias?

Sin duda decir sí, era realmente corto.

¿Estaba dispuesto a tomar el riego?

Cerré los ojos con fuerza e intenté concentrarme. Mis pensamientos se paralizaron, el tiempo y el espacio se volvieron blancos por cuestión de minutos, en los que solo mi mente tenía el poder de todo mi alrededor.

Apreté mis manos a mis costados y poco a poco sentía como sucedía:

Mi cuerpo empezó a cambiar y convertirse en otro diferente.

Mi piel se pintó blanquecina, pálida, como la misma porcelana.

El tono de mi cabello se tornó negro azabache, haciendo que mis ojos celestes fueran el punto de partida de todo mi rostro.

El Poder De PiscisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora