CAPÍTULO 3|BOXING

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— Aria— escuché el susurro de alguien llamar a mi espalda, pero decidí ignorarlo y terminar de envolver el resto de mi cuerpo con mi manta.

La cabeza me dolía y mis extremidades me ardían como si de un maratón me hubiesen sometido.

Poco a poco sentí como me rompía por dentro.


— ¡Aria!— la voz fastidiosa volvió a gruñir a mi lado, haciendo el más débil intento de quitarme la sábana.

¿Es que acaso la gente no tiene vida propia?

— Sara, estoy durmiendo deja de joder.

— Tu teléfono no ha parado de sonar.

— ¿Y?— hice el ademán de sentarme en la cama y mirar su rostro pecoso, pero fracasé en el intento. Carajo, ¿Me golpearon anoche y no me di cuenta?

— Creo que es importante— se explicó— además un tal Jhony ha venido dos veces a buscarte, dijo que necesitaba hablar contigo de no se qué, de Boxing, y montón de cosas más, creo que deberías llamarlo se veía un poco alterado.



— Claro… jhony— repetí su nombre un par de veces en mi mente, tratando de orientarme pero no lograba recordar nada. Los pasos de Sara—mi compañera de cuarto—se alejararon de mi cama hasta llegar a la puerta, por lo que supuse que iría a la biblioteca a perderse en una pila de libros. ¿Cómo había llegado aquí?

A tientas logro ponerme de pie, y localizar mi teléfono en el desorden que ahora es mi habitación.

Tengo 20 llamadas perdidas de Jhony, y una de papá.

Un mensaje de Alex y otros 6 de Jhony.

Abro primero el de Jhony para acabar con el suspenso de una vez por todas. Y por lo visto Sara tenía razón. 

Chico Maldición :-)

•¿Dónde estás?

La reunión inicia en 20 minutos.  

Aria te necesito, ¡No puedes dejarme solo en esto!

Los mensajes eran varios, pero decidí que los leería más tarde. ¡Había olvidado por completo la reunión!

Se suponía que justo hoy Pedro— el dueño de Boxing— asignaría las peleas futuras, y los compañeros de entrenamiento, cosa que realmente me pareció excesivamente inecesario, pero que a Don 'Soy el dueño del mundo', pensó que era obligatorio.

Hace menos de tres días que había impuesto una nueva regla, y está establecía que todos éramos una sola comunidad y por lo tanto el apoyo debía ser mutuo. Casi me río en sus nerices cuando insinuó que ambos contrincantes debían entrenar en el mismo establecimiento, y justo pensé ¿Está de broma?

Estaba claro que era unas de sus trampas. Quería que ambos viéramos las capacidades del otro y modo de estrategia y habilidades, para que cuando sucediera la pelea todo estuviera más que claro.

A veces pensaba que era uno  más de esos viejos de mentes retorcidas que le gustaba el dolor ajeno de las personas. Casi siempre solía vernos entrenar con una de sus tantas sonrisas de satisfacción, mientras todos peleabamos para ganarnos un plato de comida en nuestras mesas.

Supongo que se preguntarán ¿Que hace un chica adinerada como yo en lugar como ese? Pues la respuesta era simple: No me gustaba lo fácil.

Para muchos soy Aria Velázquez, hija de Julio Velázquez, creador de 'SIRIUM EXPREX', una compañía de máxima inteligente, que se encargaba de la administración y creación de métodos científicos jamás vistos por el hombre. Experimentos, métodos, antídotos, gran variedades de químicos que se encontraban bajo el resguardo del gobierno y liderazgo de mi padre. Para la mayoría de las personas mi padre era uno de los hombres más poderosos del mundo, puesto que su grandes hallazgos eran poco comunes a la vista de  la humanidad, y a raíz de ello, nos convertía en el ojo del huracán de la vista de todos.

A través de los años mi padre empezó a invertir en otras empresas, al Igual que inició otro capital fuera de ellas. Su  afición por crear una fachada que alejara a los medios de su verdadero trabajo, lo llevó a iniciar otra entrada de dinero , como lo sería el caso de la cafetería de mi madre o el orfanato " IZLAS" que se encontraba en las afueras de la ciudad.

Todo era un ciclo para él: Crear e invertir, eran sus dos palabras favoritas, y de desde que tengo uso de razón, el único oxígeno que tenía para respirar no ha hecho más que utilizarlo para su trabajo.

Lo único que lo mantenía vivo eran las cuatro paredes pálidas que lo encerraban dentro de la organización, y fuera de ello, era como si todo lo demás no existiera.

Desde pequeña siempre supe lo que quería: Quería ser grande y ser capaz de cualquier cosa que me propusiera.

Y siempre he sabido que nunca lo hubiera hecho estando bajo su sombra.

Y fue por eso, que años  más tarde quise cambiar el rumbo de las cosas y encontré Boxing.

En Boxing nadie sabía quién era, y por supuesto a nadie le interesaba. Salvo Jhony, nadie sabía mi verdadera identidad, desde el inicio siempre me han conocido con el nombre de "Ghost" y al igual que en mis torneos siempre he mantenido una máscara en mi rostro. Quería permanecer en las sombras mientras obtenía y aprendía todo lo que debería saber, quería ser una más de su grupo de cuerpos luchadores. 

Estaba clara que el manejo administrativo no era del todo legal, pero eso dejó de importarme desde hace mucho. Lo único que me importaba era ser la mejor, y pues, siendo sincera buena persona del todo no era.


—¡¿Dónde estabas metida,mujer?!— Jhonny gritó a través de la línea como un lunático. En cierta parte lo comprendía, trabajar para Pedro era un dolor de cabeza, pero justo ahora mientras yo trataba de sobrevivir con el mío, solo quería quitarle las cuerdas vocales para que dejará de joderme.

— ¡Deja de gritarme!, ¡Me duele la cabeza, coño!

Tenía sujeto el teléfono con una mano, mientras que con la otra buscaba la manera más rápida de vestirme. Mi ropa de deporte no lograba ubicarla por ninguna parte, por lo que tuve que improvisar y ponerme un par de vaqueros holgados junto con una camiseta de tirantes, rogando internamente que aún estuviera mi ropa de emergencia en mi casillero.

Jhony seguía y seguía hablando estupideces  por el teléfono, mientras me ponía  los deportivos  en el camino. La cabeza empezaba a palpitarme con mucha más fuerza, y el estómago me rugía por la falta de comida.

Mis pensamientos aún estaban un poco distorsionados, ya que no lograba recordar nada del día anterior. Sabía que había ido a la cafetería, y poco después atendí a un chico de lentes oscuros, luego de eso Ana encontró los archivos y todo lo demás se volvió blanco …

Por más que me presionará a mi misma, no lo lograba nada.

Y eso me preocupaba.

¿Acaso me estaba volviendo loca?

— ¿Aria sigues ahí?— su voz volvió a resonar en mi cabeza.

— Si, fastidioso acá sigo.

— ¿A cuánto estás?

— A unos 15 minutos ¿Por?

— Lo que te diré no te va a gustar nada…

— ¿Qué ha pasado?— frené mis movimientos en plenos escalones de la residencia, mientras esperaba su respuesta.

— Pedro ha hecho un cambio de planes, y está vez, el contrincante de todos será completamente anónimo. A todos se les ha asignado una pareja. Este hombre se ha vuelto completamente loco Ar, ya ni siquiera nos escucha…

— ¿ Y con quién he quedado?

— Con Xander.







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El Poder De PiscisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora