Capítulo 31. Era una sensación tan...

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Narrado

Una rubia se despertó para sentir los rayos del sol en su rostro, una sonrisa apareció rápidamente en sus labios, así como sus recuerdos, recordó muy bien lo que había sucedido anoche.

Se sentía muy contenta. Era una sensación tan perfecta lo que sentía.

Su sonrisa brillo más cuando sintió el cuerpo desnudo del amor de su vida, con quien compartía las sábanas, abrió los ojos por completo y miró el cabello negro de su chica, que caía un poco sobre su cara y pecho, cubriendola ligeramente.

Sonrío y percibió el aroma de la mujer. Ella huele tan dulce que se derritió más. Rápidamente sintió una sensación de estar hipnotizada por su aroma tan delicioso.

La abrazo más, apretando su cuerpo con el de ella. Una corriente pasaba por todo su cuerpo despertando a su amigo. “Joder”, esto no le podía pasar.

Pero siguió abrazando y calmando su muy visible excitación.

No podía evitarlo tenía la mujer más hermosa, sexy y perfecta a su lado. Pensó, en qué tal vez esto sería un sueño, tenía que estar soñando.

Esa pelinegra también despertaba, se movió entre las sábanas, unos fuertes brazos la abrazaban y sonrío al recordar todo.

Una sonrisa ya se apoderaba de su rostro. Se sintió tan completa y feliz.

Cuándo por fin encontró la salida de esos fuertes brazos, sus miradas se conectaron y sonrieron. Regalándose las sonrisas más perfectas y llenas de amor.

No dijeron nada, estaban en total silencio, un silencio que era cómodo y abrigador. Puso su mano en el pecho de la rubia, su mano subía y bajaba, acariciando con suavidad y amor.

La rubia la abrazo más contra su piel haciendo que la pelinegra temblará al sentir sus cuerpos aún más cerca. Sus piernas seguían entrelazadas abajo de la sábanas.

Lena tembló y soltó un gemido bajo cuando sintió el miembro de la rubia duro contra su pierna. Lamió descaradamente sus labios y la excitación volvió aumentar.

...

Una pelinegra traviesa se colocó encima de la rubia con agilidad, poniendo sus manos en el pecho de esta. Mordió sus labios y masajeo el pecho suavemente de nuevo.

La rubia puso sus manos lentamente en la cadera de la pelinegra.

Teniendo esta vez sus cuerpos más pegados, al igual que sus miradas unidas. Sus intimidades rozaron haciendolas quedar sin aliento, Kara abrió ligeramente sus labios, estaba apunto hacerle el amor nuevo y sin parar, pero sin embargo la pelinegra no se me movió para buscar fricción en absoluto.

Esto era una tortura para la rubia y dolía estar así con ella. Su miembro erecto contra esa piel lechosa palpitaba. Sintió poder morirse, pero no hizo nada. Solo se observaron en silencio mientras Lena jugaba con esa sonrisa divertida en su rostro.

Entonces ella, la pelinegra se acercó y se recostó escuchando así latidos de la rubia, dejó un beso cariñoso en su pecho cómo también en su cuello.

Kara, no dejaba de mirarla, rápidamente ella, también dejó un beso su cabello y su frente.

"Buenos días, a la mujer más hermosa del universo", susurró la rubia sin dejar de mirarla y besando su cabeza nuevamente.

Sus corazones todavía estaban agitados. “Aguanta. Joder, tenerla tan cerca la mató, la mataba lentamente no tocarla ni estar dentro de ella, para sentirla”

"Buenos días, mi reina hermosa", susurró la pelinegra besando otra vez ese, su pecho desnudo, mientras la acariciaba suavemente.

"¿Cómo amaneciste, amor?", preguntó jadeando, mientras se calmaba.

↬ 𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐄𝐒 𝐓𝐔 𝐇𝐈𝐉𝐀 ↫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora