Las odiosas trompetas nos comunicaron que era momento de que despertáramos, quisiera explotarlas si tan solo Fares no descubriese que ese acto sería provocado por mí lo haría sin dudar, sentí como mi cara era mojada por uno de los regalos de mis hermanos, genial ahora tendría que secarlo y eso hice, no me agradaba la idea de usar el aire tan temprano después de todo terminaba aún más despeinada, cosa que luego cuando intentara peinarlo por mi cuenta sería un calvario.
Raiden se encontraba apoyado a su litera observándome con diversión, lo mojé un poco con la mano de la cual no salía aire, porque sí aquí todos tenemos regalos, así nos hicieron llamarles a nuestros respectivos poderes, Fares nos había dicho que son regalos de los dioses y por ello debíamos usar ese nombre para honrarles de esa forma. Conocíamos a cada uno de ellos, no personalmente claro está, pero los estudiábamos muy detalladamente, todos conocíamos sus grandes hazañas e imprecisiones. Creo que nunca tendré claro por qué aprendemos acerca de eso. También nos instruyen historia humana, a pesar de todo aún somos humanos.
—Apresúrate, Vinisha, o sufrirás el castigo de Arecida—la voz de Raiden tenía un deje burlón.
Arecida es quién se encarga de que aprendamos a manejar espadas, el arco, escudos y otras cosas, hoy nos correspondía la práctica de lucha cuerpo a cuerpo, si llegabas tarde te utilizaba como ejemplo para todo el campamento y luego de que te usase como muñeco de prueba debías correr alrededor del campamento, sus castigos son los más desgastantes, pero claro es la hija de Ares, sí, ese Ares, así que tiene su lógica que sea de esa manera.
Me apresuré a cambiarme para ir a la práctica junto a Raiden, quien se encargó de mi cabello en lo que me vestía, Girax ya se encontraba esperándome junto a Nerea, mis dos hermanos que suelen despertarme con fuego o con agua. Ellos son más apegados a los elementos, mientras que yo, bueno es complicado de explicar, ni siquiera Fares podía explicar mi abundancia de regalos, ya que, cada vez aparecían más sin razón alguna.
Sentía cierta envidia por los demás, todos tenían solo uno y lo controlaban estupendamente, mientras que yo debía perfeccionar cada poder en cuanto aparecía, por ello pasaba más tiempo con nuestros cuatro líderes: Fares, Hela, Heftian y Arecida, de vez en cuando se aparecía Afrae, de cual sigo sin descifrar su función aquí.
—Tienes suerte de que Arecida aún no llega porque llegas cinco minutos tarde.
Girax tan positivo como siempre para conmigo, mi hermana por otro lado me dijo que me veía radiante en lenguaje de señas, claramente se refería a que me había mojado para despertar, por lo que le saque la lengua cual niña. Los cuatro nos colocamos en fila a la espera de nuestra entrenadora.
Al momento en que llegó nos indicó que habría combate por lo que nos colocamos de forma que quedara un amplio espacio en el centro para los combatientes, los primeros en pelear fueron Raiden y Girax, ambos tienen hombros anchos y músculos lo suficientemente fuertes como para levantarse el uno al otro sin ningún problema, así que ver una pelea entre ellos dos era como ver una obra de arte, ninguno cedía por lo que quedaron empatados.
Me coloque al centro junto a Alex, que sería mi oponente en esa ocasión, ese chico era sumamente dulce con todos, pero al momento de los entrenamientos su dulzura era reemplazada por la más ardiente competitividad y a pesar de eso nos deseaba suerte o nos consolaba, creo que eso nunca desaparecería de él.
—Mucha suerte mi querida Vinisha—realizó una pequeña reverencia, provocando que le dedicara una cálida sonrisa.
—Lo mismo digo adorado Alex—igual que él hice una reverencia.
Nos empezamos a mover estudiando los movimientos del otro, él me atacó primero con un puñetazo que iba directo a mi mejilla, lo esquivé agachándome ligeramente lo que me permitió golpear sus costillas provocando que retrocediera con una mueca, di un paso cauteloso hacia él observando sus ojos fue entonces que me di cuenta que me golpearía con su codo en la oreja, yo tenía la ventaja que con solo mirar los ojos de otros podía descifrar su siguiente movimiento eso lo aprendí de pasar tanto tiempo con Arecida, al haber quedado tan pegado a mí por su intento de atestarme el golpe pude colar mi pierna derecha entre las suyas y entrelazarla con su izquierda y jalarla hacia mí ocasionando que perdiese el equilibrio y cayese sobre su espalda.
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Semideum Perhibemus
FantasyLa guerra nunca acaba, la paz es solo una farsa, no hay ganadores o perdedores, solo hay destrozos, almas destruidas que nunca sanarán.