ʕ•ᴥ•ʔ ❝ nada mejor que estar enamorado de un conejo que te amenaza diariamente con arrancarte a tu amiguito a base de mordidas ❞
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—Bueno, en lo que respecta, está todo bien. Aún no puedo saber con exactitud cuántos conejitos tendrás pero en unas tres semanas, espero saberlo.
Sunoo aplaudió con emoción mientras la doctora sacaba una paleta y se la daba, sacudiendo sus orejas cuando la mujer le acarició una de ellas con su dedo. Por otro lado, SungHoon parecía a punto de pasar por una baja de presión mientras iba perdiendo su color en el rostro.
Conejitos. Conejitos. Conejitos.
Esa palabra se repetía en su cabeza mientras escuchaba a la doctora comentándole a Sunoo sobre cómo debía tomar las vitaminas que ella le recetaba, aunque el conejito la ignoró mientras le pedía que lo dejara ir a jugar en el rincón de los juguetes.
—Ve, yo hablaré con SungHoon mientras tanto.
Entonces, los ojos compresivos de su amiga lo miraron, sentándose frente a él.
—¿Todo bien?
SungHoon negó.
—¿Estás asustado?
—Siento que no estoy listo para ser papá.
Sujeong rió levemente, dándole una mirada tranquila y llena de cariño.
—Nadie está listo para serlo, se trata de una cuestión de aprendizaje y costumbre. Es difícil, sí, por supuesto, pero tienes a muchas personas que podrán apoyarte y necesitas mantenerte fuerte para Sunoo. Él te va a necesitar muchísimo —SungHoon suspiró, girando su rostro para ver a su novio jugar con unas muñecas de Barbie, golpeándolas entre sí—. Sunoo es una de las razas de híbridos más sensibles en lo que respecta a un embarazo, y tendrás muchos dolores de cabeza en estos tres meses que vienen.
—¿Tres meses?
Sujeong asintió.
—Es lo que durará el periodo de gestación en Sunoo.
Oh, demonios.
—Me estás jugando una broma, Ryu...
La mujer negó, borrando su sonrisa.
—Tus hijos serán una cosita tan chiquita y delicada... así que debes poner de tu parte y prepararte para lo que viene.
SungHoon suspiró, con su corazón acelerado, pero antes de poder decir algo, el grito de su bonito conejito lo interrumpió.
—¡Hoonie!
—¿Qué sucede?
—Cuando volvamos a casa, ¿podemos tener sexo?
Escuchó la risa de Sujeong y, aunque sintió la vergüenza invadir su rostro, no pudo negarse a aquellos ojitos brillantes que lo miraban desde el otro lado de la habitación.
