⑫: La vida de padres primerizos.

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Cuando volvieron a casa, Sunoo y SungHoon dieron inicio a la etapa más difícil de su vida: cuidar de los recién nacidos

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Cuando volvieron a casa, Sunoo y SungHoon dieron inicio a la etapa más difícil de su vida: cuidar de los recién nacidos.

Los bebés eran extremadamente lindos, unas cositas bonitas que a cualquiera que los vea, le daban ganas de tener un bebé, eso hasta que lloraban por comida, o necesitaban un cambio de pañales, o sólo porque sí.

En la primer noche no durmieron más de tres horas, puesto que uno de los bebés lloraba y luego lloraba otro y luego otro y luego otro, y así hasta que el departamento estaba lleno de agudos lloriqueos, incluidos los de Sunoo cuando ya no sabía que hacer. Esa noche, SungHoon tuvo que llamar a su suegra, quien les dio la solución: llevar a todos los bebés para que durmieran con ellos.

Funcionó, hasta que despertaron a las seis de la mañana para exigir su alimento.

Con el pasar de los días, lograron acomodarse a la nueva vida que llevaban, y su rutina fue organizándose de a poco. Habían armado horarios para ambos con respecto a los bebés, y a veces recibían ayuda de sus amigos y familiares.

Para el cuarto mes de los bebés, las orejitas de estos ya estaban peludas, iguales a la de Sunoo, lo que significaba que ya eran sensitivas ante los sonidos, por lo que SungHoon pasaba horas y horas teniendo conversaciones con ellos para entretenerlos mientras Sunoo tomaba una siesta. Y cuando lograba que se durmieran, SungHoon dejaba el walkie talkie encendido en la habitación y se llevaba uno a la suya y lo dejaba en su escritorio mientras volvía a su trabajo, ya que ahora trabajaba desde casa para mantenerse cerca de su novio y de sus bebés.

Para los siete meses de edad, los bebés ya gateaban y Sunoo se había vuelto un maniático de la limpieza, con el temor de que sus bebés pescaran alguna enfermedad o terminaran comiendo algo que no debían. Tanto así, que incluso había exigido a SungHoon hacer unas barras que prohibieran la entrada de ellos en la cocina o el comedor.

Cuando la señora Park los había visitado, les había dicho que una vez que empezaran a caminar, las barras no detendrían a los conejitos de ir a donde quisieran porque ellos encontrarían la forma de eliminarlas de su camino.

No se equivocó. Para los nueve meses, los bebés ya daban pasitos y algunos ya se pegaban sus buenas caídas por intentar correr. Así hasta que, cuando ya podían correr por sí solos sin caerse o tropezarse, escapaban de ellos cuando era la hora de comer o cuando les tocaba su baño.

Y aunque les causaban grandes dolores de cabeza, SungHoon y Sunoo no podían estar más enamorados de ellos.

—Tengamos diez más, Hoonie —le decía Sunoo cuando ya los dejaban en sus cunas y los veían dormir.

Bueno, como que hay límites, ¿no?

kimbit's aventures ♯݊ˢᵘⁿᵍˢᵘⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora