②: ¡Se comerá a mis conejitos con salsa!

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                                                                                   —¿Y tus papás ya lo saben?                     SungHoon suspiró, viendo como Sunoo estaba jugando detrás de unos arbustos, todo lleno de tierra y saltando de un lad...

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—¿Y tus papás ya lo saben?
                   
SungHoon suspiró, viendo como Sunoo estaba jugando detrás de unos arbustos, todo lleno de tierra y saltando de un lado al otro, mientras Jungwon jugaba en el centro del patio, haciendo un agujero para enterrar un ¿zapato de Jay?
                   
El menor le dió una mirada a su amigo, que parecía estar disfrutando de las travesuras que hacía su cachorro con una enorme sonrisa en sus labios.
                   
—Hablé con ellos esta mañana y bueno, me regañaron —rió despacio, rascando su nuca—. Ni siquiera se sorprendieron, dijeron que era algo obvio porque SunSun tenía algunos atributos de omega, pero me regañaron porque dicen que Sunoo es muy pequeño para tener una camada y eso.
                   
Escucharon ladridos y ahora, Jungwon arrinconaba a Sunoo en una esquina de la cerca, luego de que Sunoo haya robado el zapato de Jay para comenzar a mordisquearlo. Que asco.
                   
—También me dijeron que debía conseguir un trabajo de tiempo completo, y hacer algunas remodelaciones en las habitaciones. Woah, ni empiezo y ya me siento estresado.
                   
Jay rió a carcajadas, mirando hacia donde estaban sus híbridos, notando como Sunoo ahora estaba sobre Jungwon, golpeándolo con el zapato en tanto Jungwon parecía disfrutar de aquello.
                   
—Bueno, amigo, sabes que estoy para lo que necesites. Así que no dudes en llamarme —dijo Jay, recogiendo su oscuro cabello en una coleta—. Pero desde la seis de la tarde hasta las tres de la madrugada estoy disponible sólo para Jungwon, así que en ese horario no me llames.
                   
SungHoon bufó, riendo levemente. Justo antes de que el timbre de la casa se escuchara en la cocina.
                   
—¡Estamos en el patio, Hee, puedes entrar por la cerca! —gritó SungHoon, y unos minutos después, su amigo apareció cargando a un adormilado gatito como si de un koala se tratara.
                   
—Bájate, Ni-Ki. Ya estamos aquí.
                   
Pero el gatito negó efusivamente, apretando el cuello de su novio con sus brazos y dándoles una mirada de reojo. Que miedo.
                   
—No quiero verlos, no dormí bien y me pondré de mal humor si veo sus feos rostros —declaró el gato amargado, causándole risa a quien lo sostenía en sus brazos.
                   
—Que adorable, Kinnie —molestó Jay, encogiéndose cuando el híbrido siseó hacia él.
                   
—Vamos, Nini. Bájate o no te daré atún hoy.
                   
El gatito se bajó de un salto, completamente enfurruñado. Heeseung suspiró aliviado y caminó hasta sentarse al costado de SungHoon, en aquel sofá en el que se encontraba. Con una sonrisa en su rostro, les dió un saludo a sus amigos y observó con atención la forma tan lenta y atemorizante con la que Ni-Ki caminaba detrás de sus amigos, siseándoles mientras acariciaba sus nucas con la punta de su cola. El rubio de orejas blancas con manchitas amarillas se acercó hasta donde estaba el mayor, abrazándolo delicadamente mientras le ronroneaba en el oído, antes de sentarse en la grama, observando con ojos acechadores hacia el par de híbridos que jugaban con un zapato, tomando su cola para comenzar a peinarla.
                   
—¿No quieres sentarte en mis piernas?
                   
Ni-Ki negó.
                   
—Después te pondrás caliente y SungHoon no querrá prestarnos su habitación.
                   
—Desvergonzado —dijo SungHoon y Ni-Ki le siseó.
                   
—¿Qué dices de ir a jugar con los chicos?
                   
—Ellos son sucios y salvajes, míralos, están todos llenos de tierra. Y yo ya me bañé esta mañana.
                   
—Corrección: te llenaste de saliva, porque ya tienes casi dos semanas sin tomar un baño.
                   
—Y no lo haré, el agua no es mi amiga. Me cae mal.
                   
—Vas disminuyendo tu dosis de atún —molestó Heeseung y Ni-Ki le siseó, dándole la espalda mientras los mayores reían—. Bueno, Hoon, cuéntame tus penas.
                   
Y mientras conversaban, ninguno de ellos se fijó en la forma sigilosa con la que Ni-Ki se puso de pie y se acercó a los otros híbridos, meneando su cola con travesura mientras una sonrisa macabra adornaba sus labios.
                   
Sólo reaccionaron cuando Sunoo comenzó a llorar entre gritos y Jungwon comenzó a ladrarle a Ni-Ki, quien estaba encrespado siseándole al bonito cachorrito de Jay.
                   
—¿Qué sucedió?
                   
Pero ninguno respondió algo. Jay se acercó a Jungwon mientras que Heeseung tomaba a Ni-Ki entre sus brazos, quejándose cuando las garras de su gatito se hundieron en la piel de sus hombros.
                   
—¿Qué pasó chicos? —preguntó SungHoon, tomando a Sunoo en sus brazos—. ¿Por qué lloras, bebé?
                   
Sunoo hipó, tratando de limpiar su rostro de lágrimas.
                   
—Es q-que Ni-ni dice que los g-atitos com-en conejitos y q-que él se co-comera a mis cone-jitos.
                   
SungHoon le dió una mirada de reproche a Ni-Ki, pero este lo ignoró, escondiéndose en el hombro de Heeseung.
                   
—Es mentira, bebé. Eso no pasará. Ni-Ki está loco.
                   
—¡Él di-jo que s-se comería mis cone-jitos con s-salsa, y a mí no me gusta la s-salsa! —exclamó Sunoo, pataleando entre sus brazos.
                   
—¡A los gatitos nos gustan los conejos, y me voy a comer a todos tus conejitos!
                   
Entre gritos y llantos, Jay suspiró mientras mantenía a Jungwon entre sus brazos, ya después de lograr calmarlo.
                   
—Que bueno que tú anudas y no te anudan. No podrás embarazarte aún si quisieras —le dijo, casi aliviado, pero cuando Jungwon de forma traviesa, un escalofrío recorrió la espalda del mayor.

                  
¿Qué..?

kimbit's aventures ♯݊ˢᵘⁿᵍˢᵘⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora