⑦: Bonito, tierno y revoltoso conejito

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—Tú sabías que esos regalos eran para los bebés, así que deja de llorar

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—Tú sabías que esos regalos eran para los bebés, así que deja de llorar. Por favor.
                   
SungHoon resopló cansado cuando Sunoo volvió a gritar entre lágrimas, pidiendo abrir uno de los tantos obsequios que habían recibido para sus conejitos.
                   
—P-per-ro y-yo qu-quie-ro u-no —pidió entre hipidos, limpiando sus mejillas con una camisa de SungHoon que quien sabe de donde había sacado.
                   
Por la tarde, sus amigos le habían organizado una pequeña reunión sorpresa para celebrar la pronta llegada de los bebés Park, y por supuesto, los regalos no habían faltado. Sunoo había estado tan emocionado recibiéndolos que no recordó que no eran para él, y ahora estaba en medio de una rabieta porque SungHoon no le permitía abrir uno de los muchos regalos que estaban alrededor de la habitación.
                   
—Sunoo, deja de llorar. Luego vas a sentirte hinchado y te pondrás triste y... me estoy estresando —dijo, dejando un grupo de prendas dobladas sobre la cama.
                   
Luego de que sus amigos se hubieran retirado, SungHoon empezó con su trabajo de empacar las últimas cosas (las de su habitación) para la mudanza. Ya todo lo demás estaba en la nueva casa, e incluso, había aprovechado para ordenarlas en su rato libre.
                   
Vió como Sunoo sorbía sus mocos y se escondía bajo el edredón de la cama, y suspiró mientras se acercaba para recostarse junto a él, abrazándolo y dejándole pequeñas caricias en su vientre.
                   
—Amor, entiende que los regalos que trajeron los chicos son para nuestros conejitos —murmuró, dejándole varios besos en la mejilla—. Te prometo que cuando estemos acomodados en nuestra nueva casa y consiga ordenar mis horarios, te llevaré de compras y te compraré todos los juguetes que quieras.
                   
Sunoo se destapó y lo miró con sus ojitos llorosos, suspirando entrecortadamente.
                   
—¿Lo juras?
                   
SungHoon lo besó suavemente.
                 
—Lo juro.
                   
Sunoo se giró en el abrazo y tomó su rostro entre sus suaves y pequeñas manos.
                   
—Te amo, Hoonie. Eres lo mejor que tengo en mi vida —murmuró el conejito, haciendo que el corazón de SungHoon se acelerara—. Agradezco a que te hayas tropezado con las macetas de papá, y que luego papá te castigara poniéndote a trabajar con nosotros.
                   
SungHoon se sonrojó.
                   
—Te dije que no recordaras eso, es vergonzoso —se quejó, con una mueca.
                   
—Nunca podré olvidar como conocí al amor de mi vida.
                  
SungHoon sonrió y se acercó para besar los labios de su bonito conejito. Su bonito, tierno y revoltoso conejito.

kimbit's aventures ♯݊ˢᵘⁿᵍˢᵘⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora