➄: Hoonicito, Jaycito y Heecito

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Lo que para una mujer embarazada era una barriga de cuatro meses, para Sunoo era la barriga de tres semanas, y ahora, el cansancio se había hecho cargo de su cuerpo hasta el punto de tenerlo recostado en cualquier lugar que se le antojara

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Lo que para una mujer embarazada era una barriga de cuatro meses, para Sunoo era la barriga de tres semanas, y ahora, el cansancio se había hecho cargo de su cuerpo hasta el punto de tenerlo recostado en cualquier lugar que se le antojara. Aún no sabía la cantidad de bebés que esperaba pero no era uno solo, Sunoo los podía sentir, pero sentía tanta pereza ponerse a sentirlos y contabilizarlos por lo que esperaría paciente a su próxima cita con Sujeong.
                   
SungHoon había salido a encontrarse con Heeseung para comenzar a amueblar el nuevo departamento por lo que Sunoo y (para suerte o desgracia del conejito) Ni-Ki habían quedado al cuidado de Jay.
                   
Ambos se encontraban en la habitación de Jungwon, la cual, a pesar de que Wonnie era un híbrido de cachorro, resultaba ser un lugar limpio y ordenado en el que los pequeños disfrutaban estar.
                   
Ni-Ki ronroneaba mientras abrazaba a uno de sus peluches, mordiéndolo y empujando un pelota de lana con sus manos, en un rincón de la habitación. Muy lejos de donde ellos estaban.
                   
Sunoo tomó una de sus Barbies y gateó hacia donde estaba Jungwon jugando con unos autitos y se sentó junto a él, respirando de forma pesada mientras se recostaba en la alfombra.
                   
—Ya estoy harto de estar embarazado —reclamó, golpeando a la Barbie contra el suelo mientras una de sus manos acariciaba su pancita—. Se mueven mucho y me duele.
                   
Jungwon lo miró por unos instantes y luego volvió a hacer ruidos con su boca mientras empujaba un carrito por el suelo. Sunoo hizo un mohín y le lanzó la Barbie, causándole risas cuando falló en el golpe.
                   
—Hee dice que tu nueva casa está muy bonita y que es más grande que el cuchitril en el que estás viviendo —escuchó que Ni-Ki le decía y cuando se sentó para darle una mirada, se lo encontró recostado en el suelo con el peluche entre sus brazos y sus ojos clavados en él.
                   
Sunoo se encogió de hombros.
                   
—No la he visto aún. Hoonie dice que será una sorpresa —comentó, tomando uno de sus peluches para empezar a morderlo—. Tengo hambre.
                   
—Yo igual. Jungwon, dile a tu macho que venga y nos alimente.
                   
Jungwon lanzó un ladrido que hizo sisear a Ni-Ki, pero aún así obedeció al pedido del gatito, corriendo mientras gritaba el nombre de su novio.
                 
Unos minutos más tardes, los tres se encontraron sentados alrededor de una mesita de té, comiendo sus aperitivos de la mañana. Jay los vigilaba desde la puerta, riendo cuando Ni-Ki comenzó a ronronear mientras dejaba que Sunoo hiciera mimos en el cabello.
                   
Según lo que Ni-Ki decía para justificar su actuar, Sunoo olía a mamá y por ello, el que Sunoo estuviera jugándole en su cabello o mordiéndole las orejas causándole cosquillitas, lo tenía a Ni-Ki ronroneando de gusto.
                   
—Estaré en el estudio, me llaman por cualquier cosa. Sin peleas —dijo, saliendo del cuarto. Pero los chiquitos lo ignoraron, jugueteando con su lunch.
                   
—Tendré un bebé grosero y tierno y lo llamaré como tú —dijo Sunoo mientras dejaba que Ni-Ki dormitara en sus piernas.
                   
—Ay, ¿y por qué no como yo? —se quejó Jungwon, tomando una bolita de carne de su plato—. Deberías tener un bebé y ponerle mi nombre y el de Jay. Siempre te cuidamos.
                   
—Agh, está bien. El bebé más raro que salga se llamará como ustedes.
                   
Jungwon pestañeó, antes de correr para comenzar a besar la mejilla de Sunoo.
                  
—¡Eres el mejor, gracias!
                   
—¿Cómo llamarás a tus otros bebés? —curioseó Ni-Ki, abrazándose al torso del conejito.
                   
—Quería ponerle Barbie a todos pero Hoonie dijo que no podíamos hacer eso. Es un aburrido —se quejó, desenredando uno de los rizos del gatito en su regazo—. También quería que uno de mis hijos se llamara Hoonicito y dijo que no —murmuró, con un mohín.
                   
—¿Por qué?
                   
—Porque así le digo a su pene. Y dice que eso es turbio.
                   
—No es turbio. Los penes son bonitos —dijo Ni-Ki, ronroneando—. Pero ninguno más bonito que Heecito, es tan bonito cuando se emociona. Me gusta.
                   
—Jaycito es suavecito, y se pone más suavecito cuando está emocionado. Me gusta lamerlo por las mañanas.
                   
—Hoonicito siempre está bonito. No importa si está dormido o si está emocionado, él siempre está bonito.
                   
Los pequeños siguieron hablando de lo lindo y bonitos que eran los amiguitos de sus novios hasta que Jay, unos minutos más tarde, apareció en la habitación, preguntándole sobre el tema que les tenía muy sonrientes.
                   
—Hablamos de tu pene —dijo Jungwon, con una bonita sonrisa en su rostro—, y también del de Hee y el de SungHoon.
                   
—¿P-por... qué..?
                
—Creo que llamaré a mis conejitos como los chicos, en representación a sus penes —declaró Sunoo, con una enorme sonrisa en sus labios, orgulloso de sí mismo.
                   
Jay boqueó, sorprendido.
                   
—¿Puedes llamar a Heeseung? —pidió Ni-Ki a Jay, con ojitos inocentes—. Dile que quiero lamer a Heecito.
                   
La próxima, pediría a sus amigos un pago por cuidar de sus demonios.

kimbit's aventures ♯݊ˢᵘⁿᵍˢᵘⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora