¡Al agua Harry!

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Valery Balbiani.

No sé si la vida está siendo muy cruel conmigo, o soy la única que no soporta más a la profesora de Historia.

Su voz.

Sus movimientos.

Su cara.

Dios, no la soporto más.

Estoy mirando las manecillas del reloj avanzar, contando los segundos que faltan para salir.

Sí, estoy más que aburrida.

Habla, habla, habla y habla, sin parar.

Y aunque Harry, Niall y Allan están conmigo en esta clase, ninguno se quiso sentar conmigo.

Sí, son unos muy buenos amigos.

Busqué con la mirada a los chicos.

Primero estaba Niall, en uno de los segundos puestos, apoyado en su brazo izquierdo con un hilo de baba colgando de su boca.

Qué asco.

Luego vi a Allan, quien muy entretenido le tiraba bolitas de papel a Sky, que estaba frente a él.

Y por último pero no menos importante estaba Harry, el único que se veía fascinado escuchando a la profesora hablar sobre la política y administración de Inglaterra.

Esos rulos.

Esos ojos.

Esa sonrisa.

Dios, es tan guapo.

- Está bueno ¿no es así? - preguntó la chica que estaba a mi lado.

Fruncí el ceño y la miré extrañada, cosa que hizo su sonrisa desaparecer lentamente.

Luego me reí, intentando arreglar la situación, pues no quería parecer una pesada.

Ella rió conmigo y así finalizó nuestra conversación.

June, creo que se llama, y es una friki por donde la mires.

Me voltee a ver a Allan y éste me hizo una seña para que mirara el reloj de la pared.

Sólo un minuto y éramos libres al fin.

Guardé todo en mi estuche y metí todo en la mochila.

La cerré y el timbre sonó.

Me levanté de mi puesto y caminé hacia la salida, dispuesta a ir al comedor por algo de comida.

Pero Allan me tomó del brazo y me arrastró consigo hacia los casilleros.

- ¿Que hay entre tú y Harry? - preguntó, poniendo sus brazos a cada lado de mi cabeza.

- Nada - respondí, cruzada de brazos.

- Sí, claro - entornó los ojos e hizo una mueca.

- Es enserio - me liberé de su cautiverio y caminé hacia el comedor.

- Pero si hoy lo mirabas con una cara muy comprometedora - asintió, siguiéndome el paso.

- Es guapo - levanté los hombros.

Su boca se abrió en una "o" y me señaló con su índice, como si de un pecado se tratase.

- Es malo señalar, Allan - avisé antes de girar la mirada y reanudar mi caminata al comedor.

Se escuchaban gritos y de muchas personas.

Al dar la vuelta al pasillo pude ver como un grupo de unos cincuenta alumnos encadenados a las puertas del comedor, además de todos los carteles que había pegados ahí.

El último añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora