Capítulo 8

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El gimnasio que me había sugerido Bruno era espectacular, no era del todo cerrado, tenía una amplia vista hacía un jardín donde realizaban yoga y meditaciones, yo opté por la caminadora y unas pesas, me ejercité hasta que mis músculos temblaran y ...

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El gimnasio que me había sugerido Bruno era espectacular, no era del todo cerrado, tenía una amplia vista hacía un jardín donde realizaban yoga y meditaciones, yo opté por la caminadora y unas pesas, me ejercité hasta que mis músculos temblaran y no pudiera ni sentir mis pensamientos.

Al finalizar una ardua rutina de ejercicio, la cual llevé a cabo con el único objetivo de liberar el estrés que tengo, y con un movido ritmo saliendo de mis audífonos, salgo del ascensor y camino hasta adentrarme a la habitación del hotel. Mis planes de correr hasta la ducha para quitar todo el sudor adquirido por el ejercicio se ven arruinados por el rey de mi estrés y de mis pesadillas.

Bruno se encontraba sentado sobre el sofá, tratando de curar de forma muy torpe una cortada sobre su ceja, la sangre se desplaza hasta el pómulo haciendo ver la escena más dramática de lo que en realidad luce el corte.

—Oh por Dios —exclamo casi en un susurro para no despertar a nadie y lo vean en este estado—. ¿Qué ha pasado?

Bruno no se había percatado de mi presencia hasta que estoy casi enfrente de él.

—Es solo un corte, no pasa nada —responde haciendo menos su situación.

—Claro que pasa —dije estirando mi mano para tomar el algodón en mis manos—. Hay que hacerlo como es debido o de lo contrario, te quedará una fea cicatriz.

Sin emitir palabra, me entrega el botiquín completo para ayudarlo.

—Ni Angela ni tu madre te pueden encontrar así, limpiaré la herida antes que salgan de sus habitaciones.

— ¿Ya no me tratas de usted? —dice con gracia en su tono— Entonces ya me has perdonado.

Rayos. Se me olvidó que estaba enojada con él. Cuando se trata de atender a otros se me olvida todo.

—Un simple gracias es más que suficiente —respondo seria—. Y no, no te he perdonado del todo.

—Eso quiere decir que me has perdonado en parte —me quedo callada omitiendo su comentario.

Voy a la cocina para lavar mis manos con agua y jabón antes de comenzar a curar la herida. Regreso a la sala encontrando Bruno ahora con los botones desabrochados casi por completo de su camisa de vestir negra de mangas largas.

Su pecho es tan sexy y su rostro es... ¿Por qué tan lindo y tan patán?

— ¿Admirando la vista?

Repito. Es un patán.

—No hay nada bueno que ver a mi parecer —justo en el blanco, su expresión cambió de coqueto a ofendido.

Me siento en el borde de la mesa de centro para quedarme en frente de él. Del botiquín tomo una gasa y comienzo a limpiar con suaves toques para no lastimarlo y evitar así que continúe sangrando.

— ¿Cómo te lo has hecho? —pregunto.

—Eh... Me lo he hecho saliendo de la habitación temprano, estaba muy dormido y Angela dejó tirado uno de sus peluches en el suelo y tropecé —responde dudoso.

Ante Mis Ojos (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora