Todo comenzó con un beso entre dos personas que se acababan de conocer en medio de un club nocturno, bajo la presión de muchos espectadores. ¿O todo comenzó cuando por accidente ella choca contra su figura? ¿O todo empieza cuando ella lo mira a la d...
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Ha caído la noche, el cielo se ilumina con las estrellas, el ruido de las personas saliendo a disfrutar del hotel llega a mis oídos. No he salido en todo el día, quizás tome valor de salir sola un rato a explorar un poco del lugar, aunque no tengo buen sentido de la orientación, me pierdo con facilidad.
Resulta increíble todo lo que puede pasar en un día, gracias al cielo va terminando.
Son cerca de las diez. La señora Evelyn aún deambula por la sala, Angela tiene más energía que su abuela y yo juntas, así que veo difícil que se duerma ahora. Sé que no está en mi trabajo el cuidar de la niña, pero conecto con ella de alguna forma y comprendo que debe ser difícil para ella cruzar el mundo hasta un país que casi no conoce y no tener la compañía de su padre. Por supuesto tiene a su abuela que la acompaña, pero no debe ser lo mismo.
—Señora, ¿Está todo en orden? —pregunto.
—Creo que tengo algo de ansiedad.
—Le puedo preparar un té con unas gotas mágicas que traigo conmigo siempre, eso la ayudará a dormir —le propongo.
Me sonríe de manera cálida y asiente dando aprobación a mi propuesta.
Camino hasta la cocina buscando algún sobre de té, pero no obtengo éxito. Ya lo ofrecí, ahora queda resolver esto de algún modo, puede que logre conseguirlo abajo en algún lado o consiga a alguien del personal del hotel que me pueda ayudar.
—Angela, nena, vuelvo en un segundo —le digo a la pequeña entrando a la sala—. Voy a buscar té para tu abuela, no tenemos en la cocina.
Levanta la cabeza de su dibujo y me mira fijamente.
—Está bien.
Acto seguido tomo la tarjeta de la habitación antes de salir. Una vez fuera giro la mirada a los lados buscando al personal, no veo a nadie, por la hora debe haber menos personal deambulando por los pasillos. Llamo al ascensor y espero a que sus gruesas puertas color dorado abrieran para entrar en el. Marco el piso del lobby y me bajo de este al llegar.
Y como tengo tan buena suerte tropiezo con una figura amplia.
—Oh, lo siento, no vi que...
—Hola, bella —saludó mi adorado jefe—. ¿Me buscabas?
Ahg, no lo soporto, si no fuera mi empleador le empujara.
—No —respondo y empiezo a caminar por el lobby ya que obstaculizamos el paso hacia los ascensores.
— ¿Entonces? —pregunta mientras sigue mis pasos.
—Busco té para su madre —me está poniendo tensa con sus preguntas.
—No me trates de usted —pide con voz gruesa, como si le molestara como le estoy hablando, y eso quiero, molestarlo.