Capítulo 14

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— ¿Hola? —se queja—

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— ¿Hola? —se queja—. ¿Así tan simplemente saludas a tu prometida? —Alessandra se disculpó y se alejó. Tuve deseos de salir corriendo detrás de ella y explicar lo que estaba sucediendo.

Supongo que mi madre y Santino tenían razón cuando me dijeron que debía contarle sobre Gina, pero no veía razones para hacerlo. Traté lo más que pude de retenerla como mi enfermera y nada más, sin darme cuenta de que poco a poco me he visto envuelto en su encanto.

El matrimonio con Gina ya es un hecho, nada lo detendrá. Si he fantaseado un poco con la idea de estar con la enfermera, pero debo entender que es solo eso, una fantasía. Si Alessandra estaba decidida a apartarse, estaré de acuerdo, no podemos seguir fomentando algo que no tiene futuro.

Subo las escaleras envuelto en mis pensamientos, odiando las estúpidas reglas que impone la comitiva.

— ¿A dónde vas, Brunito? —me había olvidado de su presencia. Nos adentramos en la mansión. Suplicando no encontrarme a más nadie y darme una ducha para despejarme.

—A ducharme.

—No me has avisado que estabas de regreso a Sicilia —chilla—. Hay tantas cosas que discutir sobre la boda, que no sé por dónde empezar.

«Puedes empezar por irte» pienso.

—Gina, como te he dicho antes —recuerdo, tratando de no perder la poca cordura que me queda—, encárgate tú de todo, por dinero no te preocupes —finalizó subiendo a mi habitación.

Entro a la ducha y abro la regadera permitiendo que el agua helada recorre mi cuerpo, me sentía tieso. Apoyo mis manos en la losa de la pared cerrando los ojos. Nada más puedo juzgarme por las malas decisiones que constantemente tomo. Cómo acabé hiriendo nuevamente a una gran mujer y como engaño a otra con un matrimonio que es completamente una farsa.

Por una vez quisiera poder tomar una buena decisión sin que nadie salga lastimado con los daños colaterales. Supongo que estoy destinado a herirme y herir a otros. En cualquier vida que entre, es una vida que tarde o temprano terminaré arruinando.

Siento como unas delgadas manos me envuelven desde atrás, deteniéndose en mi abdomen.

—Te extrañé tanto Brunito —escucho esa voz de la cual me quería alejar—. Nuestra cama se siente tan sola sin ti por las noches.

Me tenso más. Ahora que sabe de mi regreso querrá pasar la noche en la habitación, es una realidad que debo enfrentar, ya que no falta mucho para que sea mi esposa y cada noche por el resto de nuestras vidas, compartiremos la cama.

—Sé que tú también te sentías solo sin mí —baja poco a poco su mano por mi abdomen—. Seré tu mujer y tendré que empezar a ir a todos los viajes contigo, nunca nos vamos a separar, amore mio.

Su mano no está muy lejos de mi miembro buscando aquello que no quiero realizar. No con ella. Me escapo de sus brazos con una excusa.

—Olvidé que tengo que firmar unos papeles que se debe llevar Carl —digo—. Lamento no poder quedarme acá contigo. Luego me dices como va la boda y todos los preparativos —salgo de la ducha dejándola atrás, pero ella me sigue.

Ante Mis Ojos (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora