Todo comenzó con un beso entre dos personas que se acababan de conocer en medio de un club nocturno, bajo la presión de muchos espectadores. ¿O todo comenzó cuando por accidente ella choca contra su figura? ¿O todo empieza cuando ella lo mira a la d...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Comenzaba a caer la tarde, el cielo se torna en un tono cada vez más amarillento y los ruidos provenientes de la calle empezaban a disminuirse. El tiempo se había pasado volando haciendo una básica maleta y acomodando un poco la habitación.
Tomo el celular y me recuesto unos minutos para descansar. Comienzo a leer los mensajes de Mateo y Emily, ambos no dejaban de decir lo impresionados que estaban e incluso tomaron fotos de la noche anterior.
Abro la foto más clara que tomaron. En esta aparecemos Bruno y yo, pegados bailando, mi cabello cubría la mitad de mi rostro y tenía los ojos entrecerrados. Hago zoom para ver mejor a mi compañero de baile, me quedo admirando sus marcadas facciones, sus profundos ojos color avellana observándome con detención y sus manos sujetando de manera posesiva mis caderas.
Ahora que lo noto, hay algo en él que se me hace familiar. Seguramente lo he visto por las redes sociales, se veía como un hombre muy guapo y Los Ángeles está lleno de modelos.
Respondo vagamente a mis amigos y le escribo a mi madre para contarle que ya había conseguido un nuevo trabajo, a lo que ella responde muy emocionada.
Ambas siempre hemos sido trabajadoras. Mi madre tenía dos trabajos y hasta tres cuando yo era una niña, las cuentas no se pagaban solas, además era la única figura adulta en casa.
Me dejaba al cuidado de una loca vecina mexicana que cuidaba a los niños de las casas cercanas, la mujer nos hacía ver ciento de novelas de su país. No me quejo, gracias a eso sé español, aunque muchas veces deseaba ver mis caricaturas favoritas. Como vivíamos en una zona pobre, llena de familias que salían a trabajar desde temprano y regresaban tarde, muchos niños quedaban solos en casa, hasta que esta vecina decidió ser niñera de muchos de nosotros por un bajo precio. Era loca, pero cuidaba bien de nosotros a decir verdad.
No era un lugar muy seguro. Las sirenas de las patrullas sonaban sin cesar cada noche por las calles, no le tenía miedo a aquel sonido, sabía que a mi madre si la ponían tensa cada vez que las escuchaba, ella trataba de disimular su angustia, pero no lo lograba con éxito.
Cuando tuve la edad para trabajar, empecé a tener trabajos de medio tiempo luego de clases. Llegaba relativamente temprano a casa y usaba el tiempo que me quedaba para estudiar. Al principio mi madre no estaba muy de acuerdo con mi decisión, pero poco a poco se fue dando cuenta de que si lo podía hacer sin problemas.
Finalmente, cuando nuestros ahorros fueron suficientes, nos mudamos a un apartamento rentado ubicado en una zona más tranquila, hasta que pudimos comprarlo teniendo facilidad de pago.
Esa es mi vida, y estoy orgullosa de ella.
(...)
Me vi por última vez en el espejo de la peinadora antes de salir. Llevaba puesta una blusa blanca fresca junto a unos jeans y zapatillas grises. Apenas comenzaba el verano y el calor se hacía presente. Mi lacio cabello caía un poco más abajo de mis hombros. Apliqué labial rosa y tomé camino a la puerta.