Todo comenzó con un beso entre dos personas que se acababan de conocer en medio de un club nocturno, bajo la presión de muchos espectadores. ¿O todo comenzó cuando por accidente ella choca contra su figura? ¿O todo empieza cuando ella lo mira a la d...
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Me quedo petrificada por el espectáculo que acabamos de dar. Siento mis mejillas arder del bochorno. Tantos hombres en el club nocturno, en la zona, en la ciudad, en el país, en el mundo, y tenía que ser precisamente este hombre.
Muchas gracias, vida.
—Hola de nuevo, bella —dice en tono pícaro, acompañado de unos ojos atentos a mi próximo gesto, con nuestros cuerpos aún pegados y a escasos centímetros del rostro del otro. Puedo percibir el calor que emana su cuerpo y quedo impresionada por lo relajado de su respiración luego de tan actividad tan demandante de energía.
Las personas nos seguían rodeando. Puedo apostar a que mi cara en este momento es puro poema. Mis piernas tiemblan y el respirar se me dificulta. Esta es una nueva y buena razón para no probar siquiera una gota de alcohol en lo que me resta de vida.
Como si fuese poco por lo que estoy pasando, la vida me monta en otro penoso escenario.
— ¡Beso, beso, beso! —el público comienza a gritar, chocando las palmas, alentándonos a cometer un acto que tampoco tenía previsto para esta noche.
La música empieza a bajar de volumen. Mis ojos se dirigen a Emily, la cual tiene una sonrisa amplia aprobando la decisión del público. Y no sé de dónde ni en qué momento apareció Mateo, pero estaba en primera fila aplaudiendo y esperando lo que todos creemos que pasará.
Sentía mucha presión, no podía salir corriendo, estaba aprisionada en los brazos de Bruno, su rostro estaba cada vez más cerca del mío, puedo sentir cómo su respiración acariciaba mi rostro, sus ojos observan mis labios entreabiertos, mi pecho sube y baja de los nervios.
Y sucedió. Sus labios se posan en los míos, con tanta suavidad, como si temiera lastimarme. Me aprisiona más a su cuerpo al sentir que el mío se debilitaba, debo ponerme de puntillas por la diferencia de altura. Se trata de un beso tierno pero lleno de travesura. Ninguno hace intento de soltarse, más bien aguantamos la respiración lo más que podemos. Sus labios son una dulce adicción.
Yo, Alessandra De Santis, me encuentro en medio de un club nocturno dando un gran espectáculo y dándole paso a una anécdota que me perseguirá el resto de mis días.
Por falta de aliento nos separamos quedando estáticos por unos segundos. Y por un instante me sentí aislada de todo estando entre sus brazos, haciendo que el lugar en el que detesto estar se volviera un lugar de paz y tranquilidad.
Los aplausos se escuchan provocando que saliera del trance.
Bruno me suelta para abrir espacio entre nosotros. La multitud retoma su vida y la música comienza a subir de volumen. Las luces regresan a ser diversas y de muchos colores.
No puedo formular palabra alguna, mis músculos tiemblan, empezaba a sentir como mi pecho subía y bajaba constantemente. Por su parte, no mostraba emoción, por el contrario, tenía ahora una expresión dura. No esperaba provocar esa reacción.