★ Dolor Corrompido, una charla con un viejo amigo:
Chuuya ☆
—Lo sé, Dazai de mierda, no estoy ciego.—¿Oh? —Dazai levantó una ceja—. Entonces, ¿Chibi puede adivinar cuántos hay?
Caminaban por una calle mayormente vacía, la única fuente de luz era la luna y las pocas luces de la calle que quedaban funcionando.
—Cinco. Nos han estado siguiendo desde el restaurante.
—¡Waah~! ¡Chibi parece haberse vuelto más inteligente en solo cuatro años! Admirable~ Para la pequeña babosa que es~
Chuuya miró a Dazai.
—Cierra la boca, estúpida caballa. ¿Cuál es el plan ahora?
—¿Qué quiere hacer, mi pequeño perchero?
La mirada de Chuuya se volvió más feroz.
—No me llames así, bastardo, y no es obvio lo que quiero hacer.
Dazai sonrió.
—Entonces hagamos eso~
Chuuya levantó una ceja hacia él.
—¿No tienes ningún plan para perderlos?
—Demasiado trabajo. —Dazai dijo encogiéndose de hombros.
Chuuya miró con cautela a Dazai. Era sospechoso cómo el detective había accedido a lo que Chuuya quería hacer sin burlarse de él o sugerir un plan en contra. Después de reflexionar sobre ello durante unos segundos, Chuuya llegó a la única conclusión sensata: todo debe ser parte de un plan más grande suyo.
Los dos entraron en un callejón vacío y, después de un rápido momento de contacto visual y un sutil asentimiento, se dieron la vuelta para enfrentar a sus adversarios juntos.
Eran tres hombres y dos mujeres. Chuuya se burló.
—Hubiera pensado que habría mucha más pelea, pero parece que tendré que lidiar solo con ustedes.
Hubo una risa baja de uno de los hombres en el grupo. Dazai levantó una ceja pero no comentó nada.
—Cuando escuché los rumores de que los infames Doble de Negro volvían a trabajar juntos, no los creí. —el hombre que se había reído antes habló. Luego dio un paso adelante hacia la luz de la calle para revelarse. Parecía un hombre de veinticinco años, pelo negro, siniestros ojos grises y vestido con un traje.
Un rico pendejo. Fue la primera impresión que tuvo Dazai del hombre. Y no un usuario de habilidad. Se dió cuenta.
—Parece que los rumores contienen algo de verdad después de todo. —dijo el hombre con una mueca de desdén dirigida a los dos.
Chuuya solo sonrió.
—¡Ja! Bastardos como tú solo hablan y no pelean. Si realmente tienes algo que decir, habla con mi puño, pedazo de mierda.
El hombre estaba visiblemente disgustado con la forma en que Chuuya le estaba hablando. Sin perder tiempo en hablar más, hizo una señal a las personas que estaban detrás de él y, en una fracción de segundo, las cuatro personas cargaron para atacar a Dazai y Chuuya.
Dazai, sin vacilar nunca en la sonrisa de su rostro, esquivó el primer ataque que se le presentó con la facilidad de la práctica.
—Cuidado, Chibikō~ Los cuatro son usuarios de habilidades~