Mi hogar duele

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Capítulo cinco

Mi hogar duele

Maca

Santiago - 31 dic 2026

No puedo describir como la están viendo mis ojos. Tiene un vestido amarillo iluminado, ajustado a su cuerpo y su pelo desordenado. Está seria pero con los ojos chinos y evidentes efectos de un llanto intenso.

¿No me harás pasar? ¿O estás con alguien? - me dice.

¡Ay Rubí! Sabes que no estoy con nadie - le digo y entra lentamente.

La canción suena de fondo y ella se detiene antes de seguir entrando. Está muy cerca y me mira. Escucho la letra del tema "tú como la cal, que húmeda es mortal". Me mareo y no pienso en nada más. La tomo por la cintura y me golpea con un beso lleno de pasión, su lengua busca la mía y todo encaja. Cierro la puerta sin dejar de besarla ni apartar mi brazo de su cintura, tira el bolso al suelo, y la apoyo contra la pared detrás de la puerta. Bajo mis manos por su vestido y las vuelvo a subir, intentando grabar en mis dedos ese vestido en su cuerpo. No pienso en nada, no sé del tiempo, no sé si es correcto. Sólo quiero que sea mía una última vez.

Extraño tus manos Maca - me dice respirandome en la boca - tu cuerpo, tu boca.

Y yo a ti Rubí, completa - le respondo sin dejar de besarla.

Feliz año, me traje de amarillo pa' la suerte - rie con sus manos en mis rulos, como siempre lo hace. Amo que me hable en la boca mientras nos besamos.

Me rio en su boca - el amarillo es de la riqueza y tu estai' muy rica. No necesitas mas amarillo Rubí o me vai' a volver loca - Dejo de hablar y la sigo besando.

Deslizo mi mano hasta su cadera para pasar por su muslo y levantar su pierna, ella mete sus manos bajo mi polera y me la saca sin cuidado. Conoce los límites y ritmos como si fuera su propio cuerpo.

Rubí

Mientras sus manos recorren mi cuerpo como si fueran tierras inexploradas, su lengua se hace lugar en mi piel que conoce tan bien. Pienso en cómo me transporta esta mujer. Quiero que me mate en estos momentos, morir aquí, morir de placer, morir de amor.

Le arranco el sostén, sonrío y me muerdo el labio al tener contacto con sus pezones en mis manos. No sé como me estaba cuestionando si soy o no lesbiana, porque en estos momentos esta mujer me está volviendo una loca enferma, que terminará internada directamente en un centro psiquiátrico.

Toma mi pierna y la sitúa alrededor de su cintura con desesperación. Entonces me subo con las dos piernas para que me lleve a donde quiere. Camina de espalda a la habitación conmigo encima, sin dejar de tocar mis caderas por cada paso que da. Sé que le cuesta un poco pero no se rinde. Siento como su mano busca mi espalda a través del tajo que tiene el vestido hasta que llegamos al destino de su mente, esa mente que amo tanto. Lo sé porque siento un leve choque de sus piernas con la cama. Me suelta con cuidado como si estuviéramos al borde de un precipicio y ella cuidara de mí. La empujo a la cama, suelta una sonrisa tan exquisita que me comería su boca. Me desespera y solo puedo subir a la cama y me monto sobre ella, el vestido me estorba pero sé que le encanta y quiero dejarlo hasta que ella implore por tenerme desnuda. Siento su piel entre mis piernas mientras ella se apoya con sus manos detrás de la espalda para poder sentir todos mis movimientos. Con una mano toca mi ropa interior queriendo sacarla, y de un movimiento tan bien logrado me da vueltas y queda sobre mi. Llevo las manos a mi cara porque sé lo que viene, se todo lo que pasa por su cabeza y como me desea. Yo no requiero más preámbulo, estoy lista para lo que ella quiera hacer, pero la dejo llevar su tiempo porque me encanta como lo hace, amo sus pausas y su prisa.

Antes de OlvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora