Antes de Olvidarte

La mesita de arrimo

Capitulo diez

La mesita de arrimo

Maca

Santiago - Enero 2030

Llego al edificio, este edificio que tiene toda nuestra historia, entró al ascensor y los tantos momentos me invaden sin compasión. Ultimo piso y recuerdo ese beso, nuestro primer beso. Ella deteniendo el ascensor, yo queriendo escapar, siempre quise escapar de ella. Prefería ser una sombra y mirarla, pero tenerla era insoportable. Ese beso que nos cambió la vida fue ahí en ese mismo lugar, casi diez años atrás. Y el tiempo se vuelve un enemigo silencioso que te acompaña para matar los momentos porque ya no recuerdo con claridad su carita pero si recuerdo la sensación de ese beso y de cada beso que nos dimos. Con Rubí fue amor, fue amor puro.

Entro al penthouse. Me había negado a venir por tanto tiempo que así pasaron los años y nunca vine hasta ahora. Mi papá insistió en que le presentara a Tamara, mi polola de hace cuatro meses, la primera después de ella. Fue un proceso casi imposible pero después de tanto tiempo ya acepté que lo nuestro se acabó. Así que bueno, se transformó en un evento familiar y tuve que traerla o no iban a parar de decirme que la querían conocer.

Yo creo que más que por ella, quieren saber como es. Si es más linda, más simpatica, más que Rubí. Quieren comparar y lo sé porque los conozco bien. Sobre todo la Esme que obvio irá corriendo a Rubí. Quieren saber si la olvidé, si estoy realmente enamorada.

Es terrible todo esto porque aunque esté presentando a una nueva polola, estoy pensando en Rubí todo el rato, todo el tiempo desde que la conocí, nunca he dejado de pensar en ella. Es como si fuera mi pasatiempo favorito y de paso me aferro a sus detalles intentando no olvidarlos del todo. Pienso en cuanto quisiera escuchar su voz retando a Esme, o su voz de regalona cuando quería pedirme que me quedara en la cama con ella.

Está toda la familia menos mi Rubí, por supuesto. No volví a verla desde esa vez en la playa hace ya varios años, a veces pienso que fue lo mejor y otras caigo en la angustia de haberla dejado ir. Las cosas están hechas y no puedo hacer nada.

¡Hola! - les digo a todos incluyendo a Esme, Jose, papá y Agatha.

Ella es Tamara y estamos saliendo hace un ratito - Tamara los saluda a todos, pero Esme y la enana me miran raro. No sé si me analizan o me juzgan por lo bella que es Tamara. La verdad es que es muy linda. Es de mi estatura, un poco mas bajita y mas menuda, tiene los ojos verdes y parecen de gata. Es de piel blanca, facciones delicadas y pecas en su nariz, pelo largo ondulado castaño claro. Tiene una onda muy descuidada para vestir, siempre con jeans gastados, zapatillas, algo suelto arriba, un pañuelo grande que cubre su cuello.

Nos sentamos en la mesa, hablamos de proyectos. Tamara trabaja conmigo en la misma empresa y yo estoy a punto de hacer una exposición de mis cuadros en la galería de un amigo, no es nada importante pero es algo que me da mucha ilusión. Esas pinturas cuentan gran parte de mi vida. Y llegando a los treinta uno quiere recordar cada pedacito de la juventud que comienza a irse.

Me levanto y voy al baño mientras todos hablan y Agatha me frena con su voz fuerte e imponente.

Maquita - dice a viva voz- en la mesa de arrimo hay una carta que te llegó de la universidad -. Me siguen llegando cartas de la U acá. Nunca me llegaron a la casa.

Me acerco a la mesa de arrimo y hay muchas cartas entonces rio porque siempre ha sido lo mismo en este depa.

Tomo el puñado de cartas, comienzo a buscar la mía pero no la encuentro. Algo llama mi atención, veo un sobre mas o menos grande en comparación con los demás. Dice "Rubí y Andrés". No necesito abrirlo y me desvanezco, me mareo y siento que voy a vomitar todo lo que comí. Corro al baño y vomito todo, absolutamente todo. Mi estómago se vacía pero mi corazón esta roto, me lavo la cara y pienso que jamás me creí este escenario. De todo lo que imagine que nos tocaba, nunca creí esto. Pero era mi culpa, yo la alejé y ahora no podía reprocharle nada.