Dᴇʟᴛᴀ || Vɪʀɢᴀᴛᴏ

04 - Eres Muy Amargo

Con ojos cansados, Christopher se estiró bajo el montón de sábanas sobre su cuerpo, se irguió un poco para sentarse, pero unos brazos lo rodearon por el torso y lo volvieron a acostar sobre la cama.

El castaño abrió los ojos de golpe y corrió los brazos de quien sea que fuese y se levantó de dónde se encontraba.

Al principio se sintió confundido y se preguntó quién era ese omega con aroma tan dulce que se frotaba el sueño de los ojos con un mohín adorable.

Luego recordó lo que había pasado la noche anterior y se sintió abrumado.

—Yo... ¿No estaba durmiendo en el suelo? —pregunto Christopher, aunque fue más para sí mismo.

Joel se acomodo en la cama para sentarse con la espalda contra la pared, y le dedicó una pequeña sonrisa.

—En la madrugada no podía dormir, te pedí que vengas a la cama conmigo— dijo, y el rubor en las mejillas del omega hizo que el rostro de Christopher se sintiera caliente.

Sin decir nada, el mayor se frotó el rostro y salió del cuarto para ir a la cocina, y encender la luz antes de prepararse el desayuno.

No había terminado de hacer su café que Joel y lo estaba mirando desde el umbral con los ojos hambrientos.

Christopher al verlo lo primero que pensó fue en mandarlo a la mierda y que no le prepararía el desayuno, tenía suficiente con que el chico se quedará en su casa y tenga que usar su ropa, pero al abrir la boca, las palabras que surgieron fueron totalmente diferentes:

—¿Qué quieres comer?

Joel intentó reprimir una sonrisa.

—¿Te molestaría que hiciera mi desayuno yo mismo?

Christopher estuvo un poco sorprendido.

Tiempo atrás había estado en una relación con una omega, y la chica era tan inútil y poco dependiente que sacaba de quicio a Christopher. Luego de eso creía que todos los omegas eran iguales, después de todo, su instinto era depender de un alfa.

—¿Podría? — la pregunta hizo que Christopher, reaccionara moviendo la cabeza para despejarse.

—Si, si —dijo— no rompas nada.

Minutos después, cuando Christopher ya tenía su café y un paquete con algunas galletas, se sentó en la mesa para disfrutar de su típico desayuno.

Vió a Joel cocinar algo que superaba sus habilidades culinarias, pero notó que usaba huevos y algo de queso, y a parte, calentó leche, rebuscó un poco en la alacena antes de preguntar:

—¿No tienes chocolatada?

Christopher río un poco.

—Niño, gasto mí presupuesto en café, es lo único que mantiene con vida. No gasto en chocolatada porque no me sirve.

Vió a Joel mirándolo con una mueca.

—Creo que eres muy amargo, te hace falta chocolatada.

Christopher sólo rodó los ojos.

A los pocos minutos Joel había terminado de hacer su desayuno y se había acomodado en la mesa para comerlo, pero en cuanto se sentó, Christopher se levantó sin decir nada y volvió al cuarto.

La seriedad del chico castaño hizo que Joel se preguntará si al otro le molestaba su presencia allí.

Y entendía perfectamente que era sumamente irritante que una persona ajena se instalará en tu casa para usar todo lo que el propio dueño usa.