03 - Golden Boy

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El muchacho rubio de mirada en su reflejo, con un suspiro, cambió su rostro cansado a una expresión encantadora.

Se suponía que le presentarían a Joel Dylan el omega del momento, ya que, contra todo pronóstico, luego de décadas sin que algo así ocurriera, el chico era un cambiaformas, cosa que llamó la atención de todo el mundo.

La familia del omega buscaban al mejor alfa para su hijo, del linaje más puro posible, con la esperanza que, al tener hijos, estos nazcan con los mejores genes, incluido el propio don de transformarse en un adorable lobito a voluntad, tal como ese tal Joel Dylan podía hacer.

Y él era uno de los candidatos principales, familia de magnates, heredero de una fortuna, hijo único y perfecto, apodado el Golden Boy por todas sus cualidades.

Pero a Zabdiel le importaba tres pepinos qué tan fabuloso pintaran a ese omega.

Porque ese desconocido no era quien el quería para su compromiso

Aún, con esfuerzo, se arregló con ropa elegante, se acomodó el pelo para quedar perfecto, y se colocó una sonrisa rompecorazones en el rostro.

Luego de una última mirada en el espejo, se volteó para salir de su amplio dormitorio.

Su sonrisa no duró mucho al ver al chico rubio, parado en el umbral de la puerta, el beta lo miraba con súplica.

Había discutido con Erick en cuanto se enteró que le presentarían a un omega, exigiendo que se revelará contra sus padres, ya que él no quería ese arreglo.

Ya lo habían discutido muchas veces. Ya que ambos debían tener que mantener su relación en secreto.

La familia De Jesús no dejaría que su linaje se perdiera si el último descendiente elegía a un beta; su familia no funcionaba así, ellos eran alfas y omegas, no había lugar para algo como Erick.

Para el mundo, ellos eran amigos, pero a solas ellos eran su propio mundo.

Y por esa razón el corazón de Zabdiel se destrozaba cada vez un poco más.

No habían hablado desde hacía unos días, cuando la señora De Jesús había aparecido en la casa de su hijo para darle la noticia de su compromiso.

Pero cada vez que se cruzaban, Erick tenía esa misma expresión de "por favor, no lo hagas" en el rostro.

Zabdiel suspiró, se acercó a Erick con paso tranquilo, hasta quedar a unos centímetros del rostro del pelinegro.

—Por favor, no sigamos así— pidió, mirando a los ojos del pelinegro, aunque él tenía la vista en el suelo.

Erick no contestó, y Zabdiel se desesperó un poco, tomando el rostro del beta.

—Tae, mírame— exigió, pero no tuvo respuesta. Aprentando los dientes con fuerza, sintió sus caninos siendo apretados y su voz salió de lo más profundo de su pecho—. Erick, mírame.

El pelinegro reaccionó automáticamente con la voz de alfa de Zabdiel, el rubio sintió cómo un balde de agua fría caía sobre él al ver los ojos del beta a punto de estallar en lágrimas.

Apoyando su frente en la de Erick, suspiró para calmarse.

El pelinegro sintió un cosquilleo cuando el aliento de Zabdiel chocó contra sus labios.

—Lo siento, lo siento— se disculpó el rubio—, no te gusta que use mí voz de alfa, lo sé... Es que... Estoy demasiado estresado, Er.

El rubio asintió.

—Por favor, di algo— pidió.

Erick tardó un momento en hablar.

—Ya sabes lo que diré— dijo, por lo bajo.

Dᴇʟᴛᴀ || VɪʀɢᴀᴛᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora