Capítulo 1

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Mientras más se acercaban a aquel lugar abandonado el olor a alcohol y cigarrillo llenaba sus pulmones y los vasos rojos llenaban sus campos de visión. La piscina se encontraba rebosando de personas, los pasillos habían sido ocupados como habitaciones de moteles y las paredes vandalizadas estaban cubiertas por personas que alzaban la voz intentando escucharse entre sí.

 El objetivo de esa noche era perder la conciencia de lo que se podría haber hecho y despertar con resaca moral y arrepentidos. Por lo que enfocaron su vista en la cocina que desde donde se encontraban podían oler el alcohol siendo servido.

Toda la atención se posó sobre la rubia, la cual preparaba una bebida, al parecer contenía más volumen de alcohol que de refresco. El problema no era el alcohol, el problema era ella, conociéndola, su lado posesivo la dominaría a la mitad de la noche arruinando la velada, como solía ocurrir la mayoría de las veces. En la pista de baile - que solo se trataba de lo que debería ser la sala de estar- se encontraba un joven con las manos llenas de un plástico el cual contenía una especie de polvo blanco, alrededor de este la gente esperaba el turno para poder adquirir una de esas peculiares bolsas.

La pelinegra tenía toda la intención de ser una de las afortunadas que adquirieron ese deleite. Sin pensárselo dos veces separó la espalda de aquella pared y se acercó a la pista con paso lento pero decidido, una vez estuvo cerca interrumpió la venta del joven plantándole un beso en los labios. Al principio el chico torpemente quiso separarse pero esta no lo dejó y lo tomó por la parte trasera de la cabeza mientras escuchaba los quejidos de los compradores.

-Gracias.- mencionó cerca de sus labios al separarse y mirándolo sin expresión alguna. Una pequeña bolsa se desplegó de sus pálidas manos frente a la cara inerte del chico. La pelinegra sin decir nada más dio media vuelta y como llegó desapareció.

Una vez aprobado el contenido de aquel paquete salió de una de las habitaciones pasando el dorso de su mano bajo su nariz. Aquel joven la miraba con los brazos cruzados sobre su pecho intentando dejar ver su molestia.

-"Por favor" hubiera sido suficiente para obsequiarte. - el reproche se percibió en su voz pero estaba más que claro que aquel beso había sido suficiente para dejar pasar aquel pequeño robo. Vistiendo una sonrisa ladeada se acerca a ella como un león cazando a su presa y como si de una pluma se tratara la pego a su cuerpo con facilidad.-Puedes compensarme con otro beso.

Después de un par de besos más la pelinegra prestaba atención al triángulo que se encontraba frente a sus ojos. La rubia sonrió mientras pegaba el cuerpo coquetamente a su novio, ambos amigos muy cercanos de esta. Del otro lado de la sala un castaño tenso mirando al par de tortolitos. Lanzó el vaso al suelo y caminó hacia él, una vez que estuvo frente a él le arrebató el vaso sin dejar de verlo fijamente a los ojos.

-Solo hay que dar un par de pasos y llegas a la pista, si tanto deseas bailar.

El castaño siguió el vaso con la mirada desde las pálidas manos hasta los labios rosados y después hizo contacto visual. No hacía mucho conocía a la pelinegra pero parecía ser una chica entrometida y directa, miró fijamente aquella mirada miel, estaba apagada y no había expresión alguna.

-Bailar no es lo mío.

-Miras con deseo la pista de baile.- Estaba claro que no hablaba de la pista de baile, al parecer el rubio creía que si. Le había bastado con el primer día que la rubia los presentó para saber que él no solo buscaba amistad con esta última. Podría ser una estúpida con sus problemas personales pero percibía en los demás lo que aun ellos no sabían de ellos mismos. Tomó un último sorbo frente a sus ojos y lanzó el vaso aun con contenido al suelo, para después colocarse a su lado y fijar su vista en la pareja.

-Pude haber disfrutado ese trago, no me importa si bebiste de él.

-Parecía que no lo disfrutabas.- Carecía de expresión alguna, simplemente disfrutaba de sacar de quicio a las personas, sabiendo que el tema era algo que el chico trataba de esconder, aunque se preguntaba cómo nadie se había enterado si era completamente obvio.

-Al parecer sí lo disfrutaba, justo necesito otro ahora mismo.

Con la mirada fija hacia el frente se alejó de ella mientras está última veía su espalda caminando lentamente cerca de la pareja y chocando pieles con la rubia mientras se "disculpaba". Una sonrisa de suficiencia se posó sobre el rostro de la pelinegra, celebrando el haber impactado en el humor de aquel chico sin haber dicho más de 3 oraciones

Luke. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora