CAPÍTULO 4
ARIES
Después de la charla anterior -la cual no quiero volver a repetir- me dispuse a sacar todas las cajas que tenía acerca de la información personal de la familia Martínez. Una vez puse las 7 cajas encima de la mesa gigante de reuniones, me fijé en que Leo se encontraba dando vuelta por toda la habitación.
_Y... ¿Qué clase de cosas hacéis aquí?
_Principalmente encargo de algunas mujeres que contactan con nosotros para que nos encarguemos de algunos hombres que se han pasado de la raya. Solemos recolectar mucha información acerca de delitos o secreto que podrían acabar con su carrera. Les arruinamos la vida, al igual que ellos se las arruinaron a nuestras clientas.
_Ósea, hombres malos.
_Exacto.
_ ¿Y qué hay de las mujeres malas?
_Ningún hombre que se haya enterado de nuestros servicios ha querido llamarnos, ¿Quién sabe? A lo mejor odian que todas las que trabajamos aquí seamos mujeres.
_No exageres mujer.
_Estamos en 1958, ¿Te crees que nos valoran mucho? La primera vez que pudimos votar aquí en España fue en el 33. Tú mismo has tenido que ver con tus propios ojos como nos tratan de objetos bonitos para lucirse en las mejores galas. No nos respetan como meremos, ¿Cómo van a creer que seriamos capaces de hacer lo que hacemos?
_ ¿Qué más cosas queréis cambiar? Nunca he podido hablar de este tema con ninguna mujer y me interesa saber que pensáis.
_Pues algo primordial es que no nos vean como un ser que está en el mundo para reproducirse y cuidar a sus hijos.
<<Queremos trabajar y estudiar con los mismos recursos que los hombres, no solo cocinar y aprender a tejer. Aspirar a los mismos puestos de trabajo que los hombres y no tener que disfrazarnos para que nos acepten en según qué tipo de empleos. Queremos tener el reconocimiento que merecemos y no que nos pisen el trabajo.
<<Queremos tanto y conseguimos tan poco...
Miré a Leo que estaba metido en su pequeña burbuja personal ¿Me habré pasado de sincera? Bueno, sinceramente me da igual. Se supone que tengo cierto derecho a decir lo que pienso. No le debo nada a nadie.
_Estoy totalmente de acuerdo contigo. Conozco a mujeres mil veces más listas que algunos de sus jefes de trabajo.
Espera, ¿Qué?
¿He escuchado bien?
_ ¿Has dicho qué estás de acuerdo?
_Bueno, creo que si le diéramos a las mujeres el valor que se merecen, la sociedad avanzaría más rápido, pero para nuestra desgracia no es así, nos gusta ser imbéciles.
_No me esperaba eso la verdad. Creo que te he juzgado antes de tiempo.
_ ¿Eso significa que te caigo mejor? -pregunto emocionado-
_No, pero tenemos que trabajar juntos y que te respete es buena señal.
_Eres la alegría personificada, ¿Lo sabías?
_Lo sé, no hace falta que lo jures.
_Odiosa.
_Y aun así no me dejas en paz.
_Y no lo haré -me dijo sonriendo como un niño pequeño que acaba de hacer una travesura-
_Sabes que algún día te voy a pegar, ¿Verdad?
_Estoy deseando rememorar el momento del cuchillo -Se coloco una mano en el pecho- Fue tan romántico -dijo suspirando-
Rodé los ojos ante su insistencia constante de hacerme bromas ridículas.
_Pues que sepas que será lo más romántico que me verás hacer.
_La oscuridad te consume mi querido ángel caído.
Lo miré con profundidad y una sonrisa estaba luchaba por salir dentro de mí. ¿Me iba a llamar siempre ángel caído?
_Si sigues aquí, la oscuridad te llamará a ti también.
Una pequeña risa escapó de su boca.
_Por mucho que me llamara, no lo cogería -intento decir bromeando-
_La oscuridad te llama y una vez que entras, no puedes salir -dije algo más seria-
_Siempre hay una salida.
El silencio inundó la habitación mientras ambos nos mirábamos a los ojos, él dio un paso hacía mi dejándonos bastante cerca y pareció que iba a decir algo cuando lo interrumpí:
_No hay salida cuando la oscuridad ha calado en lo más profundo de tu corazón.
_Hasta en lo más profundo se puede encontrar algo de luz.
Esa pequeña frase caló dentro de mi y me produjo unas pequeñas cosquillas nerviosas, pero antes de seguir con está estúpida conversación la corte de raíz.
_No tengo tiempo de sermones filosóficos -me separé de él dirigiéndome hacía las mesas- Hay que ponerse a trabajar.
Me miró con cara de reproche, pero asintió con la cabeza.
_Pues a trabajar se ha dicho.
Se sentó a mi lado junto a la pequeña estantería de madera de roble. No me miró en ningún momento mientras empezaba a leer, ni siquiera intento hacer alguna broma sobre el cuadro horrible que acababan de traer hace unos minutos. ¿Se había enfadado? ¿Debería preguntarle?
Nunca me había visto en está situación y la verdad es que no sabía como actuar.
Mejor debería seguir a lo mío e investigar. Lo miré por última vez antes de ponerme a trabajar.
Esto sería más duro de lo que pensaba.
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Aries
Short StoryAries lo ha perdido todo. Solo le quedan los restos de un corazón destruido por la ausencia de su familia. Solo hay una cosa que puede calmar la ira de Aries... La venganza. Se pasará años buscando como hacerla y cuando por fin la tiene al alcance...