capítulo 10.

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  Cuando llegó al lobby, una mujer de tez celeste, ojos negros, largos cabellos blanquecinos con cuernos rojos como los de una cabra y alas rojas semejantes a las de dragón se hizo presente ante ella.

— Su majestad...

  Aquella criatura hizo una reverencia hacia la castaña.

— ¿Armheya? ¿Qué haces aquí?

— Se desató una guerra en mi mundo, Yahoja la necesita a usted y de la diosa de la vida.

  Ochako se tomó unos momentos antes de parpadear y tocar el hombro de la mujer a sus pies.

— Muchas gracias por venir Armeheya, ve a apoyar a tu gente, enseguida acudiremos.

Arrehad su majestad.
(gracias)

  Al decirlo las predominantes alas se abrieron y la criatura se fue.

  La castaña se quedó mirando por unos momentos el lugar en donde estaba la majestuosa thella, una raza del planeta Mihao, a dos galaxias de dónde estaban los humanos.

  Los thella se caracterizaban por ser sumamente leales y creyentes, velan por el bien de los demás como si fueran sus propios hermanos e hijos, aunque a la vez, eran sumamente imponentes y conquistadores, por lo que no era raro que se metan en guerras, lo raro es que acudan a la ayuda de los dioses para vencer.

  Rápidamente se transportó a la base de creación de ángeles, dónde dejó las almas recolectadas antes de transportarse hacia Camie, quién estaba trabajando en su despacho de vigilancia compartido.

— Llegaste com una vibra extraña...

  La rubia le habló de espaldas y distraídamente, estaba intentando descifrar un tratado de paz para enviarles a los demonios rebeldes.

— Armheya vino a rogar nuestra ayuda para una guerra que están transitando en su mundo.

   Al escuchar aquello la rubia la miró como si le hubiera salido una segunda cabeza.

— ¿Estamos hablando de la Armheya que es orgullosa? ¿La que está a cargo de un mundo y tiene más fuerza que ambas? ¿La que le encanta la guerra? ¿Esa Armheya? ¿La thella?

— Sí, esa thella. Cámbiate para la guerra, iré a avisarles a Bakugo, Kirishima y Sero que se harán cargo aquí hasta nuevo aviso.

  La rubia no respondió, simplemente asintió.

  Inmediatamente la castaña se transportó a donde estaban los recientes reintegrados dioses, quienes tenían en una amena charla con unos ángeles, sin importarle mucho fue a interrumpir.

— Hola  chicos, lamento la interrupción, pero dioses les pido por favor que vengan conmigo, les encontré un trabajo por indefinición de tiempo.

  Tanto el rubio como el pelirrojo se miraron confundidos.

— ¡Oh Ura-chan! ¿Cómo van las cosas por la tierra?

  Mina Ashido, uno de los angeles cupidos de más alto rango le pregunto con su desbordante energía que tanto la caracterizaba.

— Oh... creo que van bien, realmente disculpen chicos pero debo de irme con ellos urgentemente.

  Antes de que alguien más diga algo, la castaña se los llevo hasta la sala de vigilancia.

— ¿Qué hacemos aquí cara redonda?

  La castaña le hizo señas para que la esperen antes de que rápidamente aparezca Sero haciendo una reverencia hacia ella.

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