El hijo del Gran Jefe

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Capítulo 39

Narra Zuba

Cuando terminó la guerra tuvimos que ir al limpiar todos los alrededores para evitar que vinieran los carroñeros a traer problemas. Mi hijo me había pedido reunir dos grupos de diez animales para que fueran turnándose si alguno no se sentía bien. Al principio no entendí porqué, ya que sólo debíamos mover algunos cuerpos, pero para mí que soy un león veterano que ya he visto cosa a fuertes, el escenario de afuera no era algo tan duro de enfrentar.

Pero los demás miembros de la manada no les había tocado nunca ver tal carnicería, incluso a Mi me sorprendió volver al campo de batalla, ya que lo que yo recordaba del escenario ahora estaba mucho peor. Fueron muy pocos los jóvenes y adultos que aguantaron hacer el trabajo sin descompensarse al menos una vez. Incluso Florrie que ya estaba acostumbrada a curar graves heridas no pudo evitar vomitar ante un cadáver humano que le faltaba la quijada, había sido arrancada de un mordisco y en verdad la escena era perturbadora.

Alakay y su alfa no parecían afectados, de hecho llevaban los cuerpos al camión de carga como si movieran costales de papas. Mi muchacho había tenido la idea de usar sogas para atar los cadáveres por bultos, a las manos cuellos o piernas que aún estuvieran en su lugar. Así sería más fácil dejar caer la carga a los pozos con estacas donde pensaban incinerar los cuerpos, mientras que todos los pedazos sueltos de restos humanos se llevarían al límite de la reserva para mantener fuera de nuestro territorio a las hienas.

A la manada le cuesta creer que todo ése sangriento y perturbador escenario lo dejaron sólo dos animales, y que el que encabezó todo fue un Omega. Ahora nadie cuestiona su liderazgo, ni siquiera el Consejo.

Necesitamos hacer ocho viajes del camión de carga para deshacernos de los cuerpos. Al menos seis fosos se encendieron tres noches después de que había terminado todo, el fuego ardió por dos días completos dejando atrás sólo cenizas de lo que alguna vez fue. El fuego se habia mantenido encendido durante dos días para asegurarse de que nada quedará entero, luego se taparon todos los fosos para evitar accidentes y se desarmaron las trampas que habían quedado.

Pero Alakay dio la orden de no quitar las trampas de explosivos que estaban en el terreno cercano a las montañas, teniendo los interruptores de mando aquí en la carpa central, podría servirnos como una defensa en caso de tener cualquier otra amenaza. El que se adelante a los hechos de ésa forma me hace desconfiar de cuánto tiempo durará la paz en éstas tierras.

Al quinto día Mi hijo me avisó que se iría, me informó la situación y los posibles resultados que podría traer su visita a ése país donde planeaban ir. Ninguna probabilidad sonaba alentadora, pero confiaba en que volvería bien. Dejó el mando de la manada en mis manos, mientras que la Guardia y la vigilancia de la reserva quedó a disposición de esas extrañas aves que no vuelan, son más como un tierno adorno de rincón, se ve bonitos y gorditos, pero son engañosos también son buenos estrategas.

En fin, todo iba bien en la reserva, la paz volví a a quedarse en nuestra tierra, aunque no por mucho, habían pasado diez días desde que Alakay y los demás depredadores se habían ido, sólo diez míseros días y ya recibía noticias de algo que podría traernos muchos problemas a futuro. Y a mi probablemente un horrible dolor de cabeza durante éstos días. Sólo espero poder acabar con ésto antes de que mi hijo vuelva.

Estoy camino al límite de la reserva dónde Makunga entregó a mi hijo meses atrás. Suspiro sabiendo que todo ésto no me deja muchas opciones, a la distancia puedo ver dos siluetas en el suelo, una vez más cerca no doy crédito a lo que veo, jamás en la vida pensé que en verdad volvería a verlo, después de tantos años, no es nada grato saber que está de regreso.

Qué verdades escondes León? (Alex x Vitaly 1ra Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora